Aunque sus risas no se escucharán más en casa y sus abrazos sean un bello recuerdo, una parte de Lupita Torres vivirá en las personas que recibieron su "regalo de vida" tras su partida.
Tenía 17 años cuando lo inimaginable sucedió. Un accidente en motocicleta hizo que cayera como en un profundo sueño tras las lesiones que sufrió en su cabeza.
Durante cuatro días, los médicos hicieron lo humanamente posible para tenerla de regreso en casa, mientras sus padres, amigos, conocidos e incluso desconocidos emprendieron una cadena de oración para lograrlo. Y es que de inmediato, su fotografía comenzó a circular en las redes sociales pidiendo una oración por la salud de Lupita.
Fue el 17 de marzo, cuando Gabriela y Antonio recibieron la devastadora noticia. Lupita había sido declarada con muerte cerebral.
En medio del dolor, sus padres debían tomar una de las decisiones más difíciles como padres, despedirse de su única hija mujer y "regalar" una parte de ella para que otras personas tuvieran una segunda oportunidad de vivir, o simplemente, de mejorar su calidad de vida.
"Cuando a nosotros nos dijeron 'se va acercar una persona a pedirles la donación de órganos', mi primer reacción fue, no por favor, quiero estar sola, no quiero hablar con nadie", cuenta entre lágrimas Gabriela, su madre. "Nos dan la noticia y a los dos o tres minutos nos están diciendo lo de la donación de órganos. Muchas familias no asimilan, su cuerpo estaba caliente, su corazón palpitando, no te podías imaginar, estaba como dormida", comenta Antonio, su padre.
Luego de que el médico les diera la noticia, la familia se despidió de su pequeña Lupita.
"Empezamos a platicar con ella, a despedirnos, su hermano (Enrique) y nosotros, nos tomamos todos de la mano; tuvimos la oportunidad de estar en familia en los últimos momentos, le cantamos, la besamos…", recuerda su mamá.
Para sus padres, la presencia de un sacerdote, quien sin contarle nada de lo sucedido acudió a la habitación de Lupita, fue importante, pues representaba para ellos la presencia de Dios a través de él.
Al salir, la doctora Leydi Peniche Polanco, quien forma parte del Programa Regional de Donación y Trasplante de Órganos, les explicó sobre el tema. Primero los cuestionó si en algún momento de su vida su hija les habló sobre su deseo de donar sus órganos. En ese momento su mamá "tuvo un chispazo", dice.
Y es que recordó las cosas lindas que su hija hizo durante su corta vida, desde ayudar a las personas de los cruceros hasta alimentar a los animales de la calle.
Para su madre, fue como una señal, fue como si su hija le hubiera susurrado en el oído "acuérdate mamá". "Si ella fue tan bondadosa, por qué no iba ella a donar, por qué no iba a hacer felices a otras personas que estaban necesitando y esperando", cuenta su mamá, mientras sus lágrimas recorren su rostro.
"Fue la señal que ella me dejó para que pudiera recordar en esos momentos difíciles, porque en esos momentos tu mente, comprendo a las personas que deciden no donar porque tu cabeza está bloqueada y dices 'no, no', cuando alguien te deja ese tipo de señales te hace entrar en lucidez y recordar cómo era esa persona, cómo le gustaba dar amor, porque ella le gustaba dar amor y así fue hasta el final".
Regalo de vida
En cuestión de minutos, los médicos actuaron. Sus córneas, hígado, tejidos, pulmones, y entre otros órganos fueron tratados para ayudar a los pacientes que se encontraban en espera de un donador.
De acuerdo con los padres de Lupita, el corazón no fue posible donarlo debido a la falta de preparación de las instituciones médicas en la Comarca Lagunera para su traslado hacia la capital del país.
"No están preparados en Torreón, no hay cultura de la donación", dijo su mamá. "Faltaba para poder llevarlo a México", explicó Antonio.
Aunque una parte de su hija vivirá en esas personas, no les inquieta conocer quiénes son.
"Esto lo hicimos por Lupita, simplemente es un regalo que dio ella, y no es necesario agradecer", comentó su madre.
Por otra parte, reconocieron que no fue fácil decir sí a la donación, pero aseguran que fue necesaria para hacer feliz a otras familias. "Mi hija va seguir viviendo en otras personas, va seguir aquí con nosotros, no será en vano su muerte, no va a quedar aquí, ella va hacer algo más. Mi hija va dejar amor, y ese amor lo va a sentir la gente que reciba sus órganos", dijo su madre a poco más de un mes de la partida de su pequeña Lupita Torres.
Sin pendientes
Aunque fue corto el tiempo, Gaby y Antonio aseguran que no quedaron pendientes con su hija, pues la disfrutaron al máximo.
"Le dedicamos mucho tiempo a ella, tenía mucho apego con nosotros, cuando salíamos de viaje siempre la llevábamos, a donde fuera; todo el camino íbamos hablando con ella, teníamos mucha comunicación", cuenta Antonio.
Lupita era la hija mayor de tres hermanos: Enrique, de 16 años, Antonio, de cuatro, y Ángel, de dos meses de edad.
De acuerdo con su madre, Lupita siempre vivía pendiente de sus hermanos, sobre todo de los más pequeños, pues con Enrique la relación era diferente, de complicidad.
"Nuestra relación era como la de todos los hermanos, peleábamos seguido, pero cuando se trataba de que nuestros papás estaban en contra de nosotros, nos uníamos", cuenta Enrique.
Fue precisamente con él, con quien Lupita pasó sus últimos momentos de su vida. "Ese día íbamos a las Dunas, le dije vamos, lleva tu cámara, y dijo que sí. Ella prefería otras cosas, y ese día decidió estar conmigo".
Para él, la muerte de su hermana dio vida a otras personas, "su muerte sirvió de algo, de buena manera, dio vida a otras personas".
Llena de amor
Los últimos meses para Lupita fueron intensos. En ese tiempo, llegó a su vida Jesús, quien durante todo un año vivió con la esperanza de un día conquistarla y hacerla feliz, y así fue.
El 25 de diciembre del 2015, Jesús se atrevió y le pidió que fuera su novia y aceptó. "Con ella supe lo que fue un noviazgo, a pesar de que fue muy poco el tiempo, viví muchas cosas con ella… para mí fue como mi primer amor", dice.
Para Jesús, la decisión que tomaron sus padres fue admirable, "fue un gesto muy bonito, no cualquiera, me incluyo, lo haría: si yo hubiera pasado por lo mismo, no lo hubiera hecho".
Por su parte, Alexa, una de las mejores amigas de Lupita a quien conoció desde la guardería, dice que gracias a ella ahora es una mujer más segura, "ella sabía cómo hacerme sonreír o cómo quitarme el miedo, me alentaba a hacer muchas cosas que a lo mejor yo no me atrevía. Es una amiga de toda la vida y siempre lo será; ella sabe que siempre va a tener un lugar en mi corazón".
Oriana, otra de sus amigas de la infancia, calificó a Lupita como alegre "y no le gustaba ver a nadie triste. Y pues la verdad siempre fue una gran amiga, lo sigue siendo y lo seguirá siendo, y ella para mi sigue viva en mi corazón, porque me dejó muchos momentos y muchas experiencias muy agradables, viví muchas cosas muy bonitas que no se me van a borrar fácil, fue una de mis mejores amigas y lo seguirá siendo".
Lupita Torres, además de vivir en los recuerdos que dejó en sus amigos y familiares, una parte de ella seguirá viva en aquellos desconocidos cuya espera terminó al recibir su "regalo de amor", que les permitirá una segunda oportunidad de vida.