El año 2016 ha comenzado en medio de voces de alertas de que será un año de dificultades económicas para el mundo y para México. Ya en el segundo trimestre de 2015 se observaron algunos datos que si bien en principio abonaron al optimismo, luego fueron moderándose las expectativas respecto a ello. De entrada se observa un marcado contraste en cuanto al crecimiento económico de las grandes potencias. Mientras que hasta el tercer trimestre del año pasado el Producto Interno Bruto de los Estados Unidos crecía a un ritmo cercano al potencial de la economía a largo plazo, China enfrenta un proceso de desaceleración que impacta en los precios de las materias primas y otros commodities. Si bien la primera potencia del mundo ha fortalecido su moneda y se está recuperando en la generación de empleo, lo cual llevó a la Reserva Federal a aumentar las tasas de interés, el comportamiento del mercado bursátil en Wall Street fue malo en 2015. En el caso de México, el PIB registró una aceleración en el tercer trimestre del año, no obstante, los bajos precios del petróleo y la alta volatilidad del tipo de cambio, sobre todo a la alza, impiden tener una mejor expectativa para el año que comienza.
Antes de terminar 2015, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Legarde, aseguró que en 2016 el crecimiento económico en el mundo será “decepcionante y desigual”. Entre los factores para motivan esta conclusión mencionó la posibilidad de que las tasas de interés sigan aumentando en Estados Unidos y que la desaceleración de la economía china se profundice. Además, refirió que el comercio internacional ha dejado de crecer, el bajo precio de las materias primas está afectado a los países productores de las mismas, el sector financiero continúa débil en varias economías y los riesgos en naciones emergentes se están incrementando. A lo anterior, hay que agregar los efectos que aún se resienten de la crisis de 2008-2009, la baja productividad de algunas economías y el constante envejecimiento de la población en los países desarrollados. La suma de estos elementos de análisis llevan a la directora del FMI a concluir que 2016 será un año complicado en términos económicos y financieros.
En lugar de sólo alimentar el pesimismo por estos signos de alerta, es necesario preguntar ¿cómo se están preparando los gobiernos para sortear de una mejor manera los nubarrones que se acercan? Y más aún ¿qué está haciendo el gobierno de México? Resulta preocupante que dos de las grandes apuestas que la Presidencia de la República ha lanzado se hayan topado de inmediato con serias limitantes. En primer lugar, la Reforma Fiscal ha agotado muy pronto su ciclo dejando el efímero beneficio de aumentar la recaudación de Hacienda, pero sin haber contribuido a la expansión de la economía, como se había planteado en principio. En segundo lugar, la Reforma Energética enfrenta el difícil escenario de la caída de los precios de los hidrocarburos y el compromiso ambiental hecho con el gobierno de la República de iniciar la transición energética para dejar de consumir combustibles fósiles. Lo peor de todo es que hasta el momento no se observa que en Los Pinos exista un plan B para detonar la economía y para aminorar el impacto del crecimiento decepcionante que adelanta el FMI.
Por si fuera poco, el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), hace unos días prendió los focos rojos respecto al nivel de endeudamiento público que no deja de crecer y ronda ya el 47 por ciento del PIB, lo cual pone en riesgo de desequilibrio las finanzas del país. Como datos prometedores, a nivel microeconómico, los precios del diesel, la gasolina y la energía eléctrica son hoy menores al público que el año pasado, aunque la disminución por ahora es marginal y falta ver si alcanza los niveles competitivos de naciones desarrolladas. En medio de este panorama desalentador, es urgente e impostergable que el gobierno de Enrique Peña Nieto aclare cuál va a ser la ruta a seguir en la segunda mitad de su sexenio para sortear los efectos de una inminente turbulencia económica.
