Misa. El Papa se coloca en el suelo durante una misa para celebrar la pasión del Señor, en la basílica de San Pedro en el Vaticano.
Postrado en el suelo en señal de humildad y con las manos en el rostro, Francisco introdujo ayer la ceremonia de la adoración a la Santa Cruz, ante miles de personas congregadas en la Basílica de San Pedro.
Así inició el principal oficio del Viernes Santo, en el cual se recordó la pasión y muerte de Cristo, y que concluyó con el beso a una gran cruz de madera por parte del Papa, de cardenales, obispos y colaboradores del Vaticano.
Jorge Mario Bergoglio siguió en silencio la ceremonia, enfundado en unas vestiduras color rojo intenso. Desde una silla, ubicada a uno de los costados del altar mayor, escuchó el sermón del predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa.
El Viernes Santo es el único día del año en el cual la Iglesia católica no celebra misa y sólo se recuerda la muerte de Jesús con una liturgia de la palabra.
En su predicación, el fraile franciscano Cantalamessa desarrolló el tema de la misericordia y llamó a "desmitificar" a la venganza, porque ese sentimiento se ha convertido en un "mito" que se expande, contagiando a todo y a todos.
Pidió no ceder a la sed de venganza ante "el odio y la brutalidad" de los ataques terroristas de esta semana en Bruselas, e instó a reflexionar sobre las últimas palabras de Cristo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
"Por grande que sea el odio de los hombres, el amor de Dios ha sido, y será, siempre más fuerte. A nosotros está dirigida, en las actuales circunstancias, la exhortación del apóstol Pablo: "No te dejes vencer por el mal antes bien, vence al mal con el bien", estableció.
"Es la hora de darnos cuenta que lo opuesto de la misericordia no es la justicia, sino la venganza. Jesús no opuso la misericordia a la justicia, sino que la opuso la ley del talión, el ojo por ojo, diente por diente", añadió.
Sostuvo que perdonando los pecados, Dios no renunció a la justicia sino que prescindió de la venganza ya que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, mientras Jesús en la cruz no le pidió al padre que vengase su muerte, sino que perdonase a sus crucificadores.
Constató que gran parte de las historias en las pantallas y en los juegos electrónicos son historias de venganza, a veces presentadas como la victoria del héroe bueno.
"La mitad, si no más, del sufrimiento que existe en el mundo (cuando no son males naturales), viene del deseo de venganza, sea en la relación entre las personas que en aquella entre los Estados y los pueblos", siguió.
"Ha sido dicho que 'el mundo será salvado por la belleza'; pero la belleza puede también llevar a la ruina. Hay una sola cosa que puede salvar realmente el mundo, ¡la misericordia! La misericordia de Dios por los hombres y de los hombres entre ellos", apuntó.
Mexicano lleva la cruz
El feligrés mexicano Rubén Guillén Soto fue elegido para portar la cruz de madera que encabezara la procesión del Vía Crucis presidida ayer Viernes Santo por el Papa Francisco en el Coliseo Romano.
El mexicano fue uno de las 35 personas que se alternaron en portar el madero a lo largo de las 14 estaciones del rito que recuerda el camino de Jesús camino al monte Calvario, donde fue crucificado.
Guillén Soto participó en la estación número 10, junto a Letitia Yando, una mujer de la República Centroafricana. También otros latinoamericanos cargaron la cruz: Nieves Masala de Paraguay en la estación siete y Susana Mamani de Bolivia, en la estación 11.
En la estación ocho a una familia ecuatoriana compuesta por José Silva y Mónica Jaramillo, con su hijo José Carlos. Así como fieles de Estados Unidos, China, Rusia, Uganda, Kenia y Siria. En la primera y la última estación, el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini.
Gestos de cercanía
Desde un almuerzo con párrocos de Roma hasta regalos para refugiados, fueron algunos de los gestos de cercanía del Papa Francisco en esta Semana Santa.
Según informó el Vaticano, el mediodía del Jueves Santo el pontífice almorzó con unos diez sacerdotes de la capital italiana, con quienes mantuvo un encuentro "en un clima familiar" tras haber celebrado, la misa crismal. Entre sus recomendaciones, el líder católico instó a los presbíteros a atender a todas las personas, especialmente a quienes tienen mayores dificultades, reveló a la Radio Vaticana Manrico Accoto, joven párroco de la Iglesia de Santa Julia Billiart en Tor Pignatara.
"Fue una experiencia muy bella, en su sencillez y normalidad. El Papa nos puso a todos a gusto y quiso simplemente escucharnos. Cada uno pudo contarle la propia vida en la parroquia. Nos escuchó con mucho interés, sin interrumpir nunca, siempre con actitud de quien quiere aprender", dijo a la Radio Vaticana.
Clama contra terroristas
El Papa Francisco clamó contra los terroristas "seguidores de cierta religión" que profanan el nombre de Dios "para justificar su inaudita violencia", los corruptos que se "venden en el miserable mercado de la inmoralidad" y los "ministros infieles" que no logran despojarse de sus ambiciones.
Las declaraciones del pontífice formaron parte de una larga oración que escribió y pronunció al final del rezo del Vía Crucis, junto a miles de personas congregadas en el Coliseo Romano para participar en la ceremonia más importante del Viernes Santo.
En lugar de dirigir un mensaje improvisado, el líder católico prefirió leer la larga imploración que lamentó la suerte de los cristianos perseguidos, decapitados, quemados vivos y degollados, "por las bárbaras espadas y el silencio infame".
"Oh cruz de Cristo, símbolo del amor divino y de la injusticia humana, ícono del supremo sacrificio por amor y del extremo egoísmo por necedad, instrumento de muerte y vía de resurrección, signo de la obediencia y emblema de la traición, patíbulo de la persecución y estandarte de la victoria", indicó Francisco en italiano.
