Mi amigo Harry Davis, antiguo compañero mío en la Universidad de Indiana, me visitó en Saltillo, y lo llevé al Potrero de Ábrego. Ahí conoció a don Abundio. El viejo le preguntó:
-Perdone, señor: ¿de dónde es usted?
-De Nueva York -contestó Harry.
-¿Dónde queda eso? -quiso saber don Abundio.
-En los Estados Unidos -contestó mi amigo-. Al noreste.
-¿Muy lejos de aquí?
-No sé con exactitud. Unos 3 mil kilómetros, quizá.
-¿Y a qué distancia de Saltillo?
-Lo mismo, aproximadamente.
-¿Y de la Villa? (Cuando la gente del Potrero habla de la Villa se refiere a Santiago, Nuevo León).
-También lo mismo, más o menos.
-¿Y cuánta gente vive donde vive usted?
-Unos 10 millones.
-¡Pobres! -exclamó don Abundio compadecido-. ¡Tantos que son y tan lejos que viven de todo!
¡Hasta mañana!...