"A Macondo Llegó la enfermedad del insomnio y con ella, más tarde, la peste de la memoria. Los habitantes del pueblo pasaban noches sin dormir y se estaban olvidando de su historia y hasta de los nombres de las cosas".
El escritor Gabriel García Márquez, autor de una historia novelada muy especial de América Latina, en el capítulo 3 de su obra máxima "Cien Años de Soledad" rebela una parte de la tragedia que vivimos los mexicanos, aunque no sea solamente a nosotros a quienes dedique estos pasajes: la pérdida de la memoria de nuestras vidas políticas; el olvido de los agravios vividos y sufridos; hasta de los hechos más trascedentes e impresionantes de la existencia sociopolítica y económica de los pueblos.
La parsimonia se define como calma o lentitud excesivas y en psicología como la descripción más simple de los procesos y con ello, postular la elección de la hipótesis más sencilla entre varias hipótesis concurrentes. En nuestra vida política, existen varias oportunidades, luchas por nuestros derechos; exigir que se cumplan las promesas de campaña, o simplemente, lo más campechano: olvidarnos de todo.
Tal pareciera que a los mexicanos nos ha atacado la fiebre gabiana del olvido; tratamos de no recordar aquello que nos ha dañado, lo que nos duele, es mejor cerrar los ojos y utilizar el dicho popular: "Ojos que no ven, corazón que no siente", pero eso es falso; el dolor está presente, el agravio cala en la carne viva y mientras padecemos esa pandemia popular, los políticos con pareidolia, esa enfermedad que provoca en la mente figuras imaginarias; se enriquecen y hacen creer a la población que quienes buscan su defensa son lobos disfrazados de ovejas, en tanto que sus compinches, auténticos coyotes, se enriquecen comiendo los pollos y las gallinas del erario.
Como ejemplo de esa parsimonia memórica, se maneja que el dólar está ahora viviendo un "máximo histórico" al rebasar los 21 pesos y rondar los 22, pero en serio, que pésima retentiva, ya no nos acordamos que con los presidentes priista José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari el dólar llegó a cotizarse a más de tres mil pesos y este último hubo de quitarle tres ceros; fue la época en que todos éramos millonarios; un kilo de huevo valía 35,000 pesos y un sueldo decente era de unos 6 millones de pesos mensuales; la inflación claro, seguía el mismo proceso que el acenso del dólar y de ahí surgieron millones de pobres que han seguido aumentando exponencialmente en el actual sexenio; igual que los precios. A todo mundo se le ofrecían tarjetas de crédito, automóviles y casas a pagarlas en largos plazos y te llamaban constantemente para ofrecerte dinero fácil y rápido.
Y así como no recordamos las graves crisis económicas que regresaron con el "Nuevo PRI", en nuestras ciudades no vemos, no queremos ver o se nos olvida que en la iluminación pública actual se usaron los mismos viejos postes de las lámparas de sodio, sólo que ahora con focos led y nadie o pocos preguntan ¿Dónde quedaron los casi tres mil millones que costó esa nueva iluminación? Con las inundaciones en colonias nos pasa lo mismo que con el dolor de muelas; cuando este llega, queremos que nos quiten ese tormento, no lo soportamos y estamos dispuestos a todo, pero luego que hace efecto el analgésico, todo se borra de la mente; así, relegamos los problemas, pasan las lluvias y ni quien se acuerde de las inundaciones con aguas negras; llegan las elecciones y los analgésicos se convierten en despensas, tinacos, sacos de cementos; hasta que regresan las lluvias...
Olvidamos que en los años anteriores al nuevo milenio, Torreón era una ciudad modelo, inspiradora; con excelente infraestructura, calles pavimentadas y servicios excelentes, sin embargo, en los últimos 15 años todo esto está colapsando porque la corrupción impide que se aplique los recursos tanto de nuestros impuestos como aportaciones empresariales como el ISN y que estos beneficios lleguen a los ciudadanos; se quedan en campañas políticas y comidas cumpleañeras.
Muchas veces, la pérdida de la memoria adquiere valiosa fortaleza según quien la utiliza; experiencias duras, como las vividas en las elecciones de este año en varios estados y sus consecuencias para los gobernadores salientes, podrían hacer olvidar viejas luchas y hasta rencillas políticas, siempre y cuando antiguos contrincantes, prácticamente enemigos irreconciliables, unieran sus intereses personales para conseguir beneficios y provechos; ellos estarían dispuestos incluso a olvidar que militan en partidos diferentes y traicionar a sus correligionarios para ganar-ganar; El que hoy ocupa el cargo, que no se le persigan sus graves delitos, personales y familiares; el que busca el cargo, obtenerlo. Así, se estaría dispuesto a colocar al antiguo enemigo, hoy aliado, en la gubernatura con la condición de que le cuide la espalda, ambos ganarían; el pueblo olvidadizo, no ve, cree en una alternancia. El perdedor candidato del PAN en contienda anterior y el actual gobernador podrían congeniar en esta conjetura. Y ¿el supuesto delfín? No cuenta, los siervos siempre obedecen. Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes asevero: "Una vez descartado lo imposible lo que queda, por improbable que parezca, suele ser la verdad". De esta manera, la unión de intereses personales puede eliminar las viejas rencillas partidistas y combinar dos intereses espurios; el cambio de partido no significa el cambio de pandilla, y todo seguirá igual; la nueva administración no buscará la deuda y pronto, todo se olvidará.
Podemos concluir con el gran Gabo, que el pueblo mexicano: "Se sintió olvidado, no con el olvido remediable del corazón, sino con otro olvido más cruel e irrevocable: el olvido de la muerte".