Hace dos mil quinientos años, Sófocles el gran literato de Atenas, escribió Antígona, una tragedia que narra la lucha de una mujer por sepultar el cadáver de su hermano Polinices. El tirano de Tebas, Creonte, había prohibido buscar y enterrar a este soldado so pena de muerte para quien lo hiciera.
Antígona se niega a acatar las leyes de Creonte por considerarlas injustas; van en contra de las de los dioses y su edicto prohibitivo es de un mortal. Finalmente Antígona, subrepticiamente entierra el cadáver de Polinices; es detenida y entregada al déspota quien la enfrenta por su desacato. La búsqueda de la justicia hace que la lengua de Antígona sea conmovedora y se exprese con valor y sabiduría; pero Creonte asevera que lo busca Antígona es necedad; este autócrata sediento de poder para asegurar la bajeza de sus actos cuenta con un consejo de ancianos; un congreso complaciente, el cual aplaude sus corruptelas.
Antígona es condenada a morir enterrada viva por su osadía de querer encontrar y sepultar a su muerto. Hemón, hijo de Creonte y prometido de Antígona le pide a su padre perdón para su novia; este no lo escucha, porque para un tirano no hay más clemencia que su voluntad. Antígona se enfrentó digna a la muerte; camina serena al cadalso y se burla del tirano que la condena.
Durante toda esta trama, Tebas está en guerra con Argos y Creonte hace creer a todos sus conciudadanos que él está ganando la contienda; para ello reclama la unión de los tebanos pero vive de la discordia; no es capaz de ver ni un ciclón si sus secuaces le informan que se trata de una leve brisa. En Tebas hay graves problemas y todos los ciudadanos están preocupados; pero Creonte no los ve; no los quiere ver hasta que la realidad llega como un mal presagio; mientras él declaraba triunfos en la seguridad de los tebanos, mentía. Lo cierto es que todo estaba perdido y él insistía en datos falsos sobre los resultados de la campaña; decía que los cadáveres de los soldados encontrados a las puertas de Tebas no eran de los suyos y que habían sido asesinados en otro lugar y ahí los fueron a tirar.
Finalmente hasta sus propios secuaces le reprochan sus falacias cuando se descubre su fracaso y sus amigos huyen en desbandada. A Creonte acusado del mal de la ciudad le espera una muerte miserable. Perderá su oro, su poder y lo que más le duele, su honor y su memoria. Mientras festinaba su falso triunfo, el enemigo penetro en su ciudad y todo lo destrozo.
Hoy México está plagado de Creontes, lo mismo a nivel federal que local y hasta municipal, sátrapas que no se levantan a "joder" su feudo, en realidad lo hacen hasta cuando duermen. Frente a ellos, se mueven, lloran, rebuscan y luchan infinidad de Antígonas, madres, hijas, esposas, hermanas; otros parientes y amigos desesperados, quienes buscan a sus familiares victimizados para sepultarlos.
Bajo un sol abrazador, ese que sus muertos jamás volverán a ver; con un calor infernal, ese que esperan un día calcine a los asesinos, estas abnegadas y comprometidas Antígonas remueven piedras, abren pozos, suben y bajan montes, retiran ramas y con cada resto óseo que encuentran, renace la esperanza de haber encontrado a su amado familiar; cuál Orfeo quisieran descender vivas al mundo de los muertos y hablar con sus desaparecidos para preguntarles quien los mató y dónde están sus restos, aunque saben muy bien que el estado mexicano, si no fue autor directo, si ha sido cómplice e instrumento. Lo más triste es que aun miles más han de morir sin una sepultura digna y un sepelio familiar; mientras los Creontes mexicanos ocupen el poder y nieguen esa realidad que aflora en la tierra y en las conciencias; mientras mantengan la actitud de negar que hay desaparecidos e infinidad de muertos; mientras falseen las cifras aseverando que sólo son tres o que andan en otros países.
Ayotzinapa 43 jóvenes; más de dos años y cientos de padres aun buscando; un Creonte nacional que tardó muchos días en hablar del problema, mientras más tiempo pase, mejor para él, a ver si se olvida. Allende, Coahuila varios cientos de desaparecidos con otro Creonte que niega el suceso y voltea la cara para no ver ese holocausto, mientras justifica la muerte de siete niños en los hospitales de su jurisdicción alegando que la fatídica suerte o la mano pachona, fueron las culpables.
Excepcional en nuestra región el "Grupo VIDA", el cual originalmente estaba integrado por 35 padres y madres que perdieron sus hijos dentro de Coahuila; hoy decenas de voluntarios se han sumado. Han removido todo el ejido Patrocinio de San Pedro, han encontrado miles de restos óseos, es increíble el trabajo realizado; sus miembros de menor edad oscilan en los 55 años, y varios llegan a los 70→ s. Buscan fosas clandestinas sin recursos económicos ni tecnológicos; recorren el desierto, encuentran restos que rápidamente el gobierno desestima; la falta de apoyo en su búsqueda raya en la complicidad de las autoridades. Algunas empresas que podrían colaborar teme las represalias del gobierno; "Lolita" podría auditar algunas de sus cuentas. Sospechosamente, una vez que se sabe a qué personas en especial se busca, maliciosamente entran a su casa llamadas del desaparecido diciendo: "estoy bien; ya no me busquen", pero los familiares, saben que hay engaño evidente en esa llamada.
Termino con la plegaria que el Rey Primo hace a Aquiles para que le regrese el cadáver de su hijo Héctor a fin de darle honras fúnebre en Troya: Acuérdate de tu padre ¡oh, Aquiles igual a los dioses! De mi edad es él... Pero yo, ¡desdichado de mí! que en la gran Troya engendré a hijos irreprochables... Sólo uno defendía a mi ciudad y a mis pueblos, Héctor, a quien acabas de matar cuando combatía por su patria. Y por él vengo... Aquiles, y acordándote de tu padre, ten piedad de mí que soy más desdichado que él, pues me he visto obligado a hacer lo que no hizo en la tierra ningún hombre, a acercar mi boca a las manos del que mató a mis hijos.