Bajo la sombra de un árbol el Señor formó a Adán. Lo hizo del lodo de la tierra. Con sabia arquitectura trazó las líneas de su cuerpo; lo dotó de armoniosas proporciones. Luego sopló sobre él para insuflarle vida. El hombre abrió los ojos y por primera vez vio el mundo.
Y el mundo lo vio a él. Llegaron los animales ya creados y admiraron al recién llegado.
-¡Qué hermosa criatura hiciste! -dijeron al Señor-. ¡Es el ser más perfecto, más hermoso y más noble de la Creación!
El Señor, orgulloso, paseó una mirada amorosa por el árbol, acarició su tronco con ternura y dijo satisfecho:
-¿Verdad que sí? A ver ahora cómo resulta esto otro que acabo de crear.
¡Hasta mañana!...