Se utiliza para designar a los seres vivos que han nacido con su información genética alterada. Este término se usa para señalar a los animales o plantas que son alterados de manera artificial, ya sea porque existen objetivos científicos o comerciales detrás de esas modificaciones. Los organismos transgénicos son un fenómeno característico de la última parte del Siglo XX, momento en el que los científicos occidentales lograron descifrar la estructura completa del ADN y por tanto establecer a partir de allí una base para futuras transformaciones de esa información particular.
Los elementos transgénicos se encuentran más presentes en la vida cotidiana de lo que se sabe. Pues muchos alimentos y productos comestibles están hechos en base a alteraciones genéticas que tienen diversos objetivos: asegurar una mayor preservación del producto en el tiempo, resaltar sus colores, texturas o sabores, elaborar productos de mayor calidad, etc. Sin embargo, si bien algunos de estos propósitos pueden ser beneficiosos, la manipulación genética siempre es peligrosa ya que puede terminar generando nuevos organismos desconocidos y por tanto no aceptados por el cuerpo humano que los consume.
Lo transgénico no se aplica solamente a los alimentos, muchos animales son también alterados genéticamente para asegurar una especie, obtener mejores productos para consumo humano, entre otros. Algunos casos particulares y significativos son aquellos animales que son transformados genéticamente para que su línea de herencia genere especímenes de mayor calidad. También algunos animales suelen ser alterados genéticamente para venderse como mascotas o animales domésticos especiales, en cuyo caso ya se trata de manipulación genética con fines comerciales y económicos, lo cual puede ser gravemente penado por ley y de alta peligrosidad.
La manipulaciones genéticas son inofensivas y pueden contribuir al mejoramiento de una especie (por ejemplo, cuando se trabaja para dotar a especies en peligro de extinción de elementos que les permitan subsistir mejor a ciertas condiciones), la actividad debe ser estrictamente controlada para evitar problemas y resultados negativos en cualquier tipo de acción.
La genética en conjunto con otras disciplinas, ha emprendido numerosas investigaciones para conocer de qué están hechos los genes, cómo transmiten su información y cómo se expresa en cada individuo ya sea planta o animal. Existen grandes proyectos como el de genoma humano y otros que buscan descifrar los códigos genéticos de diferentes especies para conocer el origen de enfermedades, mecanismos de defensa y de sobrevivencia, entre muchas otras cosas. Tal es el caso de las plantas que se cultivan para alimento como maíz, jitomate, soya, arroz y papa o para la industria como el algodón.
Una vez que se conocen los genes y se sabe para qué sirven entonces se comienzan a hacer experimentos para ver qué sucede si se cambia un gen o incluso se le pone uno de otra especie. Y es así como surgen los organismos genéticamente modificados y más concretamente, estos últimos conocidos como transgénicos. De estos se han creado varios a nivel mundial sin embargo, existe una fuerte polémica sobre su uso debido a razones principalmente ecológicas, de salud y económicas.
Existe un acuerdo internacional denominado -Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología- que fue ratificado por México y que sienta las bases para la creación de un marco legal y jurídico. En este país actualmente se discute la ley de bioseguridad de organismos genéticamente modificados que buscan regular su acceso, cultivo y uso en general.
No obstante es una ley que, al modo de ver de muchos mexicanos y mexicanas, infringe el Protocolo de Cartagena, no respeta los derechos de campesinos y consumidores, no protege el medio ambiente y la diversidad genética y pone en peligro la producción agrícola, beneficiando directamente a las empresas trasnacionales y a otros gobiernos como el de Estados Unidos algo que existe desde la firma del TLC.
Es por esto que es importante conocer esta ley y se de opinión sobre ella. Los legisladores deben tener en cuenta sobre la propia historia y recuerden que la tecnología no siempre ha beneficiado y que consideren el principio precautorio antes de aprobar una ley.
Este tema requiere un análisis científico y ético más profundo y no solo de los diputados, senadores e investigadores sino de toda la sociedad, porque lo que está en juego es la soberanía alimentaria y la salud.
