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Los besos por teléfono de Humberto Moreira

SIN LUGAR A DUDAS

PATRICIO DE LA FUENTE
“Solo somos una organización de recogida de datos. Nosotros no exculpamos a nadie. Nosotros no condenamos a nadie”.

— J. Edgar Hoover

Cualquier individuo que se respete, y aún más si desempeña un encargo sensible en política o iniciativa privada, sabe que la única forma en que sus conversaciones permanezcan en el ámbito de lo personal es, precisamente, hablando en corto.

Ello descarta abordar cuestiones delicadas por teléfono, correo electrónico o mediante el uso de redes sociales, no obstante los niveles de encriptación o seguridad que pueda tener un celular u otros métodos de comunicación.

Nadie se salva de ser espiado -ni siquiera el más común de los mortales- ya sea por los organismos encargados de la seguridad nacional, o gracias a cualquier “hacker” medianamente avezado que a través de software asequible por Internet, puede trazar nuestro mapa de vida, amistades, intereses y en su caso, identificar relaciones peligrosas o comprometedoras.

Redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram son controladas por corporativos que no son libres de intereses. Carlos Mirélez, académico y periodista especializado en la materia, afirma que “para comunicarnos tenemos que hacerlo por redes que no controlamos: Facebook, Twitter, Google”.

“El funcionamiento de Google, lo que parece, lo que no aparece en las búsquedas es brutal. El peligro de todo esto es creer que somos más libres de lo que realmente somos: parece que puedes decir lo que quieras en las redes sociales pero lo importante es quien te va a leer”, sostiene.

Esta semana supimos que desde 2013, la Audiencia Nacional española había ordenado la intervención y espionaje telefónico a Humberto Moreira con el fin de determinar la comisión -o no- de diversos delitos en los que se incluye blanqueo de capitales, enriquecimiento ilícito, malversación de fondos y asociación delictuosa.

Ironías del destino, un hombre como Moreira a quien en su tiempo figuras del calibre del empresario Armando Guadiana acusaron de realizar las mismas prácticas, era estrechamente vigilado por la autoridad de España.

“El señor Moreira podrá o no haber cometido la malversación y posterior blanqueo -perteneciendo o no a una organización criminal en México o Estados Unidos- mas no se acredita siquiera indiciariamente su comisión en España, ni aún en parte”, detalla el comunicado.

Para efectos prácticos, la autoridad española no lo exculpa o condena de nada, es decir, que no porque durante la intervención telefónica no hayan detectado la comisión de delitos, ello se traduzca en que no exista alguno que perseguir.

En México, se dice que lo imperdonable no es el crimen sino que te cachen cometiéndolo. De mil y un cosas se puede acusar a Humberto Moreira, pero jamás de iluso.

No se llega a tales niveles en la política mexicana y menos dentro del organismo al que pertenece el profesor (el PRI) sin una cierta dosis de maldad.

Por ello, esperar que Moreira hubiese abordado temáticas sensibles o soltado la sopa en cuestiones tan delicadas como el desfalco a las arcas estatales, el presunto desvío de dinero a la campaña presidencial de Peña Nieto o hablado de los múltiples negocios e importantes capitales que afirman tiene, es pecar de ingenuo.

Recordemos que si en algo se han ido sofisticando los funcionarios es precisamente, en el uso de prestanombres, terceros interesados o arguyendo “donaciones” cuando el enriquecimiento se vuelve obvio…e inexplicable.

Ningún político que se respete habla más de la cuenta por teléfono, y menos tratándose del escurridizo Humberto Moreira. Si a caso encontraremos en sus conversaciones algún mensaje alusivo a la producción de mermeladas que decía vender “con el objetivo de subsistir”, o sabremos cómo va en sus estudios de maestría.

De lo demás, poco o nada. No, los políticos no son dados al teléfono. Nunca se sabe quién los podría estar escuchando…

Y EN SU SERIE “SE VALE SOÑAR”…

Seis organizaciones ciudadanas de Coahuila le enviaron al presidente Peña Nieto una carta en la que solicitan se investigue el desfalco de 36 mil millones que sufrió Coahuila cuando Humberto primero era gobernador. Chicle y pega, en una de esas Don Enrique se apiada de nosotros y le encarga el trabajo a Virgilio Andrade por aquello que salió bueno para nadar de muertito y no encontrar gran cosa.

Perro no come perro, dice el refrán.

Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto

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