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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

NUESTRA SALUD MENTAL

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI

QUINCUAGÉSIMA PARTE

¿Pero cómo llegamos a saber, cómo podemos darnos cuenta, cómo alcanzamos a visualizar con precisión cuando nos enfrentamos a ese momento específico o cuando menos favorable para llevar a cabo tal separación entre padres e hijos? La realidad es que no hay tal, puesto que es sumamente difícil definir un momento preciso para una experiencia tan importante como ésta. Tenemos que pensar que no necesariamente se trata de un punto determinado, de un tiempo fijo o del momento adecuado, sino que en realidad estamos hablando de un proceso evolutivo, de un proceso de desarrollo que se va desenvolviendo paulatinamente, en el que idealmente se van integrando poco a poco tales rasgos de preparación biológica que se llegan a combinar con los de la preparación psicológica, formando parte todo ello, de asimismo esos niveles de preparación sociocultural dentro de un ambiente que igualmente sirve como fundición y facilita el crecimiento, aunque a la vez en ocasiones, puede asimismo entorpecerlo. Es imposible entonces saber cuándo es el momento exacto para tal despegue, cuándo es que una chica o un chico están listos para separarse de sus padres o ni siquiera si están seguros de querer hacerlo, o de que inclusive exista ese preciso momento que podemos llamar despegue, porque a la larga, dicho proceso evoluciona en la mayoría de los casos en altas y bajas, en encuentros, reencuentros y desencuentros, según lo marquen ellos mismos. La naturaleza humana trabaja sus modos paulatinamente para cualquiera de nosotros, de manera que ese proceso evolutivo es tan complejo y específico en cada caso que variará de acuerdo al género, la edad, el desarrollo físico, la construcción y apariencia como parte de esa preparación biológica, combinada con su temperamento, y muy especialmente lo que vendría a definirse como su desarrollo mental o psicológico. Hay que recordar además, que tal separación no se da como un fenómeno único y particular del adolescente, quien definitivamente no se encuentra sólo, ni existe en el vacío, sino que forma parte de una agrupación que es la familia, estructurada como un sistema vigente, complejo y dinámico que funcionan como un todo integrado dentro del hogar. Aunque se tiende a hablar más de una familia nuclear formada por el padre, la madre, los hermanos y las hermanas, pero sabemos que dentro mismo de este núcleo, se pueden incluir a los abuelos, tíos, sobrinos, primos u otros miembros de varias generaciones; y todos ellos naturalmente vienen a formar parte de ese conglomerado familiar, de manera que el concepto de separación de los hijos adolescentes toma proporciones diferentes, como una especie de movimiento telúrico que se expande a todos los niveles e influye obviamente en cada uno de sus miembros, de acuerdo a su interacción entre sí, según la posición que ocupen en el sistema y las funciones que ahí desempeñen. La perspectiva entonces, será diferentes cuando es enfocada exclusivamente al nivel personal e individual de cada chico o cada chica, en contraste cuando se amplía con un lente angular que nos provee con una visión más panorámica de toda la familia. U sin embargo, ambas perspectivas se complementan y nos ayudan a comprender mejor la experiencia (continuará).

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