Era tanto el miedo a que sus hijas la rechazaran o culparan, que Patricia Sánchez -diagnosticada con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH)- no tenía intenciones de decirles lo que había causado la muerte de su padre.
"Cuando le dieron el diagnóstico a mi esposo no sabía de qué se trataba, era totalmente ignorante del tema y comencé a investigar con familiares de los mismos pacientes hasta entender que a mi esposo le quedaba poco tiempo de vida, y yo estaba diagnosticada con VIH en medio de un embarazo de cinco meses", platica doña Paty, hoy a sus 53 años de edad.
Anabel López, coordinadora de la Clínica Psicológica de la Casa de la Sal, asociación mexicana cuya labor consiste en dar orientación, apoyo emocional y compañía a quienes viven con VIH o Sida, explica que cuando a una persona le confirman que tiene VIH, la reacción es de temor y de preocupación.
"Muchas veces las personas no esperan tener un resultado positivo a este diagnóstico y al no contar con la información suficiente, puede ser algo que les asuste mucho y que les haga pensar cuál va a ser la expectativa de vida que tendrán ahora", indica.
Sin bien hoy en día -gracias a los avances médicos- el VIH ya no es sinónimo de muerte, continúa girando la desinformación, el estigma y discriminación sobre esta enfermedad, en donde el discurso social sigue siendo que las personas contagiadas ¡se lo buscaron! (A la memoria de Jesús y los miles que han dado la batalla).