La muerte de don Luis H. Álvarez puso luto en la vida nacional.
Lo conocí y traté. Alguna vez me ofreció una candidatura a diputado federal por el PAN, que hube de declinar, le dije, porque a mi juicio el periodismo y la política no se llevan bien.
Tiempos difíciles vivió don Luis, cuando ser militante de Acción Nacional era un apostolado. Sufrió hostigamientos, y aun prisión. La lucha política que encabezó en Chihuahua dio impulso a la naciente democracia en México.
Después su partido entró en concilio de malos. Al final don Luis era un profeta al que nadie oía ya.
Larga y fecunda vida fue la de don Luis H. Álvarez. Sus enseñanzas, como las de Manuel Gómez Morín, deben ser recordadas -y vividas- por quienes hacen olvido de las ideas y principios que dieron origen al partido blanquiazul.
Pocos años de paz conoció don Luis en su tarea. Ahora descansa en paz. Su memoria y su ejemplo habrán de pervivir. Fue un buen mexicano, un hombre bueno. Merece el bien de la Patria. Merece todo bien.
¡Hasta mañana!...