ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI
QUINCUAGÉSIMA QUINTA PARTE
Dentro de este apasionante y numeroso repertorio de estilos y modelos de familias que encontramos a lo largo de nuestro país, tanto aquellas de rasgos tradicionales y conservadores como las que conforman estructuras más diversas, novedosas y distintivas actualmente, que inclusive llegan a romper los lineamientos ideales a los que hemos estado acostumbrados, todas ellas en una u otra forma plantean una variedad de modelos educativos y dinámicos diferentes, con estilos específicos de vinculación entre padres e hijos, que influirán naturalmente en la forma en que se lleve a cabo ese proceso de desarrollo, de integración y de separación al que nos hemos referido. Se ha mencionado en general la necesidad de que el chico o la chica adolescente encuentre esa "segunda familia" representada por el grupo de pares, como una etapa muy importante para llevar a cabo dicho proceso igualmente útil para su maduración y la conformación de su identidad y de su personalidad. Sin embargo, uno se pregunta: ¿Qué sucede con aquellos chicos y chicas que provienen de familias con ciertas características específicas y diferentes, como cuando se trata del hijo o la hija única, o en el caso del único varón entre un grupo de hermanas, o viceversa, la única muchachita entre un grupo de varones? Igualmente se podría preguntar sobre las familias con ciertas estructuras especiales y diferentes socioculturalmente, que las hacen distinguirse de otras familias en su ambiente social, con cierta dificultad para integrarse, lo cual pudiera reflejarse igualmente en las dificultades que encuentran los hijos para integrarse a sus grupos de pares. Aunque realmente cada uno de nosotros somos únicos y diferentes a todos los demás seres humanos, surge entonces el cuestionamiento sobre lo qué significa la igualdad del ser humano o sus diferencias, y la comprensión, la tolerancia o la discriminación y el repudio que se pueden dar entre nosotros como experiencias disfuncionales. El tema se vuelve sumamente importante en esta etapa de la vida, como parte del ambiente social o escolar en general, especialmente para aquellos chicos y chicas que resaltan dentro de los grupos, precisamente por que presentan rasgos o aspectos muy sui géneris, pero que los marcan como muy diferentes ante sus pares. Se trata de diferencias que aparentemente pueden ser no tan importantes, pero que los distinguen porque son más altos o más chaparros, más gordos y robustos o excesivamente delgados, porque usan lentes o botines ortopédicos, quienes se caracterizan por un color de piel más oscuro, quienes padecen alguna enfermedad o defecto congénito visible, o los que muestran tics o manerismos especiales, o cualquier tipo de conductas diferentes que llaman la atención; quienes son más tímidos o más introvertidos, o por el contrario más aguerridos y traviesos, Tantos rasgos específicos que los hacen diferentes, y eso sin tomar en cuenta las indumentarias y las marcas de ropa de moda que ya son tan indispensables a estas edades aún hoy en día, Me parece importante hablar de todos estos chicos y chicas que se agrupan por millares en las aulas de todo el país desde su inicio en el jardín de niños, o a su paso por las primarias, las secundarias y las preparatorias, y que gracias precisamente a esos rasgos que los distinguen y los marcan como diferentes al resto de sus compañeros, tienden a convertirse fácilmente en los chivos expiatorios y blancos de las burlas, los ataques, los insultos, la discriminación, la humillación y la agresividad en general de los grupos escolares, algo que ahora parece sorprendernos y que elegantemente hemos etiquetado como "bulliying" gracias a la influencia de los medios de comunicación llegada desde Estado Unidos, una etiqueta también de moda, que quizás suene más plush e impactante por estar en inglés, pero que en realidad se trata de un fenómeno tan antiguo como la humanidad, que tiene que ver con la intolerancia, la soberbia, la discriminación, la agresividad, la violencia y las diferencias que hacemos entre unos y otros, aprendidas desde la infancia y la adolescencia frente a los modelos que mostramos los adultos. Un fenómeno que seguramente todos recordaremos haber sido testigos en nuestros años escolares, aunque no lo llamáramos del mismo modo (continuará).