En este México, nos sentimos tan pobres, tan en la miseria; tan necesitados de estima, que hasta el secretario de Comunicaciones y Transportes, requiere lisonjas al salir a anunciar que el avión más grande del mundo aterriza en México; no tiene nada más valioso que ofrecer. El problema se prolonga con las grandes farsas que han llenado toda la semana, tanto los medios escritos, hablados como televisivos: la captura de un narcotraficante. Pero cuando esa parodia sobrepasa el plano informativo, aparece el ámbito morboso, creando, con veracidad o con fantasía, una relación dudosa de dicho personaje con una actriz; más espectáculo para más rato.
Frente a esos estigmas nacionales, nuestra región y estado vive situaciones similares: Se anuncia pavimentación en un sector de la ciudad cuando es toda ella quien lo necesita; se presume una obra suntuosa innecesaria y se olvida de las carencias esenciales sociales como drenaje pluvial, ya que cada vez que llueve se desquicia Torreón. Más tarde se ofrece, a cambio de impuestos únicos aquí, un medio de traslado popular inexistente, mientras se olvida una megadeuda que nos oprime y sofocará por decenios.
En psicología existe el llamado "Prejuicio de Punto Ciego": un sesgo por el cual uno mismo no se da cuenta de las obcecaciones propias; es decir, una tendencia a no captar, y por lo tanto, a no aceptar los prejuicios propios y de no verse como menos segregado que los demás. Con él se genera el llamado sesgo de autoservicio o por interés personal; este ocurre siempre que la gente sobrevalua su responsabilidad para los éxitos, pero niega los fracasos o fallos también propios. Es entonces que las personas con esta ofuscación tienden a tasar la información en forma ambigua, con tal que beneficie a sus propios intereses; es decir, las personas suelen hacer una positiva atribución interna después de un éxito y hacer una atribución externa después de sufrir un fracaso, atribuyendo los éxitos a su propia habilidad, mientras que los fracasos se atribuyen a las circunstancias o a la mala suerte. Así pues, se suele culpar a los demás de sus propios yerros. Eso mismo lleva al sesgo egoísta, mismo que, según un estudio, demuestra que las emociones específicas de culpa y repugnancia tienen influencia en la persona que solamente ve su interés y olvida de los demás, aun y cuando se deba a ellos.
Ya llegando a la realidad actual, el hecho de festinar excesivamente la captura de un fugado, significa atribuirse éxitos, pero por otro lado, intenta ocultar, tanto la ineficiencia en la custodia, como la corrupción surgida en dicha fuga.
En el campo económico, también se suele culpar a factores externos de la problemática social, financiera y hasta ambiental que afectan al pueblo en general, que mientras más pobre, mayor es su afectación; pero en su ceguera los políticos culpan a la crisis mundial alegando que es quien provoca todos nuestros males. No se olvide que ya los científicos climáticos están prediciendo un "súper niño" que afectará seriamente nuestras cosechas y clima. Más justificaciones para el hambre de 60 millones de mexicanos y el aumento exagerado de los alimentos debido a la fortaleza del dólar, jamás a la debilidad del peso fustigado por corruptelas perpetuas.
La manera como se están manejando los problemas hoy en México, es bajo el esquema de "punto ciego"; no por nada alguien dibujó una caricatura muy certera, en la cual se ve en un camerino al Chapo y en la puerta a Peña Nieto anunciándole su turno en el circo nacional con la frase: "A escena que se me está cayendo el país a pedazos".
Pasada que sea la distracción de la fuga arreglada, seguirá el súper tazón, pero inmediatamente y como salvamento oportuno, celeste y hasta milagroso, la visita del Papa Francisco, quien no viene, para nada, a prestarse a esta parodia, pero que será utilizado por el sistema priista para resarcir daños, mientras vela armas para las próximas elecciones, mismas que, en su momento, serán otro distractor excelente.
Lo importante es que los actores políticos brinquen de una a otra pista circense, el chiste es mantener al pueblo en el limbo papando moscas y a los intelectuales jugándoles la suerte del gatito al que se le arrojan pelotitas de diversos colores para que las persigan y se olviden del desastre nacional; mientras los zopilotes del gobierno se hartan de lana y el presidente estrena inmenso avión, digno de un sultán petrolero, posición que aún cree conservar: no ha comprendido su punto ciego.
Todas esta actitudes no dejan de ser un asalto a la inteligencia de los mexicanos, a quienes nos consideran púberos, inmaduros, incapaces de razonar y siempre dispuestos a creer en las pamplinas de los políticos, sean estos del partido que sea.
En el ámbito local, el punto ciego es inmenso, no por algo, con aguda certeza, un director municipal escribió, respecto de su comparecencia ante el cabildo: "y empieza el show…", no critiquemos lo que siente, porque él conoce a la perfección esa realidad. Y como en política el punto ciego se transmite por ósmosis; el subalterno ve iluminada una importante vía que todos los ciudadanos vemos oscura, asegurando y aseverando que su luminosidad cumple la norma, aunque no aclara que norma, si la haitiana o bangladeshiana.
A punto de terminar esta columna, llega la noticia de la detención de Humberto Moreira Valdés en España; no creo que sea otro punto ciego para ocultar más males, pienso que debemos esperar más información precisa, claro que muchos ciudadanos sencillos nos alegraríamos si pudiera surgir justicia para este estado tan despreciado, gracias Madre Patria, pero debemos ser cautos; aunque si me gustaría, como Remedios Varo, tejer sueños y no puntos negros. Sin embargo para ello debemos "desencantarnos" de nuestra zona de confort y volver a correr tras una ilusión ¿se acuerdan del juego de niños "los encantados" en el que, a quién encantan se queda quieto, inmóvil; hasta que alguien lo salva? Pues salvémonos a nosotros mismos o, en todo caso, seamos ciudadanos transgresores de la política que hoy se vive.