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Mano sucia empresarial

Corrupción en la iniciativa privada y la responsabilidad social corporativa

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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Liliana Ayala

Está muy arraigado el considerar que la corrupción política es la única que debe de preocuparnos ya que compromete recursos públicos provenientes de nuestros impuestos, pero, ¿alguna vez nos hemos detenido a cuestionar a qué grado nos puede afectar la corrupción empresarial?

Aunque al escuchar la palabra corrupción se tiende a politizar el tema y lo primero que viene a la mente son instituciones de gobierno y funcionarios públicos, no se debe olvidar que la corrupción tiene varias caras y todas sus formas impactan del algún modo negativo en la vida de todas las personas.

La función de una empresa privada es vender productos o servicios con la finalidad de obtener una ganancia económica, sin embargo, al formar parte de una sociedad, sus objetivos, responsabilidades y obligaciones no pueden limitarse únicamente a satisfacer sus propias necesidades como si fuese un ente aislado, pues tiene también la obligación de satisfacer las necesidades del entono en el que se desenvuelve. Es por esto que surge el concepto de 'responsabilidad social corporativa' que busca maximizar lo bueno y minimizar los efectos adversos que tiene una compañía, adoptando criterios de transparencia, protección al medio ambiente y a la comunidad donde opera, vinculando las metas empresariales con los intereses sociales.

Si bien las utilidades de las empresas privadas pertenecen a los dueños, la derrama económica que generan beneficia directa o indirectamente a la comunidad y al país donde realiza sus actividades y dependiendo del tamaño de la organización algunas impactan de manera significativa en el Producto Interno Bruto (PIB) del país, principal indicador de crecimiento-decrecimiento económico a nivel mundial que influye de manera importante al momento de hacer tratos comerciales con otros países. Además, actualmente vivimos en entorno más integrado globalmente, con el mayor acceso a la información de todos los tiempos, lo que ha generado mayor conciencia en los consumidores sobre cualquier producto. Estas son sólo algunas de las razones que la iniciativa privada debería tener en cuenta para evitar a toda costa que dentro de sus corporaciones germine la semilla de la corrupción.

CORRUPCIÓN CORPORATIVA

La Doceava Encuesta Global de Fraude, realizada en 2013 por la firma de servicios profesionales Ernest & Young, incluyó a 50 compañías mexicanas con importante volumen de ingresos, aportación al PIB, tasa de generación de empleos y perspectivas de crecimiento, que echaron luz sobre una situación en ocasiones desestimada.

Según el informe, el 60 por ciento de los encuestados de México dijo que las prácticas de soborno y corrupción son comunes en sus empresas, el 38 por ciento cree que el soborno es una práctica comúnmente utilizada para conseguir contratos, y el 44 por ciento consideró que las prácticas de soborno y corrupción iban en aumento debido a la crisis económica.

Los sectores energético, farmacéutico y de la construcción fueron señalados como los más vulnerables al fenómeno de la corrupción, lo que según la Asociación de Examinadores de Fraude, deriva en pérdidas de hasta el cinco por ciento de sus ventas totales.

Las prácticas mayormente empleadas para la obtención de ventajas, sobre todo en licitaciones, son pagar entretenimiento a funcionarios para obtener contratos, dar obsequios para concretar negocios, así como ofrecer pagos en efectivo para retener negocios; sobornos que luego son simulados como parte de la contabilidad y cubiertos mediante facturas apócrifas.

A pesar de estos resultados, sólo una de cada cinco compañías encuestadas ha realizado evaluaciones de los riesgos relacionados con fraude y corrupción antes de adquirir un nuevo negocio o entablar relaciones con otras empresas. Parece ser que las compañías mexicanas se están quedando rezagadas al momento de monitorear sus relaciones con terceros a diferencia de sus contrapartes latinoamericanas y norteamericanas.

LASTRE DE LA COMPETITIVIDAD

La corrupción tiende a contaminar todas las esferas de la sociedad donde se encuentra presente, obstaculizando cualquier actividad productiva y frenando la competitividad de empresas, ya que dentro de un ambiente corrompido es más difícil alcanzar los propósitos y metas trazadas por una empresa, y cuando este tipo de prácticas están presentes en el medio es probable que comiencen a replicarse al interior.

Las empresas que promueven o toleran en su sistema este tipo de prácticas muchas veces terminan siendo víctimas de la corrupción de diversas maneras. Por ejemplo, temas que antes eran únicamente de conocimiento regional, ahora con la accesibilidad del internet pueden ser conocidos en todo el mundo con una rapidez impresionante, es por eso que cada día la transparencia organizacional adquiere más valor para inversionistas o posibles socios comerciales; nadie quiere ver su marca afectada por asuntos éticos e inclusive legales.

Si bien el conseguir una sociedad completamente libre de corrupción parece ser una utopía, sí es posible construir una sociedad donde los efectos de la corrupción no distorsionen la economía de un país.

Si los empleados han tenido que recurrir al engaño para buscar el beneficio de la empresa, es probable que no vean impedimento para hacerlo de nuevo en busca del suyo propio, pues comprueban que este tipo de prácticas no se castigan. Al dar pie a una cultura corporativa deshonesta, los empleados que no quieran ser partícipes decidirán retirarse de la organización, quedando así los menos honrados, una situación que tarde o temprano dañará el prestigio de la empresa y su rentabilidad al reducir la credibilidad en sus negocios.

LAS CARAS DE LA CORRUPCIÓN

La corrupción puede adoptar muchas formas que pueden incluir el soborno, la malversación de fondos y la extorsión, lo que puede traducirse en ineficiencia, pérdida de recursos, desarrollo debilitado y mayor exposición al crimen, ya que las actividades delictivas pueden encontrar fácilmente un nicho para albergarse dentro de empresas que se prestan a prácticas poco éticas, lo que finalmente termina por afectar a la sociedad en general. Este tipo de situaciones son sumamente evidentes en economías emergentes, como la de México.

La corrupción indudablemente afecta a cualquier empresa debido a que los sobornos o 'mordidas' que se pagan para acelerar trámites, obtener licencias o ganar contratos del gobierno aumentan los costos de producción y, por lo tanto, elevan el precio final de los productos.

Las mordidas que se pagan para eludir la ley, por otra parte, si bien pueden reducir los costos de producción para las empresas, también pueden significar costos enormes para la sociedad, ya que permiten a las empresas incumplir la reglamentación ambiental y de seguridad laboral. Asimismo, repercuten en materia de recaudación de impuestos, y como ya se sabe, la evasión fiscal limita los ingresos del gobierno y, por ende, su capacidad de acción.

En general, la corrupción distorsiona los precios de mercado, genera una mala asignación de recursos y altos costos sociales. La sociedad pierde en eficiencia, en seguridad laboral, en el mayor precio que paga por los bienes, en recursos públicos, en la protección al medio ambiente y en oportunidades para invertir el dinero del gobierno en proyectos con auténtico beneficio social.

Un vicio que además genera incertidumbre en la economía, que eventualmente aleja las inversiones y genera fuga de capitales. Investigaciones del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras internacionales muestran la estrecha relación que existe entre el bajo desarrollo económico de algunos países y los altos niveles de corrupción. La falta de inversión y de desarrollo económico que genera la corrupción en un país afecta las oportunidades de crecimiento de las empresas.

ALTO A LA CORRUPCIÓN

Los beneficios a mediano y largo plazo de convertirse en una empresa transparente superan por mucho los costos iniciales de rechazar los incentivos que invitan a actuar deshonestamente. Las empresas deben tener presente que la corrupción se torna en un círculo vicioso que puede suponer su fin, especialmente cuando son pequeñas o medianas.

La iniciativa privada es el gran motor de nuestro sistema económico, por lo que en la lucha contra la corrupción deben de compartir esfuerzos y responsabilidades.

El mayor reto consiste en lograr impacto de manera directa en el bienestar de la población. Desarrollar la capacidad para comportarse de manera ética sólo es posible si se tiene la voluntad de hacerlo. Si bien es cierto que el factor económico dictará la mayor parte de las decisiones -lo cual es lógico, ya que se trata de organizaciones con fines de lucro y es bien sabido que hay casos de empresas poco éticas a las que les va muy bien- también es verdad que con la corrupción se instaura un clima de desconfianza y desmotivación entre clientes, proveedores y socios.

No hay que perder de vista que lo realmente importante es el impacto que las decisiones empresariales tienen en las personas, pues de esta forma, y conforme transcurre el tiempo, se puede crear un entorno de compromiso, intercambio de conocimientos y desarrollo que puede beneficiar tanto a la empresa como a la sociedad.

Correo-e: lilianaayva@gmail.com

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