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METÁFORA CIUDADANA

JUICIO FINAL A LA MEXICANA

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ALVAREZ

En 1541 Miguel Ángel terminó su mural "El Juicio Final", una obra maestra de la pintura universal que adorna el altar de la Capilla Sixtina, do nacen los pontífices católicos. El majestuoso fresco está dividido en varias secciones: en la central aparecen Cristo, María, apóstoles y varios santos, e inmediatamente bajo ellos, unos ángeles. La parte inferior se divide en dos: a la izquierda los que ascienden al paraíso y a la derecha, los condenados al infierno.

Precisamente, en el lado derecho de El Juicio final, en el infierno, Bounarroti dibujó a un condenado de gran nariz, melena blanca y aire episcopal, le agregó orejas de asno y una serpiente que, saliendo de las llamas, se enrosca a su cuerpo. Era el retrato de Biagio de Cesana, maestro de ceremonias del papado de Paulo III; cardenal que había criticado al pintor y de quien se decía, gustaba de las pasiones mundanas, del poder y del dinero. Asustado de verse en el infierno, Biagio acudió a quejarse con el papa: con lágrimas le suplicó ordenara al genial pintor, borrar su caricatura del terrible cuadro y en especial de su ubicación en el averno. Paulo III, hombre de buen humor y que además ya sabía de la conducta del cardenal, le respondió con gravedad: "Caro hijo mío, si el pintor te hubiese puesto en el purgatorio, podría sacarte, pues hasta allí llega mi poder; pero estás en el infierno y me es imposible". =Nulla est redemptio=.

Doscientos años atrás, otro toscano, Dante Alighieri, había escrito una grandiosa obra literaria: "La Divina Comedia". En ella relata la vida en los tres niveles de la eternidad: Infierno, Purgatorio y Paraíso. En la quinta fosa del octavo círculo del infierno, existe un lago de brea hirviente en el cual son inmersos los corruptos y malversadores, aquéllos que utilizaron sus cargos públicos para obtener provechos ilícitos; los que robaron al pueblo. Los cuidadores son diablos que castigan con ganchos a los que intentan salir de la brea. La inmersión en este betún hace referencia al modo en el que engañaron a la gente en vida.

Si bien es cierto que nuestros gobiernos han sido, desde que surgieron de la revolución, ejemplo de deshonestidad, prácticamente sin salvedades; desde diciembre de 2012, con el retorno de PRI al poder federal, las manifestaciones de corrupción se potencializaron centenares de veces y los escándalos por ella se convirtieron en una rutina del diario vivir mexicano. Pero, ha sido en los últimos días, después de la derrota de tricolor en las elecciones gubernamentales que pareciera que los demonios se desataron por todo el país, en especial en aquellos estados en que el pueblo optó por una propuesta política diferente a la corrupta de siempre.

Tras la apabullante derrota del 5 de junio, aquellos gobernadores saqueadores que habían fincado su seguridad en una sucesión tranquila, basada en que un vasallo suyo quedaría en el poder y les cuidaría las espaldas, primero se enfrentaron al terror de verse descubiertos; se sintieron acorralados como Rodrigo Medina en Nuevo León; entonces decidieron no jugarse el pellejo y no ser sorprendidos como el Tigre de Santa Julia. Prepararon un ataúd blindado, donde sus restos pudieran descansar tranquilamente, a pesar de una posible tormenta de tribulaciones; confiando en que el inquilino de Los Pinos les cubriría con su manto protector como a su íntimo amigo, el exgobernador de Coahuila y expresidente del PRI que subsidió su campaña presidencial con dinero de este estado, a quien ha defendido hasta con los dientes, especialmente en el extranjero. Además de esta esperanza, tejieron redes de seguridad gracias a sus cortesanos congresos locales, perros de caza dispuestos a proteger a sus amos.

Con lo que no contaban, es que su divino mecenas no está en un "lecho de rosas"; sufre terrible desesperación por mejorar su imagen; no sabe o no quiere saber que ya llego a la estancia del no retorno; porque el 84% de los ciudadanos cree que los problemas lo han rebasado; y él está dispuesto a demostrar lo contrario, considera que aún es tiempo y no quiere verse en el tobogán de la pendiente resbaladiza; piensa: "…ellos creen todo lo que les diga; en todo caso, de que se muera mi cuate, a que me muera yo, pues que se muera…".

Acordó llevar al holocausto a los sacrificables; ordenó presentar ante la Suprema Corte de Justicia, acciones de inconstitucionalidad contra los congresos y gobernadores de Quintana Roo y Veracruz, a fin de impedir que transiten sus paquetes de impunidad. La noticia es clara y específica: =el jefe del Ejecutivo federal no permitirá legislaciones ni medidas que operen "a modo" para beneficiar a algún funcionario local=. En su intento por buscar una reconciliación con la comunidad harta de los abusos, ha decretado que: "Ninguna institución y ningún servidor público, no importa el orden de gobierno en el que se desempeñe, puede estar al margen de la ley. Esto es lo que demanda la sociedad mexicana". Y entiéndanlo Chihuahua, Tamaulipas y también los estados que realizarán elecciones el año que entra, como Coahuila, sumergida en terribles tempestades desde hace 11 años, ahora documentadas en Texas. Además, designó presidente del PRI a otro Enrique; el "maestro limpio" como le han bautizado, para que en el propio cubil de la perversión, se cierren las puertas a la impunidad y, al mismo tiempo, sean los cancerberos de la honestidad ante otros partidos.

Paulo III se adelantó cinco siglos negando exención de culpa a un cardenal y dejándolo condenado en el infierno; Peña Nieto dice que hará ahora lo mismo a los gobernantes corruptos. Dante sugirió su castigo desde el siglo XIV y definió este con las palabras escritas a la entrada de su infierno: =...Por mí se va a la ciudad doliente, por mí se va al eterno dolor, ¡Perded toda esperanza los que entráis!=.

No mucho tiempo deberá pasar para saber si esta visión se cumple, pero lo que más preocupa es que el pueblo mexicano se pueda sumergir en el mítico río Leteo; aquel en el que quien se baña, olvida todo; como el pueblo mexicano que parece carecer de memoria política y que por unos pesos o un tinaco, venderá nuevamente su progenitura de dueño del país.

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Escrito en: Metáfora ciudadana

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