El alcalde de Torreón y casi seguro candidato del PRI al gobierno de Coahuila, Miguel Riquelme Solís, declaró ufano esta semana que las administraciones próximas anteriores sólo hicieron obras de mentiritas en el centro histórico de la ciudad, a diferencia de lo que ha ocurrido dentro de su mandato, que el próximo lunes inaugurará el denominado Paseo Morelos, obra que cataloga como catapulta del resurgimiento de esta zona de ciudad.
"¿Qué cambios de los que hizo Guillermo Anaya, José Ángel o las últimas dos administraciones, generaron derrama económica en el Centro? Ninguna". Fue la declaración textual del edil, que de la forma más ramplona omitió el nombre de su antecesor inmediato, el priista Eduardo Olmos a quien tácitamente incluyó en ese grupo de colegas suyos (presidentes municipales en su tiempo) que sólo hicieron cosas de mentiritas, a diferencia de su administración a la cual atribuye el despunte que ha tenido el propio centro, a diferencia del abandono que antes se vivía en ese mismo sector.
Cada quien puede juzgar las cosas como le parezca, yo no sé si haber gestionado la compra del edificio del Banco de México para uso municipal sea una obra de mentiritas, lo cual ocurrió en tiempos de Guillermo Anaya. Igual el rescate del Canal de la Perla fue también otra mentirita. El intento de que el cableado eléctrico aéreo fuese cambiado por uno subterráneo para mejor estética no fue una mentira, fue un proyecto fallido, también en tiempos de Anaya.
Cuando José Ángel gobernó, se colocó un concreto estampado en algunas partes de la zona, principalmente sobre la avenida Hidalgo, donde se vivía la mayor concentración de personas en ese entonces, quizá en el sentido que lo dice el alcalde Riquelme, esa obra no fue ni remotamente suficiente para lograr la reactivación del centro. Pérez Hernández logró retirar de gran parte de las banquetas del corazón de la ciudad a los vendedores ambulantes, removiendo incluso gran cantidad de tabaretes que invadían la vía pública; lo cual lucía como una gran acción, no una mentirita, el problema es que Pérez construyó un adefesio de mercado sobre las calles Valdés Carrillo y Cepeda, entre las avenidas Juárez y bulevar Revolución, resultando a final de cuentas el resolver un problema - reinstalar a los ambulantes de la vía pública- y creando otro, lo que hoy es una zona vergonzosa para Torreón.
Eduardo Olmos ocupó la presidencia municipal justo antes que Riquelme Solís, y fue entonces cuando Humberto Moreira, en una más de sus acciones megalómanas, instrumentó el derrumbe de la anterior presidencia municipal, que estaba ubicada entre las avenidas Matamoros y Morelos y las calles Ramón Corona y Galeana, y se dieron a la tarea de adquirir predios que ocupaban la manzana situada entre las avenidas Allende y Matamoros (en esa compra muchos rumores corrieron acerca de actos de corrupción puesto que las compras se hicieron presuntamente a precios muy alzados) para la edificación de la nueva presidencia municipal y sobre todo la Gran Plaza. No creo que esta obra sea de mentiritas, y por supuesto ha sido muy importante para que los ciudadanos volviesen al centro de la ciudad. Cierto es que se supone que el Gobierno del Estado de Coahuila originalmente costearía la obra, pero el dispendio, desfalco y la megadeuda, arrastraron a las finanzas municipales de Torreón (que también sufrieron desfalcos y desórdenes) para concluir el edificio. Pero la relevancia y el cambio fundamental que la Gran Plaza y el propio edificio que alberga la oficina del alcalde le han dado al centro, idea que impulsó el hoy casi innombrable Humberto Moreira, no me parece que sea una mentirita. El movimiento Moreleando, surgido de un grupo de jóvenes ciudadanos hace ya cuatro años, y que fue auspiciado por la presidencia de Olmos, dista mucho de ser un mentirita.
El que se pueda contradecir los calificativos que Miguel Riquelme les endilga a las obras de las administraciones anteriores, no quiere decir que el Paseo Morelos no sea toral para que ciertamente el crecimiento económico y de la propia vida social crezca con ese vigor. El controvertido teleférico claro que también contribuirá a ser un atractivo más de esa parte de la ciudad, pero lo que molesta es ese tufo arrogante que denota Riquelme Solís cuando minimiza lo anterior, calificando de mentiritas lo hecho antes, porque si a esas vamos, sabe bien que en su tiempo también se han contado mentiritas, como la justificación económica de la concesión del alumbrado público por ejemplo.