Los costos del brexit

El voto de los electores británicos para sacar a su país de la Unión Europea quizá sea el acontecimiento más importante de un 2016 que ha sido hasta ahora turbulento. La mayoría de los especialistas coinciden en que este brexit será perjudicial tanto para el Reino Unido como para la Unión Europea. El que una mayoría, aunque pequeña, de los participantes en el referéndum haya optado por impulsar una medida que claramente perjudicará a todos, recalca una de las desventajas de la democracia, la facilidad con la que puede ser presa de populistas. El resultado del referéndum también demuestra que un creciente ánimo nacionalista y xenófobo puede cambiar un proceso de globalización que ha generado beneficios importantes para el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

No hay organización económica y política más exitosa en los últimos dos siglos, desde la fundación de Estados Unidos de América, que la Unión Europea. Lo que empezó como un acuerdo en 1951 para ordenar los mercados del carbón y el acero, para convertirse en un mercado común, se ha transformado en una unidad supranacional que, si bien ha creado burocracias indeseables, también ha permitido a los países miembros la construcción de una gran prosperidad.

Hoy es fácil subestimar los logros de la Unión Europea, pero el primero es haber permitido el mayor período de paz en la historia de Europa occidental. Esta región había sido un perenne campo de batalla desde los primeros tiempos en que tenemos registros históricos. Las dos guerras mundiales del siglo XX fueron las más mortíferas de la historia y quizá por agotamiento surgió la iniciativa de establecer acuerdos comerciales entre los países que durante tanto tiempo se habían combatido. El principio de que los países que comercian entre sí no se hacen la guerra ha resultado más acertado de lo que se pensaba.

La integración económica, política y social no sólo ha traído paz sino también prosperidad. La pobreza de los años cuarenta y cincuenta ha sido ampliamente superada. Hoy los países de Europa son tan ricos o más que Estados Unidos, que en la década de 1950 los superaba por mucho. En buena medida esto es producto de la estabilidad política y el comercio libre generados por la Unión Europea. No sorprende que los países de Europa oriental que escaparon al régimen comunista hayan buscado unirse a esta organización de la que los británicos han querido escapar.

Si bien en un principio la salida de la Unión Europea fue presentada a los británicos como una forma de liberarse de la burocracia de Bruselas, que ordena trámites y normas que no benefician a nadie, la decisión final de los electores fue producto de un ánimo nacionalista, incluso xenófobo. Los viejos votaron a favor de la salida porque tienen miedo de los inmigrantes polacos. Los jóvenes sufragaron por permanecer en la UE porque ésta les da pasaporte europeo y les permite trabajar en todo el continente. Los jóvenes perdieron la votación, en buena medida porque muchos se abstuvieron de participar. El abstencionismo o la indiferencia cobra un precio muy alto.

El brexit ha sido el triunfo del miedo. El temor ante los extranjeros ganó la votación, pero los costos para la Unión Europea serán enormes y más los que tendrá que pagar Reino Unido. Los productos británicos perderán el acceso libre de aranceles y permisos a los países europeos, su principal mercado de exportación. Las empresas y bancos que se han establecido en Londres para llevar a cabo negocios en toda Europa tendrán que buscar nuevas sedes. Todos esto significará pérdida de empleos. Reino Unido perderá también competitividad ya que las empresas no podrán contratar personal internacional para mantener negocios globales.

Es un absurdo. Todo el mundo pierde. Pero así es la democracia.

Twitter: @SergioSarmiento