Se va el ‘misionero de paz’. El Sumo Pontífice dice adiós momentos antes de abordar el avión para el vuelo de regreso a Roma. (EFE)
Luego de haber recorrido el país durante seis días, el Papa Francisco se despidió ayer de los mexicanos y lanzó dos mensajes sobre lo que percibió en estas tierras: "México es una sorpresa" y "existen muchas luces que anuncian esperanza".
Tras una jornada intensa, como las anteriores, que incluyó la visita al penal estatal de Ciudad Juárez, un encuentro con empresarios y trabajadores y una misa en la frontera de México con Estados Unidos, el Sumo Pontífice agradeció la "cálida hospitalidad", el cariño, la fiesta y la esperanza que vivió junto a la "gran familia mexicana".
Al finalizar la misa ante miles de personas en la explanada El Chamizal, Francisco dio gracias a los mexicanos por abrirle "las puertas de sus vidas y de su nación", y destacó el trabajo de quienes hicieron posible su visita apostólica.
Agradeció a las autoridades federales, estatales y locales de la Ciudad de México, Chiapas, Michoacán y Chihuahua, pero en particular a quienes colaboraron como "servidores anónimos" que, desde el silencio, dieron lo mejor de sí para que estos días fueran una fiesta de familia.
Citó versos del poema Hermandad del Premio Nobel mexicano, Octavio Paz: "Soy hombre: duro poco y es enorme la noche. Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben. Sin entender comprendo: también soy escritura y en este mismo instante alguien me deletrea".
Más adelante, el Papa complementó: "la noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza", relató el Pontífice.
"Muchas gracias por esta tan cálida hospitalidad mexicana", dijo tras afirmar que su primera visita a México "ha sido sorprendente, México es una sorpresa".
Al término de la misa, el Papa Francisco se trasladó al aeropuerto de Ciudad Juárez, en donde más de cinco mil personas se reunieron para decirle adiós en su viaje a Roma.
Cansado, pero conmovido, el jerarca católico dialogó con los funcionarios mexicanos, entre ellos el presidente Enrique Peña Nieto, que lo despidieron, mientras se escuchaba la porra: "Francisco, hermano, ya eres mexicano".
