PREGUNTÓ UN DISCÍPULO A HU-SSONG:
-Maestro: tengo un hijo. ¿Le debo dar todo lo que me pida?
-Ciertamente no -le respondió Hu-Ssong-. Te amará por el momento; te despreciará cuando no puedas darle más.
-¿Entonces le debo negar todo?
-Tampoco. Eres fuente de vida para tu hijo; esa fuente nunca debe estar seca para él.
-¿Qué debo hacer entonces? -quedó desconcertado el hombre.
Aconsejó Hu-Ssong:
-Niega a tu hijo lo que le cause daño; dale lo que le haga bien.
-Y ¿cómo podré distinguir una cosa de la otra? -se preocupó el discípulo.
-¿Amas a tu hijo? -le preguntó Hu-Ssong-.
-Naturalmente -dijo el hombre.
-Entonces no te preocupes -concluyó Hu-Ssong-. El amor te lo dirá.
¡Hasta mañana!...