Poco más de 10 mil aficionados estuvieron presentes en el encuentro de ayer entre Santos Laguna y Veracruz. (Ramón Sotomayor)
Lenta, cadenciosa y hasta desesperante fue anoche la llegada de los aficionados al "Templo del Desierto", taquillas ambulantes buscaban clientes en los estacionamientos, que no mostraban la algarabía de otras ocasiones, muy a pesar de que los Guerreros habían ganado su más reciente presentación en casa. Pero poco a poco fueron estacionándose más coches, vendiéndose más boletos y arribando la fiel afición albiverde al cuartel de los laguneros.
Inició el juego aún con muchas butacas vacías, explotando las trompetas y los cueros de las barras de apoyo santistas, que fueron la perfecta música de fondo para una noche de futbol con clima agradable y el balón rodando en el campo. Los Guerreros presentaron un equipo alterno que lució bien durante la primera parte, atacando la meta visitante hasta que un corner bien cobrado, sí, por fin un tiro de esquina sin desperdicio, encontró la cabeza del capitán Izquierdoz que con eficiencia la puso fuera del alcance del guardameta para estremecer la red y de paso a la tribuna, ya para ese momento con la parte central bien poblada.
No hubo abucheos al medio tiempo, el aficionado encontró la tranquilidad al ver a su equipo ganando, algo que no ha sido muy común en el actual semestre, pero que anoche tuvieron oportunidad de disfrutar un poco más de diez mil personas que entusiastas acudieron al Corona. El segundo tiempo trajo mayores emociones, los equipos se lanzaron con más alegría hacia el frente, ambos estuvieron cerca de activar nuevamente el marcador, pero finalmente la anotación no cayó en ninguno de los arcos, guardando la emoción para el final.
"Hasta el último minuto tiene sesenta segundos", decía el famoso cronista don Fernando Marcos y anoche lo aprendieron en carne viva los santistas, quienes suspirando por la indicación del final del encuentro, fueron sorprendidos por un derechazo fulminante de Luis Sánchez que venció a Marchesín, acalló al estadio y puso de pie a toda la banca de los escualos, eufóricos, celebrando su pase a los octavos de final ante la incredulidad de los albiverdes, quienes no asimilaban lo sucedido.
Pocos segundos más transcurrieron para que Diego Montaño hiciera sonar su silbato, dando por terminado un partido que parecía tener Santos en el bolsillo, pero el Tiburón se lo robó para de paso meterse al océano de los octavos de final en la Copa MX. Tan de moda está lo de "cruzazulear" que anoche llegó al TSM, que despidió con abucheos a sus jugadores cuando tomaron camino al túnel rumbo a vestidores.
