Llegó. Al abrirse la puerta del avión papal, explotó la algarabía entre los invitados en el hangar presidencial. Vio. Por las calles Francisco fue testigo del amor de los fieles que esperaron su bendición. Felices. Los cientos de fieles que esperaron por horas el paso del Papa Francisco quedaron satisfechos por verlo unos segundos. Y rezó. Luego de su arribo a la Nunciatura Apostólica, el Papa salió para saludar a las personas y hacer un momento de oración.
"¡Argentina, Argentina!", gritó al unísono un grupo de cinco jóvenes provenientes de ese país, quienes enarbolaban su bandera, que llegaron a las 14:00 horas a la zona de Insurgentes a la altura de Río Mixcoac, en la Ciudad de México, que comenzó a llenarse poco a poco de seguidores del papa Francisco.
Ellos se colocaron en primera fila para ver pasar a su paisano. "Nos tocó acá ver al Papa, fue una suerte de veras. Venimos a apoyarlo", gritó Lucía.
A unos metros un comerciante comenzó a promocionar banderines con imágenes del Pontífice, el costo era de 20 pesos. Más cerca de la Nunciatura Apostólica, en avenida Insurgentes, una foto con la imagen de cartón del Pontífice se ofertaba en ese mismo precio, aunque a lo largo de los 19 kilómetros -distancia que separan el Hangar Presidencial del lugar en que el jerarca católico pasaría su primera noche- se realizaron operativos para impedir el ambulantaje.
Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina se dedicaron a retirar a los comerciantes que se apostaron a lo largo del recorrido. La orden policiaca abarcó por igual a vendedores de dulces, objetos conmemorativos, banderines o fotografías, por lo que caminaron a lo largo de las vallas para ofrecer sus productos.
Violeta Rojas, una comerciante de la tercera edad, explicó que desde la mañana trataron de vender cerca del Hangar, pero se los impidieron. Dijo que invirtió más de 2 mil pesos en banderines y los perdió.
Verónica Pérez fue una de las primeras en ingresar a las inmediaciones del Hangar Presidencial, para dar la bienvenida a Francisco. Alrededor de las 13:00 horas y con el sol a plomo, llegó acompañada de su hermana. Ambas con gorras blancas y chamarras para soportar el calor de la tarde y el frío de la noche, se trasladaron desde Ecatepec al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Antes de ingresar por el filtro de seguridad, a cargo del Estado Mayor Presidencial, Verónica se mostró emocionada; confió en que la visita del Pontífice traiga paz al país.
"Cuando me inscribí aquí, me hicieron la pregunta: '¿Qué le regalaría al Papa', yo le daría lo que no podemos comprar, que es nuestra fe y la esperanza del pueblo que es tener una tranquilidad, porque estamos envueltos en mucha violencia".
La mañana del viernes, previo a la llegada de Su Santidad, en las inmediaciones del AICM transcurrió con tranquilidad. Cientos de policías y vallas metálicas marcaron el camino que por la noche siguió el "Papamóvil".
Desde las primeras horas también fueron retirados los puestos ambulantes que se ubicaban en el cruce de Santos Dumont y Miguel Lebrija.
Como parte del dispositivo de seguridad, policías locales y federales resguardaron las inmediaciones del aeropuerto, incluso, fueron colocados en puentes peatonales.
Una cuadrilla de trabajadores de la Secretaría de Obras y Servicios llegó a las inmediaciones del Metro Hangares para pintar los comercios de la zona para dar últimos retoques a la ruta, para lo que personal de limpia recorrió vialidades para barrer y recoger basura.