Pecas es una perrita Gran Danés, que nos acompaña desde hace un año nueve meses; con ella me han surgido aprendizajes que nunca imaginé tener.
Primero a compartir con un animal doméstico en casa y pasear con él; luego comprender lo que un ser irracional puede enriquecer la vida familiar; por último, a experimentar otro tipo de sentimientos y afecto, máxime cuando y se fueron los hijos para hacer su propia vida.
Con la Pecas, debí aprender más sobre los animales y tuve que releer un precioso libro: "El anillo del Rey Salomón", escrito por Konrad Lorenz, diversión de la adolescencia, de la que ahora obtuve mayor provecho.
Otros textos, inclusive videos, me enseñaron el "abc" del cuidado y como entrenarla. Debo reconocer que Angélica, mi esposa, con su obsesivo sistema de enseñanza/aprendizaje me ha superado, reconociendo en ellas la comunión que se puede establecer entre un ser irracional con su amo.
Con el sedentarismo aparecieron los animales domésticos, consecuencia de tener un lugar fijo para vivir.
A algún primitivo se le ocurrió reunir a las cabras salvajes y mantenerlas en un corral alimentándolas y permitiéndoles engordar; poco a poco fueron cambiando su fenotipo y disminuyendo su temor al hombre; el pastoreo se dio como consecuencia natural y así aparecieron los primeros canes entrenados para ayudar en las faenas diarias.
Konrad Lorenz, escribe que hay dos líneas de descendencia de los perros: una es de los coyotes y otra de los lobos; hoy en día aún en los canes citadinos podemos encontrar los rasgos de sus predecesores; tome como ejemplo al pastor alemán.
Igual sucedió con las aves, equinos y felinos, de quienes se dice no existen "corrientes" ya que el de menor linaje es "mininus domésticus". Vaya usted a saber.
Sin duda, el animal doméstico ha sido de gran ayuda para los humanos y algunos de ellos verdadera compañía y alimento a la afectividad; recuerde grandes historias de apego animal hacia personas, como aquella de Hachiko, el perrito de Japón que murió, luego de muchos años, esperando a su amo en la estación del tren.
Todos requieren de atenciones y cuidados, desde alimentación hasta medicación y también debemos saber que nuestra convivencia con ellos puede traernos enfermedades, caso particular de las aves.
Para la población mexicana, -hasta hace poco mayoritariamente rural- el perro (a) de la casa es un integrante de la familia. No hay mayor regalo para un niño que recibe a cambio el aprendizaje de responsabilidad y se nutre con la lealtad manifestada; compañero (a) ideal para los adolescentes y, en algunos casos, hasta cómplice de aventuras; y para los mayores, la compañía apacible o el amigo en largas caminatas.
Son relaciones de dar y recibir, que deben estar basadas en al amor del hombre y el instinto de pertenencia y fidelidad del animal. Casos contrarios son parte de las llamadas neurosis.
Ahora le pido que recordemos los casos de patología humana: a últimas fechas hemos sabido, por los medios tradicionales y redes sociales, de las acciones del enfermos que maltratan y hasta matan a sus mascotas; una que fue olvidada, atada del cuello, teniendo su muerte por hambre y sed; de la mujer que apaleó a su animal logrando hacerle perder el conocimiento; otro enfermo, que amarró a su can del cuello, con una soga, para luego darle vueltas hasta desnucarlo. Igual los ahorcan, queman, cuelgan, desuellan o los entrenan para que se maten unos a otros.
Muchos de ellos son verdaderos neuróticos, que estallan en una crisis de descontrol y desahogan su ansiedad y/o estrés acumulado en el indefenso animal doméstico -nunca si se defienden-; otros, por su ignorancia, piensan que con golpes y por su instinto de sobrevivencia harán comprender al animal lo que de ellos esperan.
Unos por ignorancia -los menos- y otros por enfermedad, son personas con perfiles psicológicos de alta agresividad, que por el momento lo hacen con animales y de no ser atendidos podrán evolucionar hasta atacar a familiares o conciudadanos.
Aunque ésos no tienen justificación, sí debemos comprender el problema que representan, originado en su desajuste de su esfera psicológica. Nos urge reciban tratamiento.
A últimas fechas se ha tratado de poner en vigencia reglamentación en el cuidado de las mascotas, algo bueno indudablemente y también han proliferado asociaciones dedicadas al cuidado de animales callejeros y/o abandonados.
Ya son cientos de miles los canes que deambulan en La Laguna y su descontrol es un peligro potencial para todos, particularmente en tiempos calurosos, cuando se incrementa la posibilidad de transmisión del rabdovirus, causante de la rabia.
Habrá que actuar firmemente contra los humanos enfermos y responsabilizarnos - todos- de los animales domésticos, exigiendo trabajo eficiente a los responsables en los municipios, algo difícil por su incompetencia y falta de recursos.
¿Tiene usted una mascota?
Ydarwich@ual.mx