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Niño Dios

Diálogo

YAMIL DARWICH

Edmundo González Blanco -1877 - 1938-, filósofo español y escritor, tradujo los evangelios apócrifos, entre ellos "El Árabe", escrito por un Pseudo Juan, conservado en la Biblioteca Ambrosiana.

Entre los llamados cristianos primitivos, algunos escribieron sus propios evangelios, con lo escuchado en la tradición popular y/o sus creencias.

Antes de cumplirse los primeros cien años de la crucifixión de Jesús, ya existían más de setenta de ellos y hubo de discernir entre lo considerado fiel a la verdad y lo que no.

El Concilio de Nicea, fue convocado en el año 321 d.C., por el emperador romano Constantino, por consejo del obispo Osio de Córdoba. Allí se discutió y condenó el arrianismo -que negaba a la Santísima Trinidad- y definieron los evangelios verdaderos: el de Marcos, el más antiguo y los de Mateo, Lucas y Juan, similares al primero. El resto fueron declarados apócrifos.

En ellos cuentan historias -algunas verdaderamente inaceptables y fuera del contexto histórico- que lo mismo enseñan moral y ética cristiana, que asombran con afirmaciones temerarias.

Del Árabe, le invito a recordar algunos cuentos inspiradores en estos días en que recordamos el nacimiento de Jesús:

DE LA NATALIDAD:

"Y la anciana, acompañada de José, (…) penetraron en la caverna, y vieron que todo faltaba allí, pero que el recinto estaba alumbrado por luces más bellas que las de todos los candelabros y las de todas las lámparas, y más intensas que la claridad del sol".

Sobre los milagros del niño:

"(…) nuestra Señora Santa María acababa de lavar los pañales de Nuestro Señor Jesucristo, y los había puesto sobre la pared del muro. Y el joven poseído sobrevino, y agarró uno de los pañales, y lo puso sobre su cabeza. Y, en el mismo instante, los demonios, bajo forma de cuervos y de serpientes, comenzaron a salir y a escapar de su boca".

MARÍA:

Un joven convertido en mulo: "Las mujeres (…) Este mulo que ves, es nuestro hermano, y no un animal. Malvadas brujas lo han reducido con sus maleficios al estado en que hoy se encuentra. (…) Y Nuestra Señora Santa María, (…) tomó a Jesús, y lo puso sobre el lomo del mulo. (…) Y María dijo: Jesús, hijo mío, haz que la poderosa virtud oculta en ti obre sobre este mulo, y le devuelva la naturaleza humana que tenía otrora.

Y, en el mismo instante, el mulo cambió de forma (…)".

Una epidemia en Bethlehem:

"(…) una mujer, que tenía un hijo enfermo y próximo ya a la muerte, lo llevó a Santa María, a quien vio ocupada en bañar a Jesús, (…): ¡Oh María, mi señora, mira cuán cruelmente sufre este fruto de mis entrañas! ¿No tendrá el Señor misericordia de él? (…) respondió a la mujer en estos términos: Toma un poco de esta agua en que acabo de bañar a mi hijo, y échala sobre el tuyo. Y la mujer lo hizo así, y lavó con aquella agua a su hijo (…) Y el niño se despertó en plena y perfecta salud".

NIÑO:

"Y, habiendo entrado en el taller del tintorero, tomó todos aquellos trajes, y los echó en una tina de índigo. (…) el tintorero se puso a gritar con voz estentórea, y, agarrando a Jesús, le dijo: ¿Qué me has hecho, hijo de María? Me afrentarás ante todas las gentes de la población (…). Y Jesús le dijo: Cambiaré a cada traje el color que quieras darle. Y, acto seguido, Jesús se puso a sacar de la tina los trajes, cada uno, hasta el último, con el color que deseaba el tintorero".

AYUDANDO AL PADRE:

"En cierta ocasión, el rey de Jerusalén llamó a José, y le dijo: José, quiero que me hagas un lecho suntuoso, cuyas dimensiones sean exactamente iguales a las del salón en que tengo mis asambleas. (…) cuando quiso colocarlo en su sitio, se encontró con que una de las piezas era dos palmos más corta, (…) Y José, en el exceso de temor que el rey le inspiraba, pasó la noche en ayuno, sin tomar ningún alimento.

(…) Jesús le dijo: No te empavorezcas, ni te espantes. Y, tomando uno de los extremos de la pieza, añadió: Toma tú el otro extremo. Y Jesús suspendió la pieza, y la hizo igual a la pieza gemela (…)".

Agua recogida en una túnica:

"(…) Hijo mío, ve a buscarme agua al pozo. Mas (…) el cántaro, lleno de agua, como estaba, cayó y se rompió.

Y Jesús, desplegando la túnica que lo cubría, recogió el agua en ella, y la llevó a su madre. Y María quedó admirada en extremo".

El texto también describe enseñanzas en temas de ciencia y filosofía, dejándonos una agradable sensación de felicidad, al acercándonos a su enseñanza fundamental: amar.

Feliz navidad.

ydarwich@ual.mx

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