En una región semiárida como La Laguna, la lluvia debería ser una bendición. No obstante, la deficiente infraestructura hidráulica ocasiona que cada vez que se registras copiosas precipitaciones, las calles se vuelvan un auténtico caos, con los daños consecuentes. La historia es recurrente. La mayor parte del año el tema de la necesidad de un drenaje pluvial eficiente permanece fuera de la agenda de los gobiernos municipales. Cuando llegan las lluvias, el tema surge con fuerza impulsado por el reclamo y el enojo de la ciudadanía afectada en sus bienes e, incluso, integridad física. Se lanzan las promesas, pero apenas se secan las calles, el tema vuelve al segundo plano... hasta la siguiente temporada de lluvias.
Cualquier ciudadano al que le haya tocado recorrer las calles durante o después de una tormenta, o que haya experimentado inundaciones en su lugar de residencia, puede describir las consecuencias de los temporales. Calles anegadas y destruidas, vehículos descompuestos, casas inundadas, brotes de aguas negras, colectores colapsados, hundimientos en el pavimento. Las labores de remediación pueden tardar incluso semanas e implican importantes gastos, tanto para el erario como para los bolsillos de los particulares afectados. Una y otra vez se reparan colectores del drenaje sanitario. Una y otra vez se tapan los baches y hoyancos de las calles. Se trata de medidas necesarias, aunque reactivas, y pocas veces se piensa en soluciones de fondo.
La semana pasada, un sector del empresariado lagunero solicitó que para el próximo año se destinara el 100 por ciento del recurso del Impuesto Sobre Nómina a la construcción de un drenaje pluvial en la ciudad. La respuesta del alcalde de Torreón, Miguel Riquelme, fue que estaba de acuerdo en que debe hacerse la inversión, aunque aclaró que no podría ser todo el dinero debido a que existen otras prioridades. Aunque esto último es cierto, el reclamo de la Iniciativa Privada refleja el tamaño de la necesidad que tiene no sólo la “capital” lagunera, sino toda la zona metropolitana de contar con un sistema de desagüe independiente de la infraestructura sanitaria, que es también un factor de competitividad urbana.
Debe ser tarea prioritaria de las autoridades trabajar desde ahora para encontrar planes y soluciones económicas, pero eficientes, que ayuden a disminuir los problemas que ocasionan las lluvias en la zona urbana. Para ello, es menester que el tema sea incorporado a la agenda pública todo el año, de manera que entre incluso en el presupuesto que en los próximos dos meses comenzará a trabajarse. De lo contrario volveremos a acordarnos de lo mal que estamos en este rubro hasta que vuelva a llover, se presente de nuevo el caos y la estela de daños que las precipitaciones pluviales ocasionan en nuestras ciudades.