¿No creen ustedes en el derecho a escribir, ironizar y disentir?
Ángeles Mastretta
Todo comenzó con un artículo publicado en Milenio el martes 30 de agosto que pretendía ser iconoclasta e irónico: "No me gusta 'Juanga' (lo que le viene guango)". Nicolás Alvarado apuntaba que las pocas canciones que conocía de Juan Gabriel le habían "bastado para identificarlo como uno de los letristas más torpes y chambones en la historia de la música popular, todo sintaxis forzada, prosodia torturada y figuras de estilo que oscilan entre el lugar común y el absurdo".
El rechazo personal, señalaba Alvarado, "no me lleva a la ceguera cultural ni a la insensibilidad psicológica". Así, que el todavía director de TV UNAM narró cómo montó "un programa en caliente".
Alvarado citaba diversas opiniones sobre Juan Gabriel y aportaba la suya, que reconocía como "clasista": "Creo que a estas alturas no necesito acreditar el respeto que me inspiran ciertos productos de la televisión comercial ni mi afinidad por la cultura gay. Mi rechazo al trabajo de Juan Gabriel es, pues, clasista: me irritan sus lentejuelas no por jotas sino por nacas, su histeria no por melodramática sino por elemental, su sintaxis no por poco literaria sino por iletrada. Y sé que la pérdida es real y que es enteramente mía. Pero condicionado como estoy por mi circunstancia, no puedo evitar reaccionar como reacciono." Para enfatizar el tono irónico, Alvarado concluía: "(Ahora discúlpenme mientras pongo una canción. Se llama J'suis snob y la canta Boris Vian.)
La mayor parte de las descalificaciones en redes sociales fue de personas que no habían leído el artículo ni entendido, por supuesto, su tono irónico. La afirmación de que Alvarado cuestionó las canciones de Juan Gabriel por jotas y nacas se entiende de forma diferente cuando se lee el artículo completo. De hecho, Alvarado es quien se presenta a sí mismo como "clasista" y señala que esto representa una "pérdida" para él. Pero nunca una partida de linchamiento se preocupó por las sutilezas de un argumento.
Al final Alvarado se vio obligado a presentar su renuncia a la dirección de TV UNAM. No sé si el rector Enrique Graue se la pidió o si él optó por hacerse a un lado ante la intensidad de la tormenta. Mucho más grave es que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) haya emitido "medidas cautelares" (o de censura) para que Alvarado evitara "manifestaciones contrarias a la dignidad de las personas", ofreciera "una disculpa por el agravio", asumiera un compromiso para que "sus notas periodísticas se desarrollen en el marco del respeto a los derechos humanos" y se abstuviera "de utilizar un lenguaje que pueda ser considerado discriminatorio en sus notas o escritos periodísticos".
Una vez que Alvarado renunció a TV UNAM, el Conapred retiró sus medidas, a pesar de que el artículo fue difundido en Milenio y no en TV UNAM.
La escritora Ángeles Mastretta ofreció una reflexión en Twitter: "¿Celebran la renuncia de Nicolás Alvarado? ¿No creen ustedes en el derecho a escribir, ironizar y disentir? En la libertad de expresión." La tolerancia de Mastretta contrasta con la intolerancia de los linchadores, de la UNAM e incluso de un Conapred que debería combatir la intolerancia en lugar de promover la censura.
Yo me uno a la mujer de los ojos grandes. Puedo estar en desacuerdo con los gustos o el estilo de Alvarado, pero no con su libertad de expresar una opinión. Alvarado, por otra parte, está aprendiendo algo que muchos de nuestros intelectuales se niegan a entender: el sueldo burocrático no es compatible con la libertad de expresión.
PREMIAR POR AGREDIR
El regalo de una planta de generación de electricidad al SME subraya que en México es rentable protestar agrediendo a los ciudadanos. Habrá que ver ahora cuál es el premio de la CNTE.
Twitter: @SergioSarmiento