Esta misa oficiada por el Papa es con la que concluye su visita a México. (ESPECIAL)
El Papa Francisco llegó al sitio conocido como "El Punto", desde donde encabezará una ceremonia religiosa ante migrantes, enfermos, personas con alguna discapacidad y víctimas de la violencia.
Previamente, el pontífice había salido del Seminario Conciliar para oficiar la última misa de su gira pastoral en México.
Un grupo de jóvenes seguía en bicicleta al Papa Francisco, que viajó en un automóvil descubierto hacia el lugar conocido como “El Punto”, el sitio más cercano a la línea fronteriza que separa a Chihuahua de Texas.
En su camino pudieron verse cientos de personas vestidas en su mayoría de blanco y con gorras que saludaron al pontífice, agitaron globos, banderitas del Vaticano, gritaron y echaron porras e incluso lloraron de emoción.
SU LLEGADA
Tras su arribo al sitio e impartir el saludo y bendición a quienes se encontraban siguiendo su recorrido, Francisco bajó del papamóvil y caminó hacia donde se ubicaba una cruz entre la frontera de México y Estados Unidos, que también bendijo.
Posteriormente, Su Santidad volvió a abordar el papamóvil y continuó su recorrido repitiendo el saludo y las bendiciones a los presentes.
INICIA MISA
Tras su recorrido, el Papa subió al escenario que se dispuso para la celebración de la misa y dio inicio a esta con las bendiciones y los rituales acostumbrados.
Acto seguido, Francisco, quien usa regalos que le han dado en el país, como un báculo que recibió de uno de los presos que visitó hoy, escucha las lecturas y el Evangelio.
HOMILÍA
"La gloria de Dios es la gloria del hombre (...) frase que sigue resonando en la Iglesia", fueron las palabras con las que el Papa Francisco inició su homilía de esta tarde, para referirse al caso de Nínive, capital citada en las lecturas.
Enseguida, Francisco ligó la frase dicha a la misericordia de Dios que, dijo, "es nuestro escudo y nuestra fortaleza".
Pidió luego a los presentes invocar con ellos la misericordia divina y el don de la conversión e hizo alusión a los migrantes que se concentran en Ciudad Juárez y que buscan "pasar al otro lado, un paso, un camino cargado de terribles injusticias, esclavizado, extorsionado (en el que) muchos hermanos nuestros son víctimas de la trata de personas".
Llamó a no medir el fenómeno de la migración en cifras, sino en nombres, familias y vidas, que "tienen que sufrir la violencia".
Dijo saber del "trabajo comprometido de sacerdotes, religiosas y laicos que 'se la juegan' en defensa de la vida (...) arriesgando muchas veces la propia vida suya" y los calificó como "profetas de misericordia" y "pies acompañantes de la Iglesia".
Posteriormente, externó sus saludos a quienes se encuentran del otro lado de la frontera siguiendo la misa que oficia y advirtió que el amor misericordioso que da Dios no podrá ser impedido por "ninguna frontera".
(FOTOGRAFÍA: IVÁN CORPUS / EL SIGLO DE TORREÓN)
RECLAMOS POR DESAPARECIDOS
Mientras la celebración continuaba y tras el discurso del Santo Padre en que abundó en el tema de migración, los reclamos por los desaparecidos en México se hicieron presentes al escucharse algunos gritos expresando que "faltan 60 mil mexicanos que murieron en la guerra contra el narcotráfico".
CONTINÚA LA EUCARISTÍA
Tras su mensaje, Francisco procedió a encomendar a Dios las súplicas de la Iglesia, presentó las ofrendas y consagró el pan y el vino, mientras los fieles siguen emocionados a detalle la celebración.
(FOTOGRAFÍAS: IVÁN CORPUS / EL SIGLO DE TORREÓN)
Una vez consagrados el pan y el vino, se procedió a la repartición de la comunión distribuyendo a los feligreses en diferentes sectores del lugar.
Luego de la repartición, mientras la que se veía a Su Santidad, orar en silencio, se le leyó un mensaje en el que se le agradeció su presencia no sólo en Ciudad Juárez, sino en todos los destinos que visitó durante su estancia en México.
Acto seguido, Francisco leyó su propio mensaje comenzado por agradecer también él el recibimiento que le dio el país y a quienes le permitieron que su viaje a esta nación se concretara.
Calificó los días vividos como "una fiesta de familia" y dijo haberse sentido completamente acogido por la "gran familia mexicana".
Reconoció el esfuerzo de quienes permiten que la "sociedad mexicana no se quede a oscuras" y finalizó reiterando su agradecimiento por la "tan cálida hospitalidad mexicana", para después ofrecer su bendición a los asistentes a la celebración eucarística, última de su gira por el país.
