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Moonwalk

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

Cuando se ignoran los errores, es imposible reconocer los aciertos. Cuando se niega la derrota, es difícil afirmar la victoria. Cuando se cambia el significado de las palabras, sólo resta interpretarlas a la luz de la duda o la sospecha.

La subcultura del priismo y de quienes la veneran ha elevado a rango de apotegma sentencias con tinte de mentira o demagogia. Algunas de ellas se revisten de principio filosófico: de lo deseable, lo posible. Otras se consagran en la ley y se degradan en la práctica: no hay nada que dialogar, pero díganme a qué arreglo podemos llegar. Otras liman en la contradicción la rebaba del desacuerdo: no se movió una coma a la reforma, sólo se borraron algunos puntos. Y, desde luego, a título de parteaguas, se festeja el paso a pasito como la fórmula feliz del gradualismo.

Tal vocación de ponerle al mal tiempo buena cara lleva, por momentos, a jurar que la brisa del huracán refresca y que se avanza a pesar del retroceso. Es, entonces, cuando los políticos ensayan el Moonwalk reivindicado por Michael Jackson: retroceder, simulando avanzar. Bailan felices, creyendo que nadie se da cuenta del dislate. Disfrutan de su genio en el reino de la mediocridad.

***

Uno. En el marco de la reforma electoral, la administración y los partidos resolvieron homologar en lo posible las fechas electorales y, en la fiesta de la decisión, se les olvidó un detallito: el efecto secundario.

En su lógica, tal ajuste permitiría contar con períodos de gobierno sin que tal o cual concurso electoral provocara distracciones o, bien, contaminara la acción gubernamental. Se les pasó algo: jugarse en una sola jornada electoral el mayor número de gobiernos, suponía apostar en una sola partida las posibilidades de los ante-pre-candidatos presidenciales y, entonces, los interesados se emplearon a fondo, aplicando zancadillas, traiciones y rejuegos hacia dentro y hacia afuera de su propio partido.

El saldo fue impresionante, en cuanto al partido tricolor, tendió una emboscada cruzada al dirigente Manlio Fabio Beltrones y debilitó su siguiente aspiración. En cuanto a la administración, fracturó al gabinete que, según les fue a los grupos, ahora se aprestan a guardar el reposicionamiento conquistado o a rediseñar la estrategia para recuperarse. En el horizonte de esos grupos del gabinete fracturado no está cómo cerrar el sexenio, sino cómo abrir el siguiente.

En cuanto a la oposición establecida, la alianza del perredismo con el panismo le permitió gritar a esa izquierda ¡victoria!, ¡ganó Acción Nacional! y empezar a trapear el piso electoral. Los albiazules, ahora sí, están en condición de celebrar la posibilidad de dividirse en serio.

Desde luego, ninguno de los tres artífices reconoce que concentrar los concursos electorales en una sola fecha tuvo aquel efecto. Mucho menos admitir que el mazacote electoral legislado complica la próxima elección presidencial.

Mover piezas de un mecanismo sin revisar su efecto en el conjunto de la maquinaria los tiene frente a un problema, según ellos, inexistente.

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Dos. Al inicio de la instrumentación de la Reforma Educativa, cuyo absurdo concepto partía de implementarla contra los maestros y no con ellos, se advirtió de la talla y el tamaño de la consecuente resistencia. Se previno del peligro de aplicarla a tabla rasa sin considerar las peculiaridades regionales y de fundarla en el castigo en vez del premio. Nada, bastaba la ley y la voluntad.

Ahora, viene la marcha atrás disfrazada de perfeccionamiento. Es evidente que la administración cuenta con información privilegiada sobre la dimensión del malestar social y realiza los ajustes que pssudo hacer con oportunidad.

Por lo demás y como si fuera la primera vez que le ocurriera, la administración dejó la indagatoria de los trágicos sucesos en Nochixtlán a la Fiscalía y al gobierno inexistente de Oaxaca. Ahora, atrae el caso. Cuándo se sabrá lo acontecido, quién sabe. Se repiten y niegan los errores cometidos con los normalistas de Ayotzinapa.

Y, desde luego, ni caso mencionar el desfasamiento y descoordinación de las negociaciones paralelas que Gobernación entabla con la Coordinadora, y Educación con el Sindicato del magisterio. Cómo, con el gabinete fracturado.

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Tres. En ese cuadro, donde la administración mantiene innecesariamente abiertos otros frentes, se manda una señal: lo prioritario es resolver la crisis al interior del gobierno y su partido. Entonces, la transformación de la Comisión Federal de Electricidad a raíz de la reforma en materia de energía poco importa, lo urgente es atender al Partido Revolucionario Institucional.

Aun cuando el malestar de los viejos y distinguidos cuadros tricolores se expresa por la imposición de Enrique Ochoa siendo que, en realidad, la designación responde a la pura tradición del presidencialismo tricolor, el enojo tiene otra explicación. Uno, el ungimiento de Ochoa premia al grupo de Luis Videgaray-Aurelio Nuño y castiga al de Miguel Ángel Osorio Chong. Dos, la llegada de la joven promesa jubila a la nomenclatura y, ya se sabe, a ningún político le gusta el retiro.

Ahora está por verse si el dirigente designado tiene la habilidad de convertirse en el líder legitimado y si el tiempo le da para señalar y consignar a los gobernadores de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua; evitar que su llegada avive el pleito al interior del gabinete y si, clave en el asunto, cuenta con tablas para conducir al tricolor a la victoria en Nayarit, Coahuila y Estado de México, cuyas gubernaturas estarán en juego el año entrante.

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En fin, no queda más que ensayar el Moonwalk y avanzar para atrás. Música, maestro.

sobreaviso12@gmail.com

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