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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC).

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI

CUADRAGÉSIMA CUARTA PARTE

¿Cómo aprender a vivir en este maravilloso, fecundo y creativo territorio que es nuestro México, un país mágico e ingeniosamente fantasioso, multiculturalmente legendario, generosamente artesanal, espontáneamente humorístico y agudo, que a la vez y contradictoriamente aparece rígidamente desorganizado, ruidosamente introvertido, revolucionariamente burocrático, democráticamente incoherente, nebulosamente transparente, cándidamente fraudulento, puntillosamente extravagante, benévolamente corrupto, hipócritamente moralista, escrupulosamente impredecible, rutinariamente ambiguo, imaginativamente incoherente, tecnológicamente novedoso, melodramáticamente religioso, derrochadoramente snob, narcisamente acomplejado, indeterminadamente macho, ingobernablemente neutro?¿ Cómo hemos aprendido a sobrevivir en un país semejante y sobre todo, cómo podemos apoyar y orientar a nuestros hijos adolescentes para adaptarse a semejantes extensiones espaciales, ideológicas, y conductuales que tienden a ser tan imprecisas e incoherentes, sin una lógica clara, a través de reglas que difícilmente lo son o funcionan como tales, a pesar de ser anunciadas con pompa y platillo desde la seriedad y el fastidio de máscaras alargadas e inexpresivas que parecen pronosticar la verdad y la justicia divinas? Todos sabemos que no es nada fácil navegar como adultos en aguas semejantes, pero aún lo es menos para aquéllos quienes inician sus vidas y se encuentran todavía en las fronteras del ciclo vital, en ese territorio que llamamos adolescencia, en el que las perspectivas culturales son todavía más confusas, más contradictorias, menos lógicas y menos comprensibles, en lo que fácilmente suele convertirse en un laberinto con o sin minotauro, pero del que de todos modos no será fácil encontrar la salida tanto para el adolescente como para sus padres. Bajo tales condiciones entonces, se requiere urgentemente la presencia de modelos saludables, de esos modelos básicos y tradicionales, que en ciertas regiones o en ciertos estratos sociales se están convirtiendo desgraciadamente en especies casi en extinción, ante el embate de nuevas y sugestivas oleadas de crianza bajo una variedad de modelos y modas provenientes supuestamente de novedosos movimientos educativos y psicológicos "avant garde", envueltos lujosamente en cursos y recetarios "best seller" de autoayuda, de alta tecnología y excelente mercadotecnia, abanderados además por gurus contemporáneos que auguran resultados asombrosos y garantizados, lo que automáticamente los convierte en productos comerciales de consumo e imitación inmediata. La realidad, es que en esta nación tan imaginativa y confusa, tan deshonesta, fraudulenta y controversial, donde todo lo novedoso es creíble y negociable, se necesitan todavía esos dos modelos básicos tradicionales que se mantienen vigentes: el modelo masculino del hombre, en su rol de hombre, de esposo y de padre si son los roles y funciones que así ha decidido asumir, y el otro modelo que es el modelo femenino de la mujer, en su rol y funciones de mujer, de esposa y de madre, cuando también ella ha decidido asumirlos. Actualmente, se puede cuestionar por completo la validez y sustentabilidad de ambos modelos, al igual que la de sus roles y funciones debido precisamente a los numerosos y radicales cambios que se han dado vertiginosamente en cuanto a la estructura familiar tradicional desde mediados del siglo pasado, como se ha estado comentando en esta columna. Y sin embargo, a pesar de sus quejas, de sus demandas, de su aparente rebeldía e inconformidades, todos y cada uno de estos chicos y chicas, siguen necesitados de la presencia de un padre y de una madre que verdaderamente asuman sus roles y funcionen especialmente como una luz en las tinieblas mexicanas, como una brújula o una linterna que les ayude a iluminar el caminos, que los escuche e interactúe con ellos, que los apoye, que los guíe y los asesore para facilitar sus pasos en este confuso, incoherente, surrealista e ilógico país en el que hemos nacido, especialmente en este Siglo XXI (Continuará).

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