Sólo a punta de votos en contra, provocados por negligentes caciques provincianos, mentiras y denuestos mafiosos, el partido en el poder entendió que no entendió.
Golpe seco, sacudida, derrota y paliza parecen haber fracturado la burbuja de soberbia que mantenía aislada de las demandas ciudadanas a la casta divina del poder priista, empeñada en espejismos.
La corrupción hizo perder al tricolor el control de más de medio país; Beltrones, ni los tricolores sumisos, podrán mostrarse dolidos, pero no sorprendidos.
Javier Duarte y su desastre en Veracruz era un pasivo lesivo; corrupción, violencia e impunidad, lo mostraban como el mejor enemigo de su partido; comentócratas, finalmente ignorados, vislumbraron la debacle.
Otro Duarte, César, "el banquero ganadero", ahora es "perdedero"; los chihuahuenses le pasaron factura por haber manipulado impuestos a placer y beneficio, devenido en perjuicio.
Egidio Torre Cantú incapáz de frenar al crimen organizado en Tamaulipas deslindó la responsabilidad de gobernar y entregó la seguridad del estado a la federación; un títere sin cabeza.
El electorado quintanarroense, marcado por los excesos autoritarios de Roberto Borge, endeudador profesional como pocos, terminó por castigar a un gobernador sin oficio. Acostumbrado a despreciar adversarios y gobernados, y someter a los medios de comunicación, se creyó moncarca por voluntad divina.
Esos cuatro miserables gobernadores sudan frío; ¿podrían acabar en el "bote"?
Tampoco duermen aquellos funcionarios federales que metieron mano "peluda" de manera descarada en el "proceso".
El gobierno federal contribuyó a la debacle con varilla y concreto; la desaparición de los 43, los escándalos inmobiliarios, y los conflictos de inetrés colmaron la paciencia de electores cansados de tan procaz impunidad. El gancho de derecha panista también pega a la mandíbula del Presidente de la República.
La lección de la elección es que el PRI lleva rato de cotizarse a la baja -lo del domingo fue devaluación-, sin embargo tiene razón el "colmilludo" Beltrones: "las derrotas no son para siempre; tampoco los triunfos"… ¿es decir que el PRI tiene remedio?
EL MONJE CAUTELOSO
Si el panismo tiene motivo para festejar, la felicidad no debe contaminarse con soberbia. El electorado brinda a los azules otra gran oportunidad de enorme responsabilidad; no un regalo. Al PAN obliga evitar dividirse y no olvidar que las alianzas con el agónico PRD -en tres estados- hicieron posible un mejor resultado.
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