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Recuperación al son del compás

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OLYMPIA HERNÁNDEZ

Probablemente no podríamos concebir la vida sin estar acompañados de la música, desde que nacemos estamos en una constante exposición de sonidos y melodías que influyen en cada una de nuestras emociones y no es coincidencia que sea uno de los medios más utilizados para expresarlas.

Sin música la vida sería un error.

Friedrich Nietzsche.

Tan antigua como la humanidad misma, la música representa unas de las formas de expresión más puras que las personas pueden conocer. Conforme pasa el tiempo, formamos nuestra propia banda sonora, esas piezas musicales, que representan lo mejor y lo peor de nuestros momentos, donde encontramos la catarsis a nuestras memorias.

De acuerdo con el pensamiento platónico, la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo, en los últimos años, el estudio del poder de la música ha tomado cada vez más fuerza, poniendo a científicos, psicólogos y propios músicos, en una mesa de debate para intentar explicar los múltiples usos que puede tener el sonido armónico, incluso para la salud más allá de la estética.

Desde la antigüedad la música se ha relacionado no sólo con rituales religiosos, sino con algunos de carácter curativo. Algunos vestigios escritos, muestran cómo en el antiguo Egipto, mil 500 años a. C. se consideraba que la música tenía un efecto favorable en la salud de las personas, contribuía a mejorar los estados de ánimo, purificar el alma y era indispensable en los rituales de fertilidad en la mujer.

Platón, Artistoteles y Pitágoras, consignaron en sus escritos, la relación entre la música y el cuerpo, no sólo tangible en la parte espiritual del individuo, sino también en el buen estado físico de una persona. Un tema que se encuentra presente en la Edad Media, y de los siglos XVIII al XX; en los que importantes pensadores, abordaron la relación entre la música y la salud.

No es que la música cure, pero estudios realizados en algunos países como Inglaterra, en la década de los ochenta, pudieron demostrar cómo los pacientes que fueron tratados con música, en el caso de trastornos como esquizofrenia, amnesia, demencia, alzhéimer, y párkinson, al igual que síndrome de Tourette, asimilaron mejor su tratamiento, lo que llevó a concluir en que los efectos de la medicina tradicional eran más efectivos cuando intervenía la música.

LA MÚSICA Y NUESTRO CEREBRO

Al escuchar música se libera dopamina en el cerebro, la sustancia responsable de regular la motivación y el deseo, que también se libera en cualquier actividad que cause placer, como el comer, hacer ejercicio, tener relaciones sexuales, etcétera.

Asimismo, se ha comprobado que al escuchar música se libera endorfina, sustancia que producen un efecto un tanto similar al de la morfina y que es capaz de reducir la sensación de dolor, aminorar la ansiedad e incrementar la sensación de felicidad. No en vano existen los adictos a la música, personas que pueden cambiar su estado de ánimo o reducir, por ejemplo, una fuerte migraña gracias a la música.

Estos estímulos dependen de un circuito cerebral subcortical situado en el sistema límbico, aquel sistema formado por estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales.

Por otra parte, cabe destacar que la apreciación e interpretación de la música, es una de las pocas actividades que logran estimular todas la áreas cerebrales, lo que se puede traducri como una forma de estimulación con implicaciones directas a estados tanto emocionales como físicos.

MUSICOTERAPIA, ¿TRATAMIENTO ALTERNATIVO?

La Federación Mundial de Musicoterapia define a esta especialidad como: el uso profesional de la música y sus elementos como intervención en un ambiente médico, educativo o cotidiano con individuos, grupos, familias o comunidades que busquen optimizar su calidad de vida y mejorar su salud y bienestar físico, social, comunicativo, emocional, intelectual y espiritual.

La terapia musical se ha usado como tratamiento en cuadros de hipertensión arterial, estados de ansiedad, depresión, estrés, y alteraciones del sueño. También se emplea en la rehabilitación de trastornos psicóticos, autismo y de adolescentes con trastornos del comportamiento, incluso se ha usado en pacientes con alzhéimer, mostrando resultados favorables.

Facundo Manes, neurólogo y neurocientífico de la Universidad de Cambridge, señala que una de las hipótesis postula que la razón por la que se desarrolló la música es para ayudarnos a todos a movernos juntos.

La música induce estados emocionales al facilitar cambios en la distribución de sustancias químicas que pueden inducir estados de ánimo positivos y aumento de la excitación, lo que a su vez puede ayudar a la rehabilitación. Este tipo de rehabilitación no debe ser confundida con clases de música, que si bien presentan beneficios similares, su aplicación es distinta.

Si bien su estudio es relativamente nuevo así como su validación, ya que sólo ha sido probado clínicamente más no científicamente, cada vez son más las instituciones en aplicar este tipo de tratamiento que, cabe recalcar, no es alternativo sino complementario, ya que no puede suplir algún medicamento, sin embargo puede aminorar los síntomas gracias a las sustancias segregadas ya antes mencionadas.

EN GUSTOS SE ROMPEN GÉNEROS

Si bien en ocasiones los expertos usan ciertas obras musicales para inducir los sentimientos que se requieren en el momento de trabajar con el paciente, no se ha determinado si un género es más o menos beneficioso que otro, pero lo que queda comprobado es que los beneficios son mayores cuando el paciente tratado elige su propia música y no alguien más, ya que la respuesta está directamente ligada al gusto personal.

En plena era de internet es fácil acceder a innumerables catálogos musicales y audiovisuales, no obstante, está comprobado que aquellas personas que tienen experiencias musicales en vivo (asistir a un concierto o una presentación en culaquier tipo de foro), tienen una vida más plena y feliz, como lo demuestra el estudio If you’re happy and you know it: Music engagement and subjective wellbeing, realizado por expertos de la Universidad de Victoria Deakin, Australia.

El elemento humano es muy importante, como lo demostró un artículo publicado en la revista Music Therapy, en el cual se explica cómo a un grupo de pacientes se les dividió para asistir a un evento en vivo y al otro solo se le expuso a música grabada, si bien este presentó una leve mejoría, los resultados del primer grupo fueron notablemente superiores.

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