Columnas la Laguna Columnas La Laguna Editorial

Metáfora ciudadana

Más que una medalla: esfuerzo, ilusión, sueños y mucha dignidad

Dr. Luis Alberto Vázquez Álvarez Ph.D

El atributo más preciado del ser humano es su dignidad; ésta es un valor supremo, infinito e inalterable que todos y cada uno poseemos sin excepción y que jamás, bajo ninguna circunstancia o accidente perdemos; somos únicos e irrepetibles; idénticos en lo físico en cuanto al género, pero diferentes en lo espiritual e intelectual. El peor mal de esta época es el desamor, el desprecio, la soledad, el sentimiento de sentirse indiferentes a los demás, olvidados y relegados a un nivel de inferioridad.

La persona humana es el centro, el núcleo de toda relación social; Dignidad significa "Excelencia" o "Grandeza" y esas expresiones nunca deben olvidarse, por el contrario, con el correr de los siglos, deben engalanar toda percepción de nosotros. La sociedad es la depositaria del cúmulo de dignidades individuales y su función es preservarlas y darles un lugar privilegiado; por lo tanto, los representantes de la sociedad son los más obligados a cuidar que los habitantes de una comunidad conserven sus derechos íntegros.

El olvido afecta a la persona, es como quitarle su sombra; lo humano no tiene precio, tiene dignidad. Reconocer a una persona es reconocer su dignidad, si lo olvido, trato de destruirlo. El ser humano no es cosa que sirva para que otros se luzcan, se envanezcan, o busque obtener algún lucro o privilegio gracias a ella, es un ser respetable y debe considerarse divina su existencia y vida.

Entonces: ¿Por qué si un ser humano, con ciertas capacidades diferentes es capaz de hacerse a sí mismo, de superarse, hay quienes tratan de destruirlo, de sumergirlo en la ignominia, de ignorarlo y condenarlo a la infamia?

Aceptemos el paradigma: "Cualquier crisis incluye el desorden de un equilibrio, de una armonía antes existente entre las partes integrantes de un todo" y concluyamos qué si en el gobierno actual esta situación es vigente y constante, cualquier nivel de él, por diversas que sean sus metas, se solidariza con esa visión y termina por tratar similarmente a los ciudadanos.

Representantes mexicanos en los juegos paraolímpicos de este año en Brasil, marcados por su "darwinismo social" y carentes totalmente de una ética del deber, dejaron a tres atletas sin inscripción para una competencia. Poco interés y nulo respeto por ellos en su calidad de personas; ya estamos acostumbrados al desprecio de las autoridades por los mexicanos. Algunos utilitaristas se molestaron porque, debido a esa imperdonable falta, no logró México una posible medalla. Aclaro lo de "utilitarismo" hacia la persona de dichas atletas: imaginemos que ellos carecían de toda posibilidad para obtener medalla alguna; oro, plata ni bronce, eso no interesa; lo que sí importa, es que son seres humanos con dignidad que por casi cuatro años han entrenado, soñado, se han ilusionado y estaban listos para representar a su patria y cumplir sus anhelos. Pero fueron destruidos esos sueños, hechas cenizas esas ilusiones, los años de preparación, inutilizados, aquel torneo mundial donde pudieran demostrar su valía se borró y fueron olvidados; ignorados como seres humanos.

Esta situación de agresión a la dignidad del mexicano lo vivimos continuamente; este 15 de septiembre en muchas ciudades; con motivo del grito se acarrearon a decenas de miles de personas para aplaudir a los ejecutivos que con sus manos espurias ensuciaron nuestra enseña patria; la peor fue la del zócalo capitalino donde prácticamente se impidió al pueblo libre entrar y sólo aquellos que iban a vitorear a enrique peña nieto (así, con minúsculas), pudieron ingresar.

A toda costa se intenta ocultar la realidad que se vive; pero recordemos la frase del escritor Aldus Huxley "Los hechos no dejan de existir porque se les ignore" adquiere fortaleza y nos exige poner atención a lo que sucede; como otro ejemplo: el peso a casi 20 por dólar y la inflación empieza a galopar… Eso: ¿tampoco se cuenta?

Y si bien en todo México se cuecen habas, acaso no es insultante el gasto superfluo del raquítico erario de una desnutrida ciudad que cada vez que caen aguaceros fuertes colapsa el drenaje, mezclando la lluvia con fétidas aguas negras que inundan infinidad de colonias y destruyen casas; pero cuyo alcalde utiliza recursos que podrían servir para salvar estos percances en campañas preelectorales, como la reciente graduación de una generación de abogados de la Escuela de Jurisprudencia de Saltillo de la que fue padrino, por lo cual realizó banquetes y regalos; o la celebración de su cumpleaños en un lujoso centro deportivo, al que invitó a miles de "amigos" ofreciéndoles suculentos platillos de alta cocina, bebidas de elevado costo, todo sin límite, amén de pagar viáticos a los foráneos. Hagamos cuenta para percibir claramente el monto: a 300 pesos el platillo, otros 500 pesos de bebidas, un promedio de 500 pesos por traslado y hospedaje; sumemos y luego multipliquemos: si, si es correcto: no tire su calculadora, ella hizo bien la cuenta, cerca de diez millones de pesos en dos alegres eventos. Lo que no se cuenta es que esto es denigrante para los invitados porque se les está "comprando", se espera ese voto bien comprado; y, más tarde, la adquisición de los votos de las colonias humildes, un tinaco o un saco de cemento y menudo el día de las elecciones; eso es lo que para un déspota vale nuestra dignidad: ¿No es eso manchar su ciudad? aunque después nos llame a la reconciliación.

Aun así, me queda como consuelo la visión ética de Anthony Ashley Cooper, quien ya desde el Siglo XVIII, argüía: "cualquier moda, ley, costumbre o religión, por mala y viciosa que sea en sí misma, nunca podrá alterar las eternas medidas y la naturaleza independiente e inmutable del mérito y la virtud en el ser humano".

Leer más de Columnas la Laguna

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas la Laguna

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1263700

elsiglo.mx