ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC).
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI
(CUADRAGÉSIMA PRIMERA PARTE)
Hernán Solís, un reconocido maestro y psicoanalista regiomontano, se refería a este tipo de familias en las que el padre se encuentra ausente, como las familias de "los despadrados", un término de humor negro hasta cierto punto, pero que engloba una realidad nacional con las diversas e importantes consecuencias que ello provoca no sólo en la relación matrimonial de los padres, sino también en la relación con cada uno de los hijos, tanto en lo que se refería al vínculo en sí, pero además en el proceso del desarrollo emocional de cada uno de estos miembros, al incluir además a la madre, al padre mismo y a la familia como entidad y agrupación. ¿Uno se pregunta entonces, cómo se pueden llevar a cabo estos procesos que son fundamentales dentro del desarrollo en el ciclo vital, tanto de separación-individuación a los que se refería Margaret Mahler, o de dependencia-independencia, cuando la familia se encuentra fracturada y fragmentada, al faltar uno de los miembros básicos que la componen y que deberían estar presentes? Sí nos enfocáramos desde el aspecto físico, igualmente podríamos cuestionar el cómo lograría funcionar adecuadamente un organismo al que le falta uno de sus miembros u órganos vitales. Nuestra realidad social y cultural para este Siglo XXI, es que cada vez encontramos un mayor número de familias de este tipo, que intentan funcionar de la mejor manera posible para lograr un equilibrio psicológico, social y económico, a base de los instrumentos, métodos y estrategias que han aprendido e improvisado para enfrentar su muy propio estilo de desarrollo a través de los años. En tales familias, en las que el padre no existe por completo desde el inicio o se ha encontrado ausente parcialmente y por temporadas, sea física o emocionalmente, este espacio vacío tiende a ser ocupado por una variedad de personajes importantes dentro de esa agrupación, que buscan llenar el hueco e intentan suplir los roles y funciones necesarias que idealmente debe llevar a cabo un padre. En muchas ocasiones, es la misma madre quien tiende a duplicar su personalidad para representar ambos roles, como hombre y como mujer, como padre y como madre, una tarea sumamente heroica pero conflictiva, poco realista y nada fácil de cumplir, que obviamente no siempre llena las necesidades y carencias del grupo. En otros casos, es quizás la abuela o el abuelo materno, o alguna de las tías o tíos (aunque menos comúnmente también pueden ser los paternos) quienes toman dicho rol e intentan consolidar la familia, formando pareja con la madre. En tantas familias, no es nada extraño, que sea uno de los mismos hijos adolescentes, que inclusive desde niño o niña, su sensibilidad y preocupación inconsciente o consciente por las carencias y dificultades, lo hagan prepararse, proponerse y ubicarse como pareja de su madre, para ocupar la silla del padre e intentar en esa forma enmendar las limitaciones y solucionar los desperfectos presentes. A ese tipo de hijos, que desde su muy temprana infancia crecen con tal sentido de responsabilidad y de lealtad hacia la familia, que buscan además apoyar y compensar la inmadurez y carencias emocionales de sus padres, se les ha dado en llamar: "hijos parentales", quienes curiosa y lógicamente tenderán como adultos a prepararse en profesiones de ayuda, tales como médicos, enfermeras, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, maestros, educadores y otros tipos de terapeutas, ya que desde niños han recibido consciente o inconscientemente un entrenamiento extracurricular en esa dirección dentro de sus respectivas familias (Continuará).
