SER MADRE PRIMERIZA DESPUÉS DE LOS 35 AÑOS:
Uno de los grandes dilemas de la ginecoobstetricia actual, es la maternidad primeriza tardía. Hoy en día la mujer prioriza su formación profesional y su independencia económica, en muchos casos, ignorando el reloj biológico, ese tic-tac, que suena en determinado momento de su vida, y que generalmente coincide con la etapa de pleno crecimiento académico o profesional. Esto también lleva a veces a postergar la concreción de una pareja, o coincide que la pareja, está de acuerdo con atrasar su paternidad, hasta alcanzar el nivel económico, profesional y social deseado o impuesto por el entorno, menciona la Dra. Alejandra Elizalde Cremonte gineco obstetra perinatologa; Subsecretaria de Salud de la ciudad de Corrrientes, Argentina.
La mencionada situación, nos lleva a preguntarnos, si está bien, si está mal, si en realidad, la naturaleza, siendo tan sabia como es, no nos está diciendo: "Señores, hasta esta edad están en condiciones de ser padres, pasada esta edad, piénselo dos veces". Entonces, aquí tenemos que ver qué pasa con la mujer que pasa los 40 años y desea un hijo.
Por empezar, recordemos que comienzan a sentirse más claramente los signos de la disminución hormonal, entre ellos, uno de los signos, es la disminución de la fertilidad (femenina y masculina), pero bueno, la mujer podría recurrir, sin embargo, a varias formas de procrear: fertilización asistida, ovodonación, crío preservación de óvulos, alquiler de vientre o adopción. Cualquiera de ellas, conlleva una carga de estrés y emocional muy importante; entonces, para conseguir algo que ha postergado en pos de un mandato personal, se terminan generando problemas que van en detrimento de su actividad profesional y social, y se conforma un círculo vicioso que la perjudica, más que beneficiarla. A medida que avanzan los años, la actividad profesional va tomando otras aristas y la mujer va adquiriendo obligaciones y responsabilidades, que tampoco puede descuidar, en esta etapa, por la crianza adecuada de un hijo, entonces ese círculo virtuoso y vicioso, se hace cada vez más complicado.
Sumado a esto, las complicaciones devenidas de la edad, en el embarazo, son una realidad. Científicamente, está demostrado, que el embarazo en los dos extremos de la vida (adolescencia y más de 35 años), conlleva, la probabilidad de complicaciones importantes: hipertensión, diabetes, abortos, partos prematuros, muertes perinatales, malformaciones congénitas, aunque, con los avances de la ciencia, esto último es lo más controlado. Sin embargo, lo que entra dentro de las patologías crónicas no transmisibles, sí es una realidad, y casi una regla, en éste tipo de mujeres. Obviamente, con el consiguiente peligro de mortalidad y morbilidad a futuro.
Por último, el aspecto psicológico, no es un tema menor. Dada la trascendencia que tiene la maternidad para la mujer, su respuesta afectiva es más contundente, y por lo tanto requiere de un proceso de adaptación frente al mismo, ya que no solamente se modifica su estructura corporal, sino también su proyecto de vida, para el que tan duramente estaba trabajando.
Se dice, que la edad biológica ideal para procrear, se encuentra entre los 21 y los 34 años; pero esto coincide, generalmente, con la etapa de crecimiento exponencial de todos los proyectos de vida.
Ahora bien, ¿quiénes somos los científicos, para decirle a una mujer: ¿Cuál o cuándo, es el momento adecuado para elegir embarazarse? Nosotros, solamente tenemos la obligación, como profesionales, de acompañarla en su decisión, cuidarla en su proyecto y contenerla en su resultado. Sigue siendo este tema tan controvertido, una elección completa y absolutamente personal, a la que hay que asumirla con la responsabilidad que la misma requiere.
Parte de esta problemática se tocará en el Congreso Regional de Ginecología y Obstetricia, que se llevará a cabo del próximo 13 al 16 de abril. Para extensión de información en www.congresogiecolaguna2016.com