En 1798, el clérigo inglés Thomas R. Malthus publicó su obra económica que conmovió al mundo entero: "Ensayo sobre el principio de población"; expresaba un paradigma que para muchos se convirtió en dogma "científico" de la economía del Siglo XIX: "Considerando aceptados mis postulados, afirmo que la capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos para el hombre. La Población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica. Los alimentos tan sólo aumentan en progresión aritmética. Basta con poseer las más elementales nociones de números para poder apreciar la inmensa diferencia a favor de la primera de estas dos fuerzas. No veo manera por la que el hombre pueda eludir el peso de esta ley, que abarca y penetra toda la naturaleza animada. Ninguna pretendida igualdad, ninguna reglamentación agraria, por radical que sea, podrá eliminar, durante un siglo siquiera, la presión de esta ley…".
Esta teoría, incluía un control natal y hasta una velada sugerencia de limitar la esperanza de vida y fue aceptada por las sociedades anglosajonas, quienes aplicaron medidas en este sentido en sus colonias y; en sus comunidades, buscaron reducir el crecimiento poblacional, política aún vigente de Inglaterra entre otras naciones.
Aunque esa visión de la pobreza nació muerta y es considerada falsa, aún quedan algunos ignorantes que la siguen esgrimiendo como justificación de su incapacidad para resolver la grave problemática de nuestro país, donde la pobreza parece no tener solución; la que, por el contrario, crece continuamente a pesar de programas gubernativos que todos los sexenios se traducen en eficientes sistemas de enriquecimiento de unos cuantos burócratas, pero mantienen la condena del pobre e indigente.
México, el otrora "hermano mayor de América Latina" es ahora el enano de la misma¸ se posee absoluta certeza que en Latinoamérica hay 1 pobre de cada tres habitantes; pero México escapa a esa proporción; su pobreza crece mientras otros países logran un buen avance en su combate. De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) entre 2005 y 2012 en materia de pobreza multidimensional, Perú tuvo una reducción del 62 al 37%; es decir un 25 por ciento menos; Bolivia pasó del 84 al 58%; Paraguay del 65 al 50%; y Chile que ha mantenido un nivel de pobreza bajo, también presentó una reducción importante; del 13 al 7%. Sin embargo, en ese mismo período México apenas avanzó del 43 al 41%; pero que, como quienes pierden peso con dietas rápidas y rápidamente lo recuperan, así nuestro país en los últimos tres años ha alcanzado el récord reconocido del 49%.
Esto nos lleva también a analizar ciertos mitos que se ofrecen para justificar la pobreza; por ejemplo: se nos ha dicho que con el crecimiento económico del país se saldrá de la pobreza, pero los hechos demuestran lo contrario; es indiscutible que en materia macroeconómica México es una de las primeras economías del mundo, y en número de pobres, también es de las primeras: Por ello resulta falso que las reformas estructurales cambiarán la cara pobre de México; si estas llegan a realizarse, panorama muy dudoso, para entonces muchos indigentes ya habrán muerto de hambre.
Otro mito es que la pobreza solamente es económica; falacia que sólo engaña al que no quiere ver; existen varios tipos de pobreza que suman a decenas de millones de mexicanos; una es la alimentaria: no tener para comer; pero otra es la pobreza de capacidades: no poseer un mínimo aceptable en educación y salud para cada persona; una tercera es la de patrimonio: aquella que no permite adquirir los mínimos indispensables como vivienda, vestido, calzado y transporte y una más que no se cuenta por lo programas sociales: la pobreza que más duele a los mexicanos: la indiferencia de las autoridades y de un gran sector de la comunidad; somos invisibles salvo en épocas de elecciones.
A pesar de que programas contra la pobreza van y vienen; la joya de la corona de esta administración federal, "La cruzada contra el hambre"; no funciona; ¿es por ineficiencia? Para nada: es altamente eficiente para lo que se busca; mantener el clientelismo y con él, votos seguros; esa es la razón para no acabar con la miseria; sino, se acaba el negocio.
Esta misma semana se conocieron datos interesantes con referencia a la mencionada cruzada contra el hambre: fraudes en el manejo de recursos y alianzas con la delincuencia organizada en su ejecución. Así, es imposible reducir la pobreza.
Coahuila nos presentó recientemente una de esas singularidades: la petición formal y pública de un grupo de funcionarios de la secretaría de Desarrollo Social que solicitaron a los beneficiarios del programa Prospera que cuando se les preguntara si tenían hambre, lo negaran. Resulta que luego a esas personas las despidieron; Lógico: el pedir que digan que no hay hambre es una movida política, es provocar cambiar las estadísticas negativas del estado, pero tiene una gran desventaja que no vieron: Si ya no hay hambre, se acaban los subsidios y se van para otro lugar, entonces ya no hay "clientelismo" de los pobres y el partido en el poder tendrá que buscar otra forma de mantenerse en él.
Quedó atrás el casado pleito del gobierno del estado con el CONEVAL, organismo público del gobierno federal; donde los datos de pobreza no coinciden entre el sentir coahuilense y el análisis científico de dicha institución que demuestra un crecimiento en Coahuila. Y luego una ridícula justificación: "Son centroamericanos que emigran acá y aumentan la cifra" como si llegaran decenas de miles de esos pobres indocumentados.
En Torreón, donde se construye un adorno como culto a la personalidad de quien busca elevarse a la cumbre del estado, las pobrezas de capacidad y de patrimonio sociales sientan sus reales; múltiples colonias sin agua potable; calles con baches enormes donde había pavimento, muchas otras sin él; luminarias muy modernas que no encienden, semáforos con focos fundidos, videocámaras de seguridad defectuosas e infinidad de personas sin trabajo. Amén de escuelas públicas cuyos servicios sanitarios son fuente de infecciones; pero eso sí, con cuotas obligatorias o expulsión y exigencia de mínimo tres uniformes: diario, gala y deportivo.
Una vez más, nuestros políticos sólo piensan en sí mismos y en estadísticas; las personas no importamos.