Foto: Juan Carlos Rojas/EFE
La historia que narra Emiliano Monge en Las tierras arrasadas ocurre en México, pero la tragedia del tráfico de seres humanos, que de eso va su nueva novela, tiene otros escenarios en el mundo. De ahí que se sienta obligado a hacer visible lo que gobiernos y sociedades se empeñan en hacer invisible.
"Una de las obligaciones de la literatura, y así lo entiendo yo, es precisamente esa, que sea visible lo invisible". Por muy duro y desagradable que resulte a nuestras vidas confortables", dice el escritor mexicano durante una entrevista a propósito del lanzamiento de su novela.
Cada año, unos 200 mil centroamericanos, ciudadanos de "patrias arrasadas", "gentes que no pueden ya esperar nada del cielo ni debieran esperar nada tampoco de esta tierra", cruzan México rumbo a la frontera con Estados Unidos, que intentan cruzar ilegalmente.
Unos lo consiguen, pero muchos se quedan en el camino, víctimas de las mafias que trafican con su desesperación. Capturados, secuestrados, esclavizados, vendidos a gentes sin escrúpulos, violados, mutilados, asesinados... estos seres humanos "vueltos sombras" son víctimas de lo que Monge no duda en calificar como el holocausto del siglo XXI.
"Y no sólo por las cifras", aclara quien está considerado uno de los escritores latinoamericanos jóvenes con más talento. "Siento que lo que se preguntaban muchos alemanes después de la guerra, en el sentido de por qué nadie dijo nada sobre los campos de concentración y lo que ocurría en ellos, es muy probable que los mexicanos nos lo preguntemos dentro de diez o quince años en relación con los emigrantes centroamericanos. La sociedad mexicana, como la alemana de entonces, está ciega", explica.
DESDE AFUERA
No hay, pues, interés por "encarar el problema". "Ni la sociedad ha sido capaz ni el gobierno ha querido que sea así. No sólo el mexicano, tampoco los centroamericanos, porque para ellos el problema acaba cuando sus ciudadanos cruzan la frontera".
"Somos expertos, abunda, en exigir justicia para los emigrantes mexicanos en Estados Unidos, pero a esos otros emigrantes, los que llegan desde El Salvador, Nicaragua, Honduras... somos incapaces de verlos. Falta la capacidad para reconocer al otro".
Las tierras arrasadas, según la editorial Random House, que ha puesto la novela en las librerías españolas, es una road novel, una definición que no acaba de convencer a Monge.
Sí, la historia narrada transcurre en la carretera, pero en ella hay también una apasionada historia de amor, denuncia social y política, misterio y hasta pinceladas de terror psicológico.
"Es una novela muy actual y con una profunda carga psicológica", se limita a comentar su autor, padre de una galería de personajes, Epitafio, Estela, Mausoleo, Sepelio, Cementeria, Ausencia... que se conducen por la vida como unos auténticos canallas.
Todos ellos acompañan al lector en ese descenso a los infiernos que supone la lectura de esta novela. "Un descenso que después no tiene ningún ascenso. Y ello, en parte, es lo que hace tan dura la novela, no sé si para el lector, pero sí para su escritura".
GRAN EVOCACIÓN
Monge, que acompaña la narración con fragmentos de La Divina Comedia de Dante, pensó, antes de sentarse a escribir "esta ficción sobre una realidad tremenda", dividir la novela en tres capítulos: infierno, purgatorio y paraíso. Pero al meterse de lleno en la novela, y sobre todo a partir de leer numerosos testimonios de emigrantes víctimas de las mafias, algunos de los cuales han sido incluidos en el texto, Emiliano Monge, que en 2012 ganó el Premio Jaén de Novela con El cielo árido, se dio cuenta de que "sólo había espacio para el infierno".
Y es al referirse a las víctimas de este holocausto moderno, cuando Monge cita a la filósofa Hannah Arendt, que hablaba de víctimas que no tienen derecho ni a los derechos: "los condenados al abismo".
A Monge, lo que más le interesa de la escritura son las palabras, "lo que me hace gozar y sufrir durante el proceso es la lucha con el lenguaje", asegura. De ahí que reconozca que la lectura de Las tierras arrasadas exige un esfuerzo añadido de concentración. "La literatura tiene que ser un reto, tanto para el lector como para el escritor", añade.
SOBRE LA HISTORIA
En lo profundo de la selva y de la noche se encienden varios reflectores y un grupo de inmigrantes es sorprendido y atacado por otro grupo de hombres y mujeres, presas de la patria en la que viven y de sus propias historias. Así arranca esta road novel que atraviesa una nación donde los seres humanos son reducidos a mercancía, donde la violencia es el escenario en el que suceden todas las historias y donde Emiliano Monge vuelve a destilar las esencias de una Latinoamérica salvaje.
Un holocausto del siglo XXI, pero también una historia de amor: la de Estela y Epitafio, jefes de la banda de secuestradores. Una historia de altísimo voltaje estilístico y ritmo trepidante, donde la ficción y la realidad -testimonios de inmigrantes dan forma a los coros de la novela- entretejen un mosaico conmovedor, perturbador y memorable.
A través de los protagonistas y de la masa de inmigrantes, cuya individualidad se desmorona poco a poco, se desnuda el horror y la soledad, pero también la lealtad y la esperanza que combaten en el corazón del ser humano.
UN PELIGRO REAL
El mexicano habla de Donald Trump y su aspiración por convertirse en el candidato del Partido Republicano a la Presidencia de Estados Unidos con una batería de promesas que incluye la expulsión de inmigrantes y la construcción de un gran muro en la frontera con México. "No ha sido nunca una anécdota, sino un peligro real".
"Hoy en día, y lo sabe el Partido Republicano, y por eso ellos mismos están asustados (ante un posible triunfo de Trump), el voto latino decide en muchos distritos electorales. El voto latino y el negro".
Y sobre el "culebrón" que tan boquiabiertos tiene a mucha gente en todo el mundo, el protagonizado por el Chapo Guzmán y la actriz Kate del Castillo, reconoce que puede dar para "muchas novelas. Sería la gran novela mexicana".
El asunto es "tan sencillo como que no existe la guerra contra el narcotráfico. Existe la guerra por el narcotráfico. No hay una guerra para acabar con él, sino para ver quién lo controla. Ello explica las entradas y salidas de la cárcel del Chapo".