ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
LA ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI
QUINCUAGÉSIMA CUARTA PARTE
Es y será siempre fascinante, hablar de padres, madres e hijos, de padres, madres y adolescentes, de padres, madres y familias, en un país y en una época tan radicalmente extraña como la que vivimos, desordenada, incierta, oscura, confusa, contradictoria y hasta ridícula, en la que naturalmente siempre será fundamental seguir revisando cuál es el concepto de "la familia", su estructura, su dinámica, sus valores, las bases en las que se encuentra asentada, el tipo de educación ideal que necesita para su fertilización y desarrollo, pero especialmente la presencia o la ausencia y el compromiso de aquellos pilares fundamentales que deben conformarla y sobre cuyos hombros se deberían asentar esos modelos básicos de lo que debe ser un hombre como hombre y como padre, y una mujer como mujer y como madre, al integrarse ambos como esposos y como una pareja matrimonial. Una pareja marital que estimula la fundación de un nido al que llamamos hogar, en el que habrán de nacer y desarrollarse los hijos que se hayan deseado y planeado, bajo el amor, el cuidado, la nutrición, la protección, la supervisión y la educación de esta pareja de progenitores. Teóricamente, este modelo ha existido y ha funcionado en estilos variados y diferentes a lo largo de los siglos, desde el nacimiento del ser humano en nuestro planeta y a través de muchas centurias de encuentros, reencuentros, creencias, estilos y variedades que se han experimentado en diferentes razas, pueblos, sociedades y civilizaciones hasta nuestros días, cuando aterrizamos en este tecnológico o tecnocrático milenio en el que vivimos. Definitivamente, me parece un acto desmesuradamente heroico, en el presente, el intentar definir lo que debiera ser "la familia ideal" contemporánea, al ser capaces de analizar objetiva, detallada y minuciosamente las condiciones específicas que caracterizan a esa enorme variedad de estilos y modelos de familias que se esparcen a lo largo y ancho de nuestro país, en toda esa diversidad de etnias, micropaíses y ambientes culturales tan contrastantes y hasta opuestos que integran nuestro México, desde esas tan bastas fajas fronterizas con los Estados Unidos, hasta las frondosas conexiones sureñas con América Central. Se trata de un formidable y exhaustivo ejercicio social y antropológico, en el que podríamos analizarnos íntima y honestamente como unidades familiares específicas y del que seguramente aprenderíamos un fantástico caudal de verdades y conocimientos ya no solamente teóricos, estadísticos o burocráticos, sino conformados por una realidad más confrontadora y aleccionadora, que seguramente nos permitiría ser más honestos con nosotros mismos, para en esa forma revisar y valorar más a fondo lo positivo o negativo de nuestros hábitos, costumbres, valores, principios y creencias con las que practicamos el ejercicio cotidiano de ser padres, madres o mismo hijos. Se trata de un ejercicio que hemos aprendido o no, básicamente por modelaje, por costumbres, de generación en generación, muchas veces hasta por inercia, automáticamente, pasivamente, estoicamente, sin cuestionamientos, por default o por imitación, simplemente siguiendo el curso de la vida a través del tiempo conforme se va marcando, especialmente a un ritmo cada vez más vertiginoso, que menos nos permite analizar, reflexionar o cuestionar quienes somos. No cabe duda entonces, que siempre será un buen momento para hacer un alto en el camino, para detenernos tanto individualmente y como sociedad, para analizar y cuestionarnos verdaderamente lo qué es una familia, lo que representa, lo qué significa ser padre o ser madre o formar un matrimonio; para qué lo hacemos y si realmente lo deseamos y somos capaces de comprometernos? Podemos pensar que se trata de excelentes propósitos y cuestionamientos que desgraciadamente tendemos a dejar en el tintero, ante esa ola abrumadora que se ha tornado nuestra siempre acelerada existencia en este Siglo XXI. Tal vez al menos podamos gritarlo al estilo muy mexicano en este quince de septiembre, aunque no estemos seguros del porqué, pero se trata de cuestionamientos que seguirán siendo válidos e importantes para cualquier época del año (Continuará).