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METÁFORA CIUDADANA

NOCHE OSCURA; BRILLANTE AMANECER

DR. LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ PH.D.

Los pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen;

Los hombres geniales y pueblos fuertes deciden a dónde ir.

José Ingenieros: (Paráfrasis)

El códice Florentino narra que varios años antes de la conquista española sobre el Anáhuac, surgieron ocho presagios funestos que anunciaban el fin del imperio azteca; todo ello aunado al profético regreso de Quetzalcóatl; el dios que volvería del este a reclamar su trono. La mente mágica de los pueblos prehispánicos y las falacias de los conquistadores lograron facilitar la conquista; además se logró reforzar la ya tradicional lucha entre civilizaciones como la mexica y la tlaxcalteca; todo ello benefició la destrucción de Mesoamérica y la creación de las colonias españolas en el nuevo mundo.

Tras la conquista surgió una estrategia destructora de todo lo indígena: religión, lengua, templos, estructura social y política y muy especialmente, el menosprecio al ser humano, la aparición de castas entre los antiguos pobladores que habían creado soberbias obras monumentales, ahora devastadas, fue una táctica muy buena y efectiva del conquistador; el avasallamiento de un pueblo sin cultura, sin raíces; comunidades que han perdido su identidad, que navegan a la deriva; provoca la desesperanza y termina por asirse a lo primero que surja; por muy malo que sea.

Tras esa catástrofe, surgió el mestizaje en todos los ámbitos, el dominio hispano nunca llegó a ser absoluto; ejemplo preciso fue un sincretismo religioso que ha cubierto a los mexicanos desde la conquista hasta ahora mismo. En la conciencia y en otros campos de la vida diaria, permaneció cierta dignidad que hoy puede convertirse en salvación.

Para las almas torpes, para los espíritus débiles, para la casta espuria, toda esperanza está muerta; no existe futuro, la terrible realidad convertida en tragedia es permanente, la oscuridad y profundidad del pozo en que la vida del pueblo se desarrolla parece no tener final, todo es igual, si votas o no votas, los corruptos siempre seguirán arriba; continuarán medrando con su poder político y económico y eternamente gobernaran, alternándose entre partidos afines en mañas e intereses; justo eso mismo pensaban los científicos porfiristas.

Es tal la percepción negativa hacía todos los políticos y su trato xenofóbico contra los ciudadanos, que cuando uno de ellos decide apoyar a una comunidad, existe la duda muy razonable que hay "gato encerrado" que algo busca tras esa acción que podría ser altruista, pero considerando a la persona que la realiza, llena de dudas y se busca alguna situación anómala. Autoridades corruptas que proclaman que de la seguridad se encargan ellos; pero subsiste la criminalidad y entonces presentan estadísticas falsas en las que demuestran que lo único que importan son los números, jamás las personas. ¿Tiene sentido un castigo eterno? ¿Vivir siempre en un infierno sin tener la más mínima esperanza de ascender jamás al cielo?

Hoy los presagios funestos no deben verse como tales; no dogmaticemos la magia o en la mala suerte; cierto que existen signos claros de una situación indicativa de que el país desde hace tres años se orilló al abismo y que ya ha sido empujado al mismo, pero, como el ave Fénix, puede resurgir radiante de sus cenizas. La crisis de credibilidad, la inseguridad imparable, el populismo denigrante que ya se frota las manos ante las próximas elecciones, el aumento en la gasolina que desatará una inflación galopante que, tristemente, ya veníamos anunciando hace varios meses, no deben verse como presagios; son actuaciones que tienen responsables y estos tienen nombre y rostro; están en las dos caras de la moneda; son los gobernantes que han aprovechado la indecisión del pueblo para exigir sus derechos y son el resultado de una falta de participación ciudadana en la toma de decisiones trascendentes.

Hoy, en un nuevo amanecer, se nos presenta la oportunidad de asumir el valor de enfrentar lo que nos han hecho creer como inamovible, la corrupción y la impunidad; y no me refiero a confiar en un gobernante, de tal o cual partido o independiente, la historia lejana y reciente nos dice que no podemos ilusionarnos, que no todo lo que brilla es oro, sino, volvamos el rostro a cualquier rumbo de México y ahí están tantos abyectos que ofrecieron la luna y las estrellas y ahora contemplamos cómo se pelean entre ellos buscando el poder a como dé lugar; incluso destruyendo lazos familiares o ideológicos.

El sol de la soberanía popular debe brillar de nuevo; su esplendor opacará la negrura que hoy nos cubre, lo mismo en el país, que en el estado y municipio; sabemos, intuimos, estamos provocando que se avecine algo grande. Debemos unirnos todos bajo un único símbolo; la ciudadanía libre y honesta. Necesitamos convertirnos en agentes de cambio social; tener el valor de asumir un gran riesgo; abrir nuevas ideas que beneficien a la comunidad; estar absolutamente insatisfechos con la realidad actual, y entonces, contraer la responsabilidad sin crear excusas; ver las posibilidades infinitas del cambio de la lobreguez actual a una sociedad en la que, las limitaciones a nuestro soñar, las impongamos nosotros mismos.

Como compromiso de navidad, arroguémonos la responsabilidad de ser críticos, de razonar nuestro actuar social, incluso no dejar que otros decidan por nosotros, ya propongámonos ahora mismo participar en alguna asociación ciudadana y decidir libremente nuestro futuro y la claridad de nuestro cielo. Hagamos de los presagios funestos, augurios de libertad.

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