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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI

(TRIGÉSIMA OCTAVA PARTE)

Es imposible hoy en día, hablar de la adolescencia y de las diferentes tareas que cada individuo debe llevar a cabo durante dicha etapa de la vida, sin tomar en cuenta las fascinantes perspectivas que nos presentan las diversas teorías psicológicas y psicoanalíticas en cuanto al desarrollo y el comportamiento humano; teorías que nos obligan a regresar precisamente a nuestros orígenes, no sólo desde el punto de vista evolutivo y antropológico en lo que se refiere a la humanidad en general, sino de una manera más concisa y práctica, en cuanto a la historia de la concepción y del nacimiento de cada persona.

Es así como tras la unión de un óvulo y un espermatozoide, todos nos hemos cimentado inicialmente como un conglomerado celular que se convierte a la vez en un embrión y que paulatinamente a lo largo de nueve meses dentro del útero materno, va tomando la forma de un bebé de ciertas características específicas que definen su género inicial como masculino o femenino y que se prepara además con la ayuda materna para salir al exterior y enfrentar un mundo nuevo, fuera del confort, la protección, la alimentación y las condiciones especiales que le ha brindado esa relación de intimidad uterina tan especial y profunda con la madre, como una relación sumamente carnal e intensa que difícilmente se repetirá posteriormente en nuestra existencia. Margaret Mahler, una muy reconocida psicoanalista austríaca que cambió de residencia a Estados Unidos durante la ocupación nazi en Europa, comparó esta relación entre la madre y el o la bebé al tipo de relación que encontramos en diferentes ejemplos que nos brinda la Naturaleza, por lo que la describió como una etapa de simbiosis entre ambos seres, en la que el bebé aún después del parto y de abandonar el útero materno, a diferencia de otros mamíferos, sigue dependiendo enormemente de la madre durante un largo período de tiempo, no sólo física, sino emocionalmente. Se trata de una relación que de acuerdo a una variedad de factores genéticos, fisiológicos, emocionales, familiares, personales y culturales, puede prolongarse por unos cuantos o unos muchos años del desarrollo.

La teoría de Mahler es fascinante, porque aunque ella la estudió in vivo inicialmente (cómo se sigue investigando en el instituto que ella fundó en la ciudad de Nueva York) en grupos de madres con sus bebés en los primeros años de vida, en esa relación en la que ella se enfocó y resaltó el tema básico de su teoría que denominó "separación-individuación", un tema no sólo aplicable a esos primeros cuatro años de vida estudiados por ella y en la que basó sus conclusiones, sino que sigue siendo sumamente aplicable e importante durante el resto del ciclo vital, en diferentes edades y etapas de nuestra historia. Separación e individuación se refiere a ese proceso biológico y psicológico que deben vivir la madre y la criatura, para ser capaces de romper semejante simbiosis, y lograr entonces la individuación de cada uno de ellos, es decir la independencia tanto de la madre como del bebé, puesto que ambos deben seguir adelante en su respectivo proceso de desarrollo, a pesar de que la madre se perfile ya como un adulto. No es ninguna casualidad entonces, que durante la adolescencia precisamente, se pueda retomar este concepto tan básico, de aquello que sucede en la relación no sólo de la madre con el o la adolescente, sino igualmente en cuanto a la relación que los hijos hayan desarrollado con el padre, a pesar de que esta relación no posee esos tintes tan profundamente intensos y apasionados que caracterizan la intimidad con la madre.

Siguiendo los mismos lineamientos de la teoría de Mahler aplicada ahora a la etapa de la adolescencia, muchos psicoanalistas la han bautizado como una segunda fase de dicho proceso de la "separación-individuación", puesto que para seguir adelante en el camino individual del desarrollo personal emocional, tanto el adolescente como cada uno de sus respectivos padres, deberán enfrentar y aprender a manejar dicha separación, que todavía en muchos casos alcanza grados importantes de simbiosis, especialmente en nuestra cultura latina, caracterizada por la intensidad de las relaciones familiares (continuará).

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