La economía mexicana enfrenta los llamados déficits gemelos: el fiscal y el de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que coinciden en un valor de 3% del PIB; de tal manera que ya aparecen como luces ámbar y para algunos analistas muy intensa e incluso rojas.
Sin embargo, debemos hacer una comparación de los dos déficits y ponerlos en perspectiva con retrovisión histórica, porque el riesgo es promover un sobreajuste recesivo que tendría costos mayores y no lograría disminuir el coeficiente de deuda pública a PIB, dada la elasticidad ingreso tributaria [incremento porcentual en el ingreso tributario ante un incremento porcentual en el ingreso nacional (PIB)], una baja en el crecimiento disminuiría los ingresos fiscales aumentando el déficit y resultaría contraproducente.
Haciendo una retrovisión histórica, el déficit en cuenta corriente de 3% del PIB, es todavía moderado y no es comparable con el déficit de 1994, ni aun con el de 1981, ya que ambos fueron del 7.7% (Informe Banxico 1994) y 5.2% (Informe Banxico 1982) del PIB, respectivamente, lo que en el caso de 1994, es más del doble de lo que hoy representa.
En la Crisis de 1994 el déficit en cuenta corriente llegó casi a los 30 mil millones de dólares (28.8 mmdd), pero estuvo acompañado de un "déficit" (no superávit) en la Cuenta de Capitales de corto plazo de otros 30 mil millones de dólares (28.9 mmdd) por los Tesobonos (CETES denominados en dólares) y reservas internacionales de menos de 10 mil millones de dólares. De esta manera, cuando el 19 de diciembre el gobierno amplió la banda de 4 a 4.5 pesos por dólar (esto es un ajuste del 15%) inició la salida de capitales y finalmente la maxidevaluación de 100% en 1995 (8 pesos por dólar). A diferencia de estas condiciones, en 2016 tenemos reservas internacionales que ascienden a 176,302 millones de dólares y una Línea de Crédito Flexible del Fondo Monetario Internacional (FMI) por 88 mil millones de dólares.
Se estima que el déficit en cuenta corriente al cierre de 2016 será de 3% del PIB, de tal manera que podemos decir que éste es un foco amarillo tenue, que sin duda hay que cuidar, principalmente a través de una política de mantener un tipo de cambio real (TCR) competitivo que impulse las exportaciones. No obstante, dado que los indicadores de la producción manufacturera de los Estados Unidos no parecen ser muy dinámicos es importante estimular la sustitución competitiva de importaciones, para incrementar el valor agregado nacional, tanto en las mismas exportaciones como en la producción interna.
Respecto al déficit fiscal, también de 3% del PIB podemos decir que se encuentra aún por debajo del promedio de los déficits de países avanzados (ver cuadro).
Sin embargo, no se debe soslayar el hecho de la velocidad del aumento en la deuda pública, un incremento del endeudamiento equivalente a 12.8 puntos del PIB, en los cuatro años de la presente administración y que se estima podría cerrar en 50.5% del PIB para este año.
Aun en el análisis comparativo con los países de la OCDE, México se encuentra por debajo del promedio en el coeficiente de deuda a PIB que en 2014 fue de 89.6%. Sin duda, un menor coeficiente de deuda pública es positivo; pero, es necesario dimensionarlo, pues hay países que tienen un coeficiente de más del doble de nosotros y que siguen sin enfrentar crisis fiscales, tales como: Estados Unidos, Japón, Italia, Bélgica, Portugal, Austria, Francia, Hungría, España, Reino Unido e Irlanda, entre otros.
Hay que recordar que al contratar deuda, el principal objetivo del gobierno debe ser el financiamiento de la inversión productiva, que es la que genera mayor producción, empleo e ingreso y, por lo tanto, mayor captación tributaria, y es un financiamiento sano.
En este contexto, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) propone un ajuste adicional de 50 mil millones de pesos adicionales (*), a lo que el secretario de Hacienda José Antonio Meade ha aclarado que ya no hay más margen para hacer recortes.
El ajuste presupuestal será de 239.7 mil millones de pesos (que equivale a 1.2% del PIB), de los cuales 169 mil 400 millones ya fueron aplicados en 2016 y para 2017 serán 70 mil millones, por lo que este ajuste será gradual a lo largo de estos dos años y el impacto sería menos recesivo para nuestra economía.
Siempre es bueno contar con una economía esbelta; "quitar la grasa es sano", pero cortarle el brazo sería contraproducente e implicaría debilitar aún más la economía y la productividad. En este caso Pemex está en sus límites y, derivado del ajuste, 26% de sus proyectos quedaron sin presupuesto (**), debilitando así su capacidad de recuperación. Es así que un ajuste mayor nos colocaría en el umbral de un sobreajuste.
En el documento Criterios de Política Económica 2017, se prevé que la economía crecerá en un rango de 2% a 3%, promedio 2.5%. De esta manera, si se realiza un sobreajuste que pueda reducir el crecimiento un punto porcentual, el efecto en la elasticidad ingreso tributaria implicaría reducir los ingresos fiscales y no alcanzar el superávit primario. Es importante observar que hay un doble objetivo: el equilibrio y la consolidación fiscal y también el crecimiento; la meta del 2.5% es fundamental.
Para quienes argumentan que este ajuste debe ser más drástico y menos gradual, en otras palabras, tratamiento de choque vs. gradual como en 1995, hemos visto que las condiciones no son comparables y que en ese momento no había opción más que hacer un ajuste que costó 6.9% del PIB (Informe Banxico 1995) y la pérdida de más de 1 millón de empleos, con desastrosas consecuencias para la población, aunque sin duda fue eficaz tuvo un alto costo.
De realizarse un ajuste mayor a los 240 mil millones de dólares corremos el riesgo de provocar un "sobreajuste recesivo" (overkill, uso excesivo de la fuerza o la acción que va más allá de lo necesario para alcanzar un objetivo). Afortunadamente, parece ser que en esta perspectiva el secretario de Hacienda está consciente de ello, pues afirmó que "ya no hay espacio para un ajuste mayor", pero no debe dejarse presionar por algunos agentes económicos, sin olvidar que es importante el alcance del doble objetivo: el superávit primario, así como el crecimiento.
NOTAS:
* http://www.excelsior.com.mx/nacional/2016/09/13/1116504
** http://www.elfinanciero.com.mx/economia/sin-presupuesto-26-por-ciento-de-los-proyectos-de-pemex.html
Presidente del Centro de Capital Intelectual y Competitividad (CECIC) y miembro fundador del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico A.C. (IDIC).