Este amigo mío padece una enfermedad crónica: es actor.
Todas las noches muere para que otro hombre viva en su cuerpo, en su alma y en su voz.
Yo también sufrí ese mal. En mi primera juventud actué en el teatro. Pero me curé. Desgraciadamente.
Mi amigo aceptó por necesidad un papel deplorable.
Metido en una botarga hizo de zanahoria en un comercial para la televisión.
Su hijo le reclamó:
-Padre: tú eres un actor; un buen actor. ¿Por qué hiciste eso?
Respondió él:
-Para que pudieras tener zapatos.
Bajando la vista contestó el muchacho:
-Habría preferido andar descalzo.
No hagamos cosas ante las cuales nuestros hijos preferirían andar descalzos.
¡Hasta mañana!...