Para mejorar. Varios jornaleros mexicanos trabajan en diferentes granjas de Canadá. (EL UNIVERSAL)
Cala el frío a menos de 40 grados centígrados. El clima sólo es un desafío más. El saber que se trabaja la tierra ajena, enfrentarse a otro idioma y cultura en Canadá, junto a la nostalgia por el hogar y la distancia que les separa de la familia es lo que está presente todos los días. Son migrantes legales, eso marca la diferencia. No sólo importa el dinero que se envía a casa para que los hijos tengan techo y sustento, sino que se trata de forjar un futuro para cuando regresen a México.
Mario Hernández tiene 28 años y llegó a Montreal el 11 de febrero pasado para integrarse al Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México- Canadá, que desde 1974 garantiza la movilidad de mexicanos de manera legal, por un período de tres a ocho meses como máximo, después están obligados a regresar a su lugar de origen.
El 11 de junio debe estar de regreso en Chetumal, Quinta Roo, donde le esperan su esposa y sus dos hijos de siete y dos años, a quienes envió en ese período alrededor de 800 dólares a la quincena. Labora en el invernadero Noel Wilson et Fils Senc en Saint- Rémi, Québec. Es uno de los mil 851 trabajadores que fue aceptado en 2015 para trabajar en Canadá. Mario está lejos de su familia, la tierra que trabaja no es suya, le hacen falta sus seres queridos y se ha perdido momentos importantes como los cumpleaños de su familia.
Sin embargo, se adapta: "El clima es muy rudo, llegamos a estar a menos de 40 grados centígrados, pero vengo acá para el sustento de mi familia, que no les haga falta un techo. Por fortuna trabajo en un invernadero y no a la intemperie", relata mientras labora con las flores de azalea a su alrededor. "En México sienten mi ausencia y yo la de la familia, hablamos una o dos veces al día con un programa de llamadas ilimitadas que nos da el patrón de esta finca. Mi esposa le explica a mis hijos Santiago y Paulina que estoy en Canadá laborando. Les dice que lo hago legal, les mando dinero a la quincena, que en México, en el campo, en Chetumal no los ganaba, ni los podría conseguir", dice.
Trabajador mexicano
A él le descuentan cada mes los gastos de la visa temporal, impuestos y el importe del boleto de avión, como parte del acuerdo.
Mario labora en el invernadero aproximadamente 10 horas al día, con tiempo extra. Si bien lo difícil es el clima, el idioma, la cultura a la que hay que adaptarse y la distancia física que lo separa de la familia, está con otros 30 paisanos. Estar con ellos atempera la nostalgia, con quienes comparte en una sala común. Ven la televisión, los canales mexicanos que los hacen sentir cerca de casa.
Su jefe directo es Juan Antonio García Juárez, otro mexicano que se integró hace 16 años al Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México- Canadá. "No hay abundancia, pero gracias a Dios tengo un estilo de vida mucho mejor para los míos. Lo entiendo como un sacrificio familiar, son jornadas muy fuertes de trabajo y es duro para el cuerpo, el rendimiento físico se pone a prueba y allá en México para la familia es difícil no contar con nosotros en momentos especiales. Al cabo de los años he visto realizados muchos de mis sueños, de nuestros proyectos, he progresado y en mi nación difícilmente lo hubiera hecho".
Juan Antonio aprendió inglés y francés, se comunica con el dueño de la empresa en estos idiomas, "eso te abre muchas puertas". Explica que por eso "soy un punto de apoyo, un puente entre el jefe y mis compañeros mexicanos, porque para el patrón -que no sabe español-, también es difícil comunicarse con nosotros. Con los idiomas que fui aprendiendo a lo largo de los años puedo comprender mejor las instrucciones para nuestra vida cotidiana aquí", cuenta.
Vive en esa comunidad de mexicanos en una casa amplia en los mismos terrenos del invernadero, con estufas, refrigeradores, camas cómodas, calefacción , televisión y baños en buen estado, "es una vivienda digna, es un hogar temporal al que debemos adaptarnos", declara.
EL PROPÓSITO A FUTURO
"Espero regresar en unos meses más a Canadá y convertirme en un trabajador nominal", explica Mario Hernández mientras muestra el espacio en el que reside. Ahí tiene una cama que comparte con otro connacional. En el buró tiene un libro y la foto de sus hijos y esposa, y sobre una repisa un gran sombrero rojo de charro, puesto que "a México lo llevo en el alma", dice mientras se lo coloca.
José Antonio y Mario se levantan a las 05:00 horas para laborar quizá hasta las 10 de la noche, porque están en temporada alta y el trabajo es mucho.
"Es una entrada extra y nos favorece. La próxima temporada quiero llegar como empleado nominal: ser llamado por mi jefe por nombre y apellido a la misma granja", eso significa que pasó la prueba y vuelve a ser contratado por una temporada más.
Mario podrá trabajar con la misma persona siempre y cuando éste lo solicite por nombre y apellido a la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS).
En caso de que sea solicitado por su patrón para que regrese a su granja en Canadá, Mario tendrá que acudir al servicio de empleo, en Chetumal, Quintana Roo, para poder ser candidato y hacer los trámites.
'Veo como mis trabajadores han progresado'
Denis Hamel, director de Ferme, que es una organización encargada desde 1989 del reclutamiento de los trabajadores extranjeros en Canadá, explica que "los canadienses que ganan el salario mínimo tienen poca experiencia con la tierra y prefieren laborar en la ciudad: en restaurantes y tiendas, no tienen la misma fuerza de trabajo que los mexicanos. Acostumbran cumplir con ocho horas exactas y los empleados mexicanos no tienen objeción en estar más tiempo por el ingreso extra que reciben. Son la solución al problema de la mano de obra canadiense", acepta. Las granjas vinculadas a Ferme se ubican en Ontario, Columbia Británica, Québec, Alberta, Nueva Escocia, Manitoba, Isla Príncipe Eduardo, Saskatchewan y New Brunswick. Se especializan en el cultivo de verduras y legumbres, frutas, flores, árboles de Navidad, en invernaderos, viveros, campos gingseng y apicuarios para la extracción de miel de abeja.
"Los trabajadores mexicanos tienen un excelente sentido de orientación, tenemos colmenas dispersas y alejadas por todo el territorio de Québec y ellos siempre saben cómo regresar a casa; son muy hábiles para cuidar las colmenas, muy buenos líderes y jefes de equipo. Nosotros en Canadá tenemos prohibido comprar la materia prima en otros países del extranjero, de modo que es fundamental contar con obreros mexicanos para obtener los insumos necesarios", comenta el propietario de la empresa Intermiel. En la compañía laboran más de una docena de mexicanos cada temporada como Víctor Manuel Ibarra, originario de Chapala, Jalisco, quien labora 60 horas semanales. Gana aproximadamente 30 mil pesos al mes y envía 25 mil a su casa. "Hay días en que casi muero de extrañarlos; quiero ver a mi esposa, pero ella está en México cuidando a mis hijos, me hace falta mi mujer", admite quien lleva más de cinco meses laborando entre colmenas y a la intemperie. El programa otorga a los mexicanos cuando menos el salario mínimo de la provincia donde están; un día de descanso por cada seis de trabajo consecutivo, vivienda segura e higiénica que otorga el empleador.
Mexicanos conocen el manejo de la tierra
Ante la falta de mano de obra canadiense calificada para el trabajo agrícola, los jornaleros mexicanos encontraron un nicho de oportunidad en mil 851 granjas del país de América del Norte.
En 2015 migraron 12 mil 499 mexicanos a Canadá. Los empleados llegan desde enero y regresan a la República a más tardar el 15 de diciembre de cada año.
El plan -que inició en 1974 con 203 personas- hoy cuenta con
21 mil 499 jornaleros. En abril del año pasado se llegó al pico de arribos de obreros connacionales con 5 mil 622.
Desde la implementación del Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales se han colocado un total de 302 mil 632 jornaleros mexicanos. Cada uno deberá ganar un salario mínimo por hora actual de 10.75 dólares canadienses. Pueden laborar como máximo 12 horas al día y éstas deben pagarse como tiempo extra por contrato.
El Servicio Nacional de Empleo en México prevé que en este año se generen más de 22 mil vacantes en el sector agrario en Canadá, por lo que a partir del 4 de enero salen vuelos diarios para que los connacionales cubran de manera legal sus jornadas.
Al Aeropuerto Internacional Pierre Elliott Trudeau de Montreal llegan un total de 20 mexicanos para sumarse a la labor que vienen desarrollando sus paisanos Mario Hernández y Juan Antonio García.
Los espera Francisco Hernández Moreno, campesino mexicano de 48 años, quien llegó al país de América del Norte hace 22 años bajo el mismo programa bilateral. Hoy es supervisor en la granja especializada en plantas de ornamentos y flores.
"Llegué en 1993 por primera vez por medio del proyecto. Durante los primeros ocho años iba y venía de México hacia Canadá y viceversa, después presenté mi solicitud de residente permanente, y después la solicitud para ciudadano que finalmente obtuve en 2003. Hoy soy el supervisor de varios jornaleros que tengo a mi cargo, la mayoría de ellos llegan cada año, en marzo, y regresan a México en junio. Otros se quedan hasta noviembre".
Diez hombres de los que han arribado en un vuelo de Aeroméxico laborarán bajo la supervisión de Hernández Moreno y otros serán empleados agrícolas de Pierre Lagontaine, de la granja Jardins Paquette Inc., quien también está en la terminal aérea para darles la bienvenida.
Él dice amar la cultura latinoamericana: "Los mexicanos son personas con una excelente actitud hacia el trabajo, uno sabe qué esperar de ellos, conocen con los ojos cerrados el manejo de la tierra", dice.