La presente colaboración se basa en su mayor parte, en un artículo publicado en el Global Research apenas en mayo de 2016. Su autor de origen chino, Jo Shin Yang, había escrito antes dos artículos sobre el tema, que fueron, digámoslo así, las primeras aproximaciones a un asunto que a muy pocos nos gusta el "mercado del agua" en un nivel global, en el cual expone una tendencia por demás preocupante en el contexto del acaparamiento del agua por los grandes bancos de Wall Street y algunos multimillonarios, llamados por el autor como "Los nuevos Barones del agua".
En algún momento en este mismo espacio parafraseé a Leonardo Boff, sobre uno de los significados más importantes del agua: su esencialidad expresada en la frase "el agua es vida y la vida no puede ser una mercancía", y que por tanto ni la vida ni el agua debieran privatizarse. Esto sigue siendo para un servidor, la base fundamental para entender que la gestión del agua debe ser pública y no privada, sin embargo, algo muy distinto está sucediendo a nivel internacional y es real también que para nuestro país es una clara amenaza.
Desde hace algunos años, los grandes bancos y multimillonarios vieron el agua como una "mercancía estratégica" mucho más crucial e importante que el petróleo. Y ni tardos ni perezosos, los grandes conglomerados de bancos y magnates ricos empezaron ha adquirir "miles de hectáreas de tierra con acuíferos, lagos, derechos sobre el agua, servicios sanitarios y acciones en empresas de tecnología e ingeniería del agua de todo el mundo." De acuerdo con Jo Shin Yang, la historia oculta en todo esto es mucho más complicada: "La historia real del sector mundial del agua es un enrevesado lío que implica a empresas de inversión de Wall Street, bancos y otras empresas globales de capital privado de élite que trascienden las fronteras nacionales para asociarse entre sí, con bancos y fondos de cobertura, con empresas de tecnología y gigantes de los seguros, con fondos regionales de pensiones del sector público, y con fondos soberanos. Todos ellos se están focalizando en el sector del agua, no sólo para comprar derechos de agua y tecnologías de tratamiento de agua, sino también para privatizar los servicios públicos de suministro de agua y las infraestructuras respectivas."
¿Pero qué papel están jugando los gobiernos en todo esto? Algunos dirían que el más desconcertante, otros diríamos que el más esperado: "Al mismo tiempo que los grandes bancos están comprando agua por todo el mundo, los gobiernos se están moviendo rápidamente para limitar la capacidad de los ciudadanos para ser autosuficientes en el suministro de agua."
Hágame usted favor, al más puro estilo de aquella empresa norteamericana Bechtel, que creó la empresa Aguas del Tunari en Cochabamba Bolivia, que adquirió en 1999 de manera ilegal la concesión del agua, antes de que se aprobara la ley que permitía dicha concesión, que aumentó la tarifa en un 35 por ciento en el único año que operó, y que prohibió acopiar sin permiso el agua de lluvia, que podía desconectar, arrestar y encarcelar a un usuario por no pagar el agua, y que luego estalló aquel conflicto que conocimos como la Guerra del Agua, para regresar a la gestión pública el agua potable de Cochabamba.
Lamentable que ahora sean los gobiernos los que estén actuando de tal modo. Un ejemplo que ofrece Shin Yang como evidencia es "el caso de Gary Harrington en Oregon, Estados Unidos, en el que el Estado criminalizó la recolección de agua de lluvia en tres estanques situados en su terreno privado, al condenarle con nueve cargos y lo sentenciaron a 30 días de cárcel." Y continúa diciendo: "es un ejemplo del extraño nuevo orden mundial en el que los multimillonarios y los bancos elitistas pueden poseer acuíferos y lagos, pero los ciudadanos comunes ni siquiera pueden recoger agua de lluvia o nieve en sus propios patios y terrenos privados."
En México, la tendencia privatizadora se observa en la concentración de concesiones de pozos profundos y de derechos de agua en los distritos de riego, así como en la privatización de los organismos operadores de agua y saneamiento. Además, actualmente se debate el nuevo proyecto de Ley General de Aguas, en el que se favorece la centralización y maximización de ganancias en coherencia con la tendencia antes mencionada.