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Lecciones de las elecciones

NUESTRO CONCEPTO

El proceso electoral que tuvo lugar en 14 entidades de la República, entre ellas Durango, permite apuntar, a manera de primeras reflexiones, que la competencia entre partidos y alianzas ha alcanzado un nivel en el cual la participación del Tribunal Electoral se vuelve decisiva en varios de los comicios.

Hasta el cierre de edición, en poco más de la mitad de los estados el pronóstico se mantenía aún reservado, lo cual sugiere que varios procesos serán judicializados, y las denuncias, el armado de las mismas, y el criterio de los magistrados tendrán la última palabra para poder anunciar un ganador definitivo.

Este último punto no es de extrañar, ya que hasta ahora los partidos políticos han pretendido abatir los problemas de la democracia electoral mexicana con un exceso de regulación. Cada reforma, motivada por el disgusto de los partidos perdedores en elecciones pasadas, implica la creación artículos en las leyes y códigos que se traducen en más prohibiciones y restricciones. Esto abre la puerta a que las denuncias por presuntas irregularidades se incrementen.

Pero, contrario al objetivo buscado, la sobrerregulación no ha significado la disminución de la guerra sucia en las elecciones.

Las campañas, del proceso electoral que tuvo ayer su clímax, estuvieron marcadas por los golpes bajos y las batallas de lodo. Prácticamente en todos los estados surgieron señalamientos y descalificaciones, incluso recurriendo al espionaje y las mentiras, que dejaron en segundo plano las propuestas.

También se observa que al PRI, con todo y que tiene en su poder la Presidencia de la República, cada vez le está costando más mantener su control en los estados donde siempre ha sido gobierno. En ellos se observa un crecimiento de la oposición, incluso al grado de poder arrebatarle algunas entidades, aunque aún falta que los resultados se confirmen.

En el caso de Durango, llama la atención el papel fundamental que jugó La Laguna en la contienda. Con el antecedente de lo ocurrido hace seis años, esta región se convirtió en el campo de batalla de los dos principales candidatos.

Pero la atención que en el plano electoral ha tenido la comarca hasta ahora no se ha traducido en políticas públicas que le ayuden a mejorar sus condiciones de desarrollo. Con lo ocurrido ayer, esta situación debe cambiar.

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