José Vasconcelos Calderón, destacado filósofo mexicano del Siglo XX; novelista, forjador de una pléyade de políticos humanistas y educador, paradójicamente nació en Oaxaca; se destacó por su labor como maderista y secretario de Francisco Villa; sus novelas retratan detalles singulares de la descomposición del porfiriato, del desarrollo y triunfo de la Revolución Mexicana y del inicio de la etapa llamada «de construcción de instituciones» de la cual él fue pieza substancial. Rector de la Universidad de México en 1920 expresó la importancia de acabar con la opresión y los cruentos enfrentamientos de antaño; suponía que la guerra sería en las aulas y a través de la cultura y la educación. En su discurso de toma de posesión expuso; "La pobreza y la ignorancia son nuestros peores enemigos y a nosotros nos corresponde resolver el problema de la ignorancia; vengo a pedirle a la universidad que trabaje por el pueblo" adelantándose varias décadas al concepto de Responsabilidad Social Universitaria que la UNESCO hizo suya en 1999.
Todas estas ideas quedaron plasmadas en el escudo universitario, que el propio Vasconcelos diseño: El águila mexicana y el cóndor andino formando un ser bicéfalo sobre los volcanes y un nopal, significado de las raíces autóctonas y en la parte central del escudo, el mapa de Latinoamérica, desde la frontera norte mexicana hasta Tierra de Fuego y enmarcándolo la frase "Por mi Raza hablara el espíritu"; de su misma autoría.
Más tarde, bajo el gobierno de Álvaro Obregón, fue designado el primer secretario de educación del México moderno, labor que desempeño con amor al pueblo. Él quería mejorar la vida del mexicano a través de la educación; logró grandes adelantos y florecimiento de las culturas, la edición de libros que entregaba gratuitamente para elevar el nivel de lectura y la promoción del arte; convirtió a los maestros rurales en un ejército de paz y de cada profesor, =según su propia metáfora de raíz católica= un misionero colonial, un «apóstol de la educación». Llevó Misiones Culturales a los más apartados lugares del país e inició un ambicioso programa de intercambio educativo y cultural con países latinoamericanos, a través de «embajadas culturales», envío a brillantes estudiantes mexicanos a entrar en contacto con sus pares de otros países. Impulsó a además multitud de artistas e intelectuales
El Diccionario de la Real Academia Española establece que la meritocracia es un "Sistema de gobierno en que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales"; El economista Arturo Franco, afirma que "La recompensa por el esfuerzo, el ascenso a través de la adquisición de conocimiento y experiencia, y el crecimiento profesional con base en logros tangibles son las expresiones que la meritocracia recopila, lejos del nepotismo, el amiguísimo y el compadrazgo". Conforma una sociedad más productiva y cultivada; enfrenta la solución de la problemática que ha deformado el sistema de liderazgo en México; busca una igualdad de oportunidades para lograr la justicia y promover la movilidad social; provee el mejoramiento social.
José Vasconcelos es un ejemplo de secretario de Educación que llegó al ministerio por méritos propios, pero no ha sido el único; recordemos con Juárez a Ignacio Ramírez, el Nigromante; y a Sebastián Lerdo de Tejada; en el Porfiriato a Justo Sierra; en los gobiernos posrevolucionarios destacan: Jaime Torres Bodet; Ezequiel Padilla; Agustín Yáñez; Víctor Bravo Ahuja; Jesús Reyes Heroles y Ernesto Zedillo; todos ellos una pléyade de intelectuales y escritores con reconocimiento mundial en las letras y la cultura.
La meritocracia es la mejor arma contra el nepotismo; contra la dedocracia, en la cual quien juega el único papel decisorio es la suerte de ser amigo del indiciador, del que mueve el dedo; en el actual gobierno, todos los secretarios son amigos del presidente; algunos tienen méritos propios, no los suficientes, pero si aceptables, pero hay dos casos patéticos: el secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, quien me recuerda en la obra de Jorge Ibargüengoitia "La Ley de Herodes" al títere Juan Vargas, designado presidente municipal de San Pedro de los Saguaros y a Aurelio Nuño, actual secretario de Educación, que defiende el último reducto de las muy fallidas reformas estructurales, esas que hoy son la burla del mundo entero, por su imposible aplicabilidad.
Que llevó a este señor a la secretaria hoy por hoy es la más crítica, la que tiene al país en jaque y que él no sólo no puede responder a la problemática, sino que además se esconde y sigue con su berrinche de que se debe cumplir la reforma "topen chivas" y vaya que los que la están topan son mastodontes. Un ejemplo de su incapacidad es el reciente recorte presupuestal a su famosa "Reforma Educativa"; un cadáver putrefacto que contamina a la nación: se reduce el dinero para las escuelas de tiempo completo que era una de las cerezas del maloliente pastel reformado; un 42 % menos a la Inclusión Digital entre otras medidas tomadas con visión política que en nada solucionan el actual conflicto magisterial, ya de carácter social al haberse sumado otros actores comunitarios como estudiantes de universidades, médicos, intelectuales e infinidad de mexicanos.
De todas las fallidas reformas peñista, la única que podía haberse mantenido era la educativa, ahora ya desahuciada, por ello la van a defender con nuños y dientes; las otras se le han ido por la borda por razones internacionales, por ineficiencia burocrática; por corrupción y hasta por negligencia, ¿pruebas? sube la gasolina; la electricidad hoy está más cara y la telefonía todos sabemos que no fue reforma, fue un simple ajuste a los convenios internacionales que poco ha servido gracias a la comunicación gratuita del internet. Mientras la economía entra en crisis, hasta los lonches de aguacate suben, lo mismo los intereses bancarios así como la inseguridad pública; la corrupción, y, y, y…
¿A qué juega el presidente colocando en áreas prioritarias para el futuro del país a los más ineptos de sus amigos? Total: Él se la pasada viajando de extremo a extremo del continente y que el país siga cayendo en un profundo abismo de hartazgo que pudiera derivar en intolerancia social.