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No toda la culpa es de Trump

Las cosas que México ha dejado de hacer y que afectan nuestra economía

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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RUBÉN CARO JUÁREZ

Estamos viviendo tiempos de incertidumbre a nivel mundial, ocasionada principalmente por factores que están fuera de nuestras manos, pero cabe reflexionar sobre la verdadera gravedad de los fenómenos económicos que se viven a escala global y que sin duda nos afectan, y a partir de las conclusiones actuar de manera local.

Hoy más que nunca debemos, como sociedad, buscar información en los diferentes medios de comunicación, pero no sólo escucharla y creerla sin hacer un acto de duda, sino desmenuzarla y preguntarnos quién y por qué se difunde sólo cierta información, y antes de todo esto, comprender los conceptos que se manejan.

Un ejemplo muy claro de cómo esta manipulación de la información nos ha generado un problema económico a escala global es el fenómeno Trump; durante todo el año nos manejaron que este personaje es un ser detestable, fue una cobertura muy al estilo “ahí viene el lobo” mediante la que se sembró en la población un temor a algo desconocido con diversas interrogantes: ¿Cómo una persona que no es político va a llegar a la Casa Blanca?, ¿odia a los mexicanos?, ¿hará un muro?, etcétera; cuando en realidad el candidato sólo estaba expresando lo que una gran mayoría de estadounidenses resentidos con las políticas económicas que se han instrumentado en los últimos 30 años querían escuchar.

Y es que mientras macroeconómicamente Estados Unidos está creciendo, la calidad de vida de los ciudadanos de a pie no mejora. Por ejemplo, hasta mayo de este 2016, el crecimiento de los salarios llegó a 2.5 por ciento, el cual está muy por debajo del promedio histórico de 3.5 por ciento anual que Wall Street y los ciudadanos esperan. Estas condiciones de empleos mal pagados fomentan una desigualdad creciente entre la clase media trabajadora y la clase alta, a la cual le está yendo muy bien.

La realidad nos alcanzó ese 8 de noviembre y los estadounidenses decidieron para bien o para mal instalar a este personaje en la Casa Blanca. Ante nosotros se abren varios panoramas y opciones de caminos a seguir, pero todos ellos parten de la idea de tomar las riendas de nuestra realidad económica y no sólo escudarnos en decir que todo lo malo que nos está pasando es por factores externos.

DEUDA PÚBLICA

Existe una infinidad de datos macroeconómicos que podríamos mencionar para revisar la situación económica de nuestro país, pero destacaremos tres:

Durante los últimos 16 años la deuda bruta gubernamental se ha incrementado en el orden del 454 por ciento.

El gasto neto del sector público se ha elevado un 294.80 por ciento.

El costo financiero creció 103.10 por ciento.

En pocas palabras, lo que estas cifras nos revelan es que el gobierno, en todos sus niveles, está gastando más recursos obtenidos mediante deuda, por los que le cobran más intereses, o más bien dicho, por los que nos están cobrando más intereses, porque al fin y al cabo quien termina pagando esta deuda somos todos lo que estamos cautivos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

Las finanzas estatales y municipales no son muy alentadoras. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), resaltó mediante un comunicado que mientras que los municipios generan sólo 2.9 por ciento de los ingresos totales del país, se gastan el 8.3 por ciento. Es decir, son muy poco eficientes en su recaudación y planeación financiera, ya que gran parte de ese desfase financiero se complementa con deuda.

La deuda de los estados sigue el mismo tenor de crecimiento exponencial, la deuda total en 2015, según la SHCP fue de 536 mil 269.1 millones de pesos, con la particularidad de que el 75 por ciento de la deuda se concentra en 10 estados y el restante 25 por ciento en 22.

Los diez estados más endeudados son Ciudad de México, Nuevo León, Chihuahua, Veracruz, Estado de México, Coahuila, Jalisco, Quintana Roo, Chiapas y Sonora, aunque cabe hacer mención de que este lamentable ranking se modifica cada que se descubre que un gobernador ocultaba información financiera de contratación de deuda.

El principal problema de este endeudamiento exorbitante es la opaca aplicación de los recursos, recordemos que durante todo este año hemos sido testigos de una guerra mediática en la que gobernadores entrantes y salientes se llaman corruptos unos a otros. Si todos estos recursos verdaderamente se aplicaran en programas sociales, becas e infraestructura que el país necesita para fortalecer su condición económica no estaríamos tan preocupados por lo que pasa del otro lado de la frontera. Por otra parte, es muy intrascendente la forma en que se manejan todas estas cifras, se dicen las cantidades de manera fría, casi irrelevante, sin hacer hincapié en que la gran mayoría de los integrantes de la clase media no verá jamás una cantidad cercana en toda su vida ni siquiera por generaciones.

Y es que no debería de faltar ni un solo centavo en las arcas públicas. Pongámoslo en perspectiva: ¿cuánto tendría que trabajar una persona que gana el salario mínimo para poder reunir tan sólo el uno por ciento de estas deudas? ¿Cuántos hospitales no se han construido? ¿Cuánto medicamento no se ha surtido? ¿Cuántos pensionados están en peligro de perder el fruto de sus aportaciones de toda una vida? ¿Cuántos puentes, puertos, carreteras, becas se han truncado por estos malos manejos?, pero estas equivalencias no son los encabezados de los diarios, el problema sigue siendo el “extraño enemigo”.

ASIGNATURAS PENDIENTES

No todos nuestros problemas económicos se derivan de lo que pasa en la escala global, la verdad es que, además del asunto de la deuda pública, hay muchos rubros que México ha descuidado, enlistamos algunos a continuación.

Mercado interno: este es uno de los temas que se ha dejado de atender por décadas. El mercado interno no es otra cosa que el que nosotros mismos consumamos lo que producimos para ser autosustentables. Sin embargo, uno de los principales problemas que enfrenta el mercado interno es el escaso poder adquisitivo de la población, lo cual hace más atractivo el exportar las mercancías al extranjero.

Corrupción: otro tema que le resta mucha competitividad a nuestra economía; este problema es señalado a nivel internacional de manera reiterada por los diferentes organismos de regulación económica. En 2014 se señalaba que a México le cuesta al menos 100 mil millones de dólares al año la corrupción. Sin embargo, a este mal se le ve como aceite de la maquinaria económica, engrane del sistema de justicia y factor para que las cosas funcionen. Este mal que la mayoría de los mexicanos percibe que llevamos dentro de la sangre a nivel social es percibido de manera positiva y la sanción inexistente.

El Banco Mundial estima que la corrupción le cuesta a México un nueve por ciento del PIB cada año, es decir, dos puntos más que toda la fortuna de Carlos Slim. Por otro lado, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado señala que es del 20 por ciento del PIB.

Entonces debemos dejar de alentarla en la formación y aplaudirla de facto, y en las instituciones públicas y privadas regularla para poder en un lapso razonable reducir sus efectos en nuestra economía.

Ahorro: “No hay peor ahorrador que el que no quiere ahorrar”. “El dinero no se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Estas dos frases nos pueden orientar en la situación que tiene las finanzas públicas y personales de nuestro país.

La falta de ahorro representa un riesgo de largo plazo para la economía. Para 2050 existirán tres veces más personas mayores de 60 años, muchas de ellas sin un ahorro complementario a la Afore. En otras palabras, el futuro nos está alcanzando y esa cultura de despilfarro y poca previsión hacia el futuro es también un factor que debilita la estabilidad económica de nuestro país. Y es que se puede ganar un buen sueldo, pero si no se administra de manera responsable puede esfumarse en un abrir y cerrar de ojos.

Existen diversos mecanismos y vehículos de ahorro, como afores, planes personales de retiro, cuentas personales de ahorro, bienes raíces, planes privados de pensión, fondos de inversión, ahorros bancarios, inversión directa en bolsa y fideicomisos.

El actor principal de este cambio cultural es la educación financiera, la curiosidad por conocer a fondo el funcionamiento de las instituciones e instrumentos bancarios para así terminar con los mitos y clichés que existen acerca de los mismos. Ya que el ahorro de cada uno de los habitantes del país en la forma que sea es garante de la fortaleza financiera de un país. Es el patrimonio para las siguientes generaciones y una de las principales vías para salir del subdesarrollo.

En fin, se quedan todavía muchos puntos por abordar para darnos cuenta que la situación de dependencia se puede mejorar en la medida en que como sociedad tomemos el papel que nos corresponde de estar informados, de ser previsores y de exigir que nuestra hacienda pública se aplique de manera adecuada.

Correo-e: rubn_caro@hotmail.com

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