San Virila fue a la aldea a pedir el pan para sus pobres. Al llegar vio a un hombre que golpeaba sin piedad a su asno. El pobre animal, caído, no podía levantarse, pues lo agobiaba una pesada carga.
El frailecito se condolió al mirar el cruel maltrato que sufría el infeliz pollino. Hizo entonces un milagro: al borriquillo le salieron alas, y pudo escapar volando de su atormentador.
Sucedió, sin embargo, algo muy triste: de inmediato los aldeanos empezaron a golpear a sus animales -perros, gatos, caballos, cerdos, vacas-, para ver si volaban también, como el jumento.
San Virila se entristeció. Pensó que hasta para hacer milagros hay que estudiar muy bien las condiciones del mercado.
¡Hasta mañana!...