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METÁFORA CIUDADANA

MAQUIAVELISMO Y CORRUPCIÓN

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ

Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento.

Cuando en 1513 Nicolás Maquiavelo escribió su obra cumbre, "El Príncipe", narra en ella hechos funestos de políticos sin escrúpulos que lo mismo manejan un comportamiento inmoral, con absoluta falta de honradez, que provocan la matanza de inocentes; todo esto lo ven como algo normal y efectivo en la política. Según Maquiavelo, "El líder debe jugar entre ser bueno y no serlo, de acuerdo con la conveniencia de las circunstancias". La condición humana permite, que al mismo tiempo este "Príncipe" sea generoso, compasivo, leal, valiente, amable, casto y religioso; pero que lo más importante es mantenerse en el poder, aún por encima de la ética, la religión y la virtud; en todo caso, será suficiente huir de los vicios graves que ocasionarían la pérdida del Estado.

Maquiavelo precisa que el príncipe ideal debe poseer dos naturalezas: Humana, para combatir por medio de la razón y las leyes; y animal, para luchar con fuerza y astucia. Los modelos del príncipe son el zorro y el león, pero cada uno al tiempo. Si solo se es león, no se dará cuenta de las trampas. Si solamente zorro, no podrá defenderse contra los lobos. También asevera que: "La fuerza puede ser utilizada para eliminar rivales políticos, para obligar a las poblaciones resistentes y para purgar la comunidad de los otros hombres lo suficientemente fuertes de carácter para con el poder de gobernar, que inevitablemente intentarán sustituir al gobernante".

Todo parece indicar que en México, los políticos leen a Maquiavelo para aprender sus prédicas negativas, pero no siguen sus consejos de conservación del poder, prueba de ello es que casi todos ellos han olvidado su frase con la que abrí esta columna. También se olvidan de la historia y ni se imaginan quien fue Luis XVI ni que en 1910 en México se inició un cambio político que derivó en violencia.

El Senado, después de someter a rígida dieta y severa esquilada a la Ley popular 3de3; intentó volver a maquillarla, cambiarla de ropajes y sentarla en trono de oro. Dentro de esas inequidades establece la responsabilidad de la corrupción a los proveedores del gobierno; son ellos los malvados que incitan, como el diablo a Jesús en el Monte, a pecar, a corromperse: ¿para que querría el Sr. Presidente de la República un ultra lujosa casa en Las Lomas?, fue el asqueroso constructor que lo obligó a aceptarla; esa casa es la misma historia de la manzana del Génesis; "el diablo se la ofreció a Eva, quien como gaviota entusiasmada, convenció a Adán copetes de aceptarla". Hasta ahí la verdad histórica; el ejecutivo es puro y noble y no deseó indisponer a su esposa; aunque con ello perdieran el paraíso de la popularidad, porque ahora más del 70% de los mexicanos lo rechaza.

La propuesta ciudadana ley 3de3 fue brutalmente mutilada, mancillada, ensuciada y desahuciada. En la versión priista no se toca al presidente; se mantiene la tradición diazordacista de impunidad absoluta al ejecutivo; se evitan denuncias públicas ciudadanas al negar el anonimato a denunciantes; se prostituye el sistema punitivo a la corrupción al no establecer penas ejemplares para políticos deshonestos, dejando en simple falta administrativa el aceptar regalos de los proveedores del gobierno, por otro lado se perdonarán actos corruptos si el delincuente confiesa y se reduce hasta en un 70% pena y multas; lo que no queda claro es si eso implica la devolución de lo defraudado; y como absolución, no serán fichados como servidores corruptos, pudiendo regresar a seguir robándole, perdón, sirviendo; una vez que cumplan la pena.

En cuanto a las tres declaraciones con las que tanto soñábamos, bastará al funcionario presentar la simple constancia de la declaración fiscal para cumplir; recordemos que se puede declarar una parte y después completar la constancia, que no comprende montos solo datos muy generales.

En el culmen de su cinismo, y como un alud más de burlas y escarnio al pueblo, los senadores del PRI y su faldero verde, quieren hacer creer a la sociedad que ellos si buscan las leyes anticorrupción completas, que no las están trasquilando, que son los otros los que no apoyan la iniciativa; como si todos desconociéramos e ignoráramos sus trinquetes y malevolencia. Hoy cada día la reacción popular es más fuerte, la manifestación de empresarios en el Ángel de la Independencia es simple muestra del hartazgo en que nos batimos los mexicanos, habrá más y más expresiones públicas de repudio, por lo visto, para el PRI no bastó el cinco de junio; aún cree que puede manipularnos como infantes. Está claro que la tiranía priista es tan fuerte, que los golpes que recibe los absorbe y convierte en energía propia, golpeando luego con ella al pueblo.

Y lo que se puede considerar como circo de la desvergüenza, es el hecho de que los senadores que perdieron elecciones a gubernaturas de estados, regresaron tranquilamente a su curul, cobrando sueldos estratosféricos y derechos retroactivos, pero a la hora de votar esta ley, no acudieron a la cámara o se abstuvieron. Debería haber una ley que eliminara el derecho de legisladores que fueron tras gubernaturas a retornar a la curul. ¿Acaso cuando un trabajador deja su puesto para buscar otro y no lo consigue, regresa a su plaza original?

Y continuando con leyes relacionadas a la corrupción; esa patente tan mexicana, Javier Duarte, cacique dictatorial de Veracruz propone a su abyecto congreso local, la supresión del Fuero Constitucional para el gobernador. Nadie ha dicho que Duarte sea tonto, es increíblemente voraz con el dinero y con los derechos humanos, pero sabe bien lo que propone, es un tipo de venganza contra Miguel Ángel Yunes, quien tiene mucha cola que le pisen. Duarte busca aprovechar su congreso priista, cortesano y zalamero; para atar las manos a Yunes, quien estará más preocupado evitando su salida del poder que no tendrá oportunidad de perseguir a Javier Duarte y sus cientos de crímenes. Y el otro Duarte, César, el de Chihuahua, solicita un préstamo de última hora por cinco mil novecientos millones y paga una canción que lleva su nombre; la ambición y sed de inmortalidad no tienen límites.

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Escrito en: Metáfora ciudadana

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