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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI

(TRIGÉSIMA SEGUNDA PARTE)

"La curiosidad mató al gato", reza un dicho popular. Y a pesar de que así fuera en ocasiones, la realidad es que la curiosidad representa en sí esa maravillosa capacidad innata del ser humano, que desde que nacemos se desarrolla en otra serie de habilidades básicas como son la observación, la exploración, el tacto, el descubrimiento, el cuestionamiento y la propuesta de hipótesis que intentan explicarnos en forma más o menos satisfactoria cualquiera de esos fenómenos, experiencias o aspectos a los que nos enfrentamos cotidianamente; un fantástico ejercicio intelectual de supervivencia al que denominamos investigación. Es así, como desde el primer año de vida, un bebé observa y se conecta visualmente con la mirada de su madre a la hora de acercarse sea para acariciarlo o para amamantarlo, a la vez que con su manita puede explorar los entrantes y salientes del rostro materno, que estimula su curiosidad y fascinación; al explorarlo a través de la mirada y del tacto, se conecta íntimamente en ese descubrimiento del otro yo, quien todavía no es reconocido como alguien diferente, ni tampoco etiquetado como "mamá", pero con el cual hay el potencial de ingerirlo, internalizarlo y continuar una relación básica que se prolongará de por vida. Posteriormente, este bebé al retozar en su cuna, descubrirá también al azar alguna de sus manos o de sus pies y así, cachará con la boca su pulgar, otro de los dedos o inclusive su mano entera, para chuparla, saborearla y explorarla con sus labios, su lengua o sus encías en ese proceso de investigación primaria. Al pasar de los años, afortunadamente al menos durante los primeros, dicha capacidad inquisitiva y de curiosidad se mantendrá activa y alerta, dirigida hacia todas y cada una de la multitud de experiencias que un niño o una niña pueden experimentar en ese mundo nuevo al que apenas han arribado. Esa su curiosidad que se inició con los rasgos de otro rostro humano, sea el materno o el paterno, o con su propios miembros y partes del cuerpo, se mantendrá ideal y afortunadamente a lo largo de la vida en la mayoría de seres humanos, ya sea durante la niñez, en la que ese proceso de observación, exploración, descubrimiento y esfuerzo por responderse sus propias inquietudes y dudas para confirmar sus hipótesis se desborda hacia las múltiples facetas y fenómenos que enfrenta en su diario vivir, entre los cuales naturalmente, siguen destacando la observación, la exploración, el descubrimiento y el reconocimiento de aquellos aspectos físicos de su propia arquitectura, que en ciertos momentos busca comparar y diferenciar con aquellos que pertenecen a otras arquitecturas vecinas, sean de niñas o niños, pero también de adolescentes en la figura de hermanos o hermanas y compañeros mayores, o igualmente de adultos, hombres y mujeres, en esa su renovada curiosidad dirigida a reconocer y diferenciar los rasgos físicos masculinos o femeninos, sea que pertenezcan al padre o a la madre. En el adolescente como mencionaba la semana pasada, se renuevan dichas capacidades con mayores ímpetus, ya sea por los impulsos de su edad o porque sus cuerpos se encuentran en pleno florecimiento y efervescencia. Nuestra educación tradicional y autoritaria, fincada en principios religiosos, morales y culturales o simplemente por ignorancia y descuido en general, ha tendido a cubrir quizás exageradamente la desnudez del cuerpo humano al señalarlo como sucio o pecaminoso, y a mezclar erróneamente las sensaciones físicas y fisiológicas naturales, incluyendo el erotismo, con los valores morales y espirituales igualmente válidos, pero que se contraponen y refuerzan en cierta forma que "la curiosidad si mata al gato". Sin embargo, tal prohibición y represión en lo que respecta a la curiosidad, observación, exploración y descubrimiento del cuerpo humano, sus funciones y sus sensaciones que se manejan desde temprano en la niñez, producen paralelamente limitaciones importantes en el desarrollo físico y emocional de una persona, al grado de inclusive bloquear la estimulación y la utilización de tales capacidades innatas en el ser humano; capacidades que a su vez son indispensables en los procesos de investigación en todas las áreas y niveles de nuestro diario vivir, (Continuará).

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