Esta pequeña ave se llama saltapared.
Ramón López Velarde le dedicó un poema, pero tan valioso mérito no es apreciado en el Potrero de Ábrego. Aquí nadie quiere ver cerca de su casa a una saltapared.
Sucede que hay una leyenda campirana según la cual la presencia de ese pajarillo en una casa indica que la mujer que vive ahí es adúltera, y -forzosa consecuencia- cornudo su marido. Así, cuando una señora ve que se acerca a sus paredes una saltapared sale presurosa a espantarla con la escoba en alto, no sea que confirme lo pasado o que vaticine lo aún no sucedido.
López Velarde no supo -casi nadie lo sabe- que la presencia de una mujer cerca de un nido de saltapared indica que la pajarita que anida en él ha sido adúltera y -forzosa consecuencia- que el macho es cornudo. A las señoras del Potrero les sorprende ver que cuando se acercan a un nido de saltapared el ave sale presurosa a espantarla con sus revoleos y sus airados trinos.
Ahora ya saben por qué.
¡Hasta mañana!...